El Economista (México)

Descubren nueva estructura en Pirámide de Kukulcán

DARÁ MAYOR INFORMACIÓ­N SOBRE LOS MAYAS PUROS La investigac­ión y el trabajo de tecnología no invasiva estuvo a cargo de expertos e investigad­ores de la UNAM

- Nelly Toche nelly.toche@eleconomis­ta.mx

A través de una tomografía eléctrica tridimensi­onal, investigad­ores de la Facultad de Ingeniería de la UNAM hallaron una segunda pirámide, la cual tiene una altura de más de 10 metros.

INVESTIGAD­ORES DE la UNAM informaron sobre la presencia de una segunda subestruct­ura en el interior de la primera encontrada dentro de la Pirámide de Kukulkán en Chichén Itzá; este descubrimi­ento podría ser la pauta para conocer más sobre el periodo de los “mayas puros”, de los cuales se tiene poca informació­n.

El proyecto se trata de la segunda fase iniciada en el 2014, luego de encontrar evidencias de una oquedad nombrada Cenote, de entre 20 y 25 metros de diámetro, bajo la pirámide denominada el Castillo.

Hoy, a través de esta investigac­ión novedosa y totalmente hecha en México, se pudo definir la presencia de esta estructura que aproximada­mente mide 10 metros de altura, más el adoratorio.

Con una tomografía eléctrica tridimensi­onal, una tecnología no invasiva y única en el mundo desarrolla­da por ingenieros del Instituto de Geofísica (IG) y la Facultad de Ingeniería de la UNAM, el equipo de investigac­ión encabezado por René Chávez Segura reconstruy­ó e iluminó el interior de la pirámide, verificand­o así sus etapas constructi­vas con precisione­s sobre la estructura.

“Éste fue un gran reto, ¿cómo ver dentro de una estructura sin dañarla?”, dijo Gerardo Cifuentes Nava, del IG unidad Michoacán, quien además explicó que con esta técnica se colocaron 10 detectores alrededor de los diferentes cuerpos de la pirámide.

“Se envió corriente eléctrica al subsuelo mediante una serie de electrodos, que también permiten medir de manera simultánea la diferencia de potencial y finalmente la resistivid­ad del suelo”.

Las observacio­nes se hacen en grupos de cuatro detectores, dos de corriente y dos de potencial, llamados cuadripolo­s; para cada uno de ellos, calcula un punto de atribución a profundida­d y después los datos son interpreta­dos.

El modelo obtenido aún posee poco detalle, debido a la capacidad computacio­nal que se tiene, pues el número total de datos es alrededor de 45,000 puntos y en este momento se han modelado 23,000.

El proyecto fue financiado con presupuest­o de la UNAM, que consistió en medio millón de pesos; ahora falta pasar a un trabajo de arqueologí­a que los propios investigad­ores aún no tienen claro si se llevará a cabo, pues las autoridade­s del INAH todavía no han hablado al respecto.

SABER MÁS SOBRE LOS MAYAS

Sobre este hallazgo, la doctora Denisse Argote Espino, del INAH, explicó que en la arqueologí­a prehispáni­ca es común que las estructura­s más importante­s de un asentamien­to se hagan en varias etapas, dependiend­o del periodo en que se construyer­on, de los grupos sociales que pudieron intervenir y de la renovación de los tiempos.

Dijo que el periodo habitacion­al más importante de Chichén Itzá se ha dividió en tres; uno que correspond­e del año 550 al 800, otro del 800 al 1,000 y otro del 1050 al 1,300; todos Después de Cristo (d. C).

“El primer periodo correspond­e a una etapa de mayas puros, la otra es transicion­al, donde ya llegan los pobladores del centro de México y mezclan una nueva cultura con los mayas, hoy denominado estilo maya-tolteca o mexicano; el tercer periodo correspond­ería a la decadencia del asentamien­to, pero este espacio nunca fue abandonado”.

Agregó que la primera subestruct­ura localizada en los 30 se consideró correspond­iente a un periodo transicion­al, por ello se asume que la última estructura que hoy se da a conocer y que se encuentra debajo de la anterior correspond­ería a los primeros periodos de población del sitio. “Esto nos daría informació­n de cómo fue evoluciona­ndo este asentamien­to y del cual se tiene poca informació­n, al estar tapado por los siguientes episodios”.

Dijo que la probabilid­ad de que exista todavía el adoratorio o el templo intacto sí es posible, “porque cuando se estudió la primera estructura se encontró intacto, simplement­e relleno para no colapsarse por el peso del que venía encima. Todo esto nos da sustento a la hipótesis de poder encontrar vestigios que den gran cantidad de informació­n”.

Explicó que las culturas antiguas no destruían sus estructura­s, sino que construían sobre ellas, porque son sitios sagrados, “ejes cósmicos (...) en lo que los gobernante­s o los sacerdotes estaban en contacto con los otros planos espiritual­es, por lo tanto no pueden ser simplement­e destruidos”.

Éste fue un gran reto, ¿cómo ver dentro de una estructura sin dañarla?”

Gerardo Cifuentes Nava, IG unidad Michoacán. La tomografía tridimensi­onal usada en la investigac­ión es una tecnología única en el mundo desarrolla­da por ingenieros del Instituto de Geofísica y la Facultad de Ingeniería de la UNAM.

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foto: afp
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La estructura al interior de la pirámide mide aproximada­mente 10 metros de altura, más el adoratorio.
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