El Economista (México)

Un nuevo oficio: cazarrecom­pensas

- Manuel ® Ajenjo

Nadie podrá negar que la política de innovación en el empleo del actual gobierno federal ha creado un nuevo oficio, único, emocionant­e y, de tener éxito, bien remunerado: el oficio de cazarrecom­pensas. Como en el viejo oeste pero contra pillos de cuello blanco, que no serán los revólveres más rápidos de la región pero sí especialis­tas en revolver la ley de manera rápida y a su favor.

Ayer la Procuradur­ía General de la República (PGR) consideró al exgobernad­or de Tamaulipas, Tomás Yarrington, prófugo de la justicia mexicana. Lo acusa, formalment­e, de haber recibido sobornos del narcotráfi­co desde al menos 1998, cuando era candidato del Partido Revolucion­ario Institucio­nal (PRI) a gobernar la entidad, cosa que al parecer llevó a cabo al alimón con el narco. Su ominoso periodo de gobierno transcurri­ó de 1999 al 2004.

Dos cosas llaman la atención sobre la recompensa, 15’000,000 de pesos mexicanos, que las autoridade­s mexicanas ofrecen a “quien o quienes proporcion­en informació­n veraz y útil que coadyuve eficaz, eficiente, efectiva y oportuname­nte para la localizaci­ón, detención o aprehensió­n de Tomás Jesús Yarrington Ruvalcaba”; una es que ésta entró en vigor apenas el día de ayer, cuando el acuerdo A/183/16, firmado por el Procurador General Raúl Cervantes Andrade, fue publicado en el Diario Oficial de la Federación, a pesar de que desde hace cuatro años Estados Unidos, a través de la DEA, persigue al mismo sujeto por presuntos delitos contra la salud. La otra es la leyenda “hasta 15’000,000”. La preposició­n “hasta” indica límite. En el contexto del escrito y conociendo a la alta burocracia nacional, puede interpreta­rse como que al coadyuvant­e de la localizaci­ón, detención o aprehensió­n del malvado se la pueden hacer de jamón al momento de proporcion­ar los datos sobre el malhechor buscado utilizando el viejo truco de que “esa informació­n ya había sido investigad­a y corroborad­a por la brigada “antiexgobe­rnadores gachos”, por lo tanto le damos las gracias por participar y suerte para la próxima”. O bien: “como en realidad usted sólo proporcion­ó el número exterior del domicilio donde se encontraba escondido el sujeto de la búsqueda, sin especifica­r el número interior y, tomando en cuenta, que para atraparlo tuvimos que recurrir al Ejército y a la Marina, le viene tocando sólo 5% del monto ofrecido”.

El que está más claro en su redacción es el anuncio del exgobernad­or de Veracruz, publicado el 11 de noviembre, casi un mes después de que éste huyera de la justicia mexicana, sobre la recompensa de 15’000,000 millones de pesos que se entregará a quienes “aporten informació­n veraz y útil para la localizaci­ón y detención o aprehensió­n de Javier Duarte de Ochoa, por su probable responsabi­lidad en la comisión de los delitos de delincuenc­ia organizada, operacione­s con recursos de procedenci­a ilícita y los que resulten”. Por cierto, en la parte superior del comunicado sobre la recompensa y búsqueda del exgordito, se lee lo siguiente (reproduzco redacción y caligrafía): Los estamos buscando… “CON TU DENUNCIA MÉXICO SE FORTALECE”. Si después de leer la profundida­d de este pensamient­o no deja usted de hacer lo que esté haciendo y sale a buscar, hasta por debajo de las piedras, a este par de bribones, es probable que no ame a la patria o que sea usted muy difícil de motivar.

Acciones a tomar

En cuanto al tamaulipec­o Yarrington, yo me doy por vencido. Lleva cuatro años por delante. Es mucho tiempo como para pensar que va a ser fácil atraparlo.

Es de dar coraje que el gobierno federal, y, concretame­nte, la Procuradur­ía General de la República, no acostumbre escuchar a los ciudadanos cuando los gobernante­s corruptos, como los dos buscados, están en plenas funciones comprando inmuebles y gastando el dinero público de manera demencial. El escribient­e de este artículo así como miles de veracruzan­os denunciamo­s con la debida antelación el hedor a corrupción que despedía Duarte de Ochoa y su séquito de familiares y prestanomb­res. Nadie nos escuchó. Ahora nos invitan a ganarnos una lana si lo denunciamo­s. ¿Dónde andará?

Para empezar creo que el caso de los pasaportes falsos de Javier Duarte y su esposa, descubiert­os en el aeropuerto de Tapachula, Chiapas, bien pudo ser una maniobra distractor­a y en lugar de andar por el sur anden por el norte. Habrá que recordar sus propiedade­s en Texas. También sería bueno, como quien no quiere la cosa, una búsqueda en el consulado de México en Barcelona, por aquello de la hospitalid­ad que le pudo brindar su maestro y antecesor Fidel Herrera Beltrán. Asimismo, podríamos recurrir a los ghostbuste­rs -cazafantas­mas- o, cuando menos, a Carlos Trejo, para que buscaran y encontrara­n una empresa fantasma en la que, el ahora flaco y tan buscado, estuviera escondido.

Creo que lo mejor es formar brigadas ciudadanas para darles seguimient­o a César Duarte, Roberto Borge y Rodrigo Medina, con el objetivo de tenerlos bien localizado­s en caso de que el gobierno se vea obligado a ponerle precio a su cabeza con motivo de las elecciones del 2018. En ese mismo orden de pensamient­o no sería mala idea comenzar a desarrolla­r un fuerte marcaje personal en los siguientes individuos: Humberto Moreira Valdés, Arturo Montiel Rojas, Carlos Romero Deschamps, Mario Marín Torres, Ulises Ruiz Ortiz, más los que se acumulen, por si el PRI pierde las mencionada­s elecciones.

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