Canadá, ¿aliado incómodo?
Más que calma, los representantes de la cúpula empresarial vieron desconcierto entre los funcionarios peñistas, tras del triunfo de Donald Trump. En las tres semanas siguientes, salvo la proscripción del término “renegociar” —en vez de eso, en los círculos oficiales deberán hablar de la “modernización” del Tratado de Libre Comercio de América del Norte— pocos cambios han observado.
En las altas esferas empresariales impera el escepticismo respecto del futuro de la relación con Estados Unidos. La cancillería adelantó un plan de mejoría de los servicios consulares pero la Secretaría de Economía mantuvo una retórica inútil que avivó la incertidumbre.
En el diagnóstico de la situación, bien valdría poner la mirada más al norte. En Canadá, tras del triunfo de Trump, también permeó el desencanto. Y cundió la preocupación por las “devastadoras consecuencias” que implica renegociar el TLCAN.
La característica prudencia canadiense: aunque las encuestas revelaban que las probabilidades de la victoria del abanderado republicano eran escasas, se prepararon para el peor escenario. Y calcularon que el Efecto Trump impactaría con mayor fuerza en la política económica y fiscal, el comercio, la inmigración y la política exterior y de defensa.
No obstante sus constantes contradicciones —diagnosticaron— Trump será un “nativista”, un aislacionista, un receloso de los inmigrantes, legales o ilegales, y un alarmista que también procurará “sellar” la frontera con Canadá, para evitar el ingreso de terroristas.
¿El peor escenario? La salida de Estados Unidos del acuerdo comercial tras de 25 años de vigencia. Las cláusulas establecen que tendría que darse un aviso, con seis meses de anticipación. Debido a que los “tres amigos” operan, en muchos aspectos, como una economía integrada, cualquier modificación se reflejaría en pérdidas de empleos, tanto en Canadá como en México. Y derivaría en una reestructuración de la industria automotriz.
Cancelar el TLCAN —ha calculado el gobierno canadiense— sería como imponer un arancel de 10% a los bienes y servicios, reduciría las exportaciones en 4.5%, causaría una caída de 4% del PIB y costaría 737,000 empleos. Incluso un arancel del 3.5% reduciría las exportaciones 1.2%, reducirá el PIB en 1.9% y costará 362,000 empleos.
La hostilidad de Trump hacia el TLCAN en plena globalización parecería contradictoria. La defensa de la soberanía nacional suena a un desvarío. Y ante el emplazamiento a revisar el TLCAN, las preocupaciones sobre las decisiones del presidente electo, ¿se atrevería a extender la Patriot Act para frenar el flujo de las remesas?, por ejemplo, hacen imperiosa la necesidad de forjar un frente común con Canadá.
El presidente Enrique Peña Nieto y el primer ministro Justin Trudeau han construido una relación fluida. Y en la revisión de la relación bilateral, el subsecretario para América del Norte, Paulo Carreño, ha tomado la batuta: hace unos días, encabezó la delegación mexicana, compuesta por más de 150 representantes de los sectores públicos y privados, que viajó a Ottawa, para la cumbre anual.
Apenas una semana antes de las elecciones de Estados Unidos la CanCham envió una carta a Los Pinos para exponer las crecientes dificultades que enfrentan los negocios canadienses en México. Si bien se centraban en la situación de la mina Peñasquito, que constantemente sufre de incertidumbre jurídica y constantes bloqueos, también refirió otros casos relevantes, como el despliegue de los gasoductos TransCanada, Tula-Tuxpan y El Encino-Topolobambo, actualmente estancados; MAG Silver y Excellon son mineras que también padecen la incertidumbre con respecto a la tenencia de latierra; o Primero Mining, cuyos inversionistas deben lidiar ahora con el SAT, que pretende revertir un acuerdo de precios previamente pactado. Ese consorcio ha anunciado que considera llevar el caso a un panel de arbitraje del TLCAN; en la reiteración de caso como el de Metalclad en el que el gobierno mexicano perdió una demanda bajo el capítulo 11 del NAFTA sería empeorar aún más las circunstancias que enfrentamos para defender el libre comercio entre los tres países.
Paradojas del Efecto Trump: en materia energética, el arribo del republicano eliminaría las trabas a la construcción del TransCanada y el gasoducto Keystone XL, lo que paradójicamente terminaría beneficiando a México.
EFECTOS SECUNDARIOS
EXPECTATIVAS. Un clima de desinformación y descalificaciones generado por representantes de laboratorios y distribuidores de medicamentos acompañó la etapa previa al fallo de la licitaciónconvocada por el IMSS para la compra consolidada del 2016. ¿Novedades? La filtración de conversaciones telefónicas y la persistencia de cuestionar a los funcionarios del sector salud involucrados en este proceso licitatorio. En los primeros tres años de la administraciónpeñista, el esquema de compras consolidadas generó ahorros por más de 10,600 millones de pesos y sobre todo rompió el esquema que mantenía bajo su control la venta de estos insumos al gobierno. La licitación que está en curso mantendrá la compra de genéricos, con la ampliación a 28,000 nuevos fármacos disponibles, sin excluir los tratamientos innovadores como la vacuna contra el dengue y los inhibidores de hepatitis C.