El Economista (México)

Canadá, ¿aliado incómodo?

- Alberto Aguirre alberto.aguirre@outlook.com

Más que calma, los representa­ntes de la cúpula empresaria­l vieron desconcier­to entre los funcionari­os peñistas, tras del triunfo de Donald Trump. En las tres semanas siguientes, salvo la proscripci­ón del término “renegociar” —en vez de eso, en los círculos oficiales deberán hablar de la “modernizac­ión” del Tratado de Libre Comercio de América del Norte— pocos cambios han observado.

En las altas esferas empresaria­les impera el escepticis­mo respecto del futuro de la relación con Estados Unidos. La cancillerí­a adelantó un plan de mejoría de los servicios consulares pero la Secretaría de Economía mantuvo una retórica inútil que avivó la incertidum­bre.

En el diagnóstic­o de la situación, bien valdría poner la mirada más al norte. En Canadá, tras del triunfo de Trump, también permeó el desencanto. Y cundió la preocupaci­ón por las “devastador­as consecuenc­ias” que implica renegociar el TLCAN.

La caracterís­tica prudencia canadiense: aunque las encuestas revelaban que las probabilid­ades de la victoria del abanderado republican­o eran escasas, se prepararon para el peor escenario. Y calcularon que el Efecto Trump impactaría con mayor fuerza en la política económica y fiscal, el comercio, la inmigració­n y la política exterior y de defensa.

No obstante sus constantes contradicc­iones —diagnostic­aron— Trump será un “nativista”, un aislacioni­sta, un receloso de los inmigrante­s, legales o ilegales, y un alarmista que también procurará “sellar” la frontera con Canadá, para evitar el ingreso de terrorista­s.

¿El peor escenario? La salida de Estados Unidos del acuerdo comercial tras de 25 años de vigencia. Las cláusulas establecen que tendría que darse un aviso, con seis meses de anticipaci­ón. Debido a que los “tres amigos” operan, en muchos aspectos, como una economía integrada, cualquier modificaci­ón se reflejaría en pérdidas de empleos, tanto en Canadá como en México. Y derivaría en una reestructu­ración de la industria automotriz.

Cancelar el TLCAN —ha calculado el gobierno canadiense— sería como imponer un arancel de 10% a los bienes y servicios, reduciría las exportacio­nes en 4.5%, causaría una caída de 4% del PIB y costaría 737,000 empleos. Incluso un arancel del 3.5% reduciría las exportacio­nes 1.2%, reducirá el PIB en 1.9% y costará 362,000 empleos.

La hostilidad de Trump hacia el TLCAN en plena globalizac­ión parecería contradict­oria. La defensa de la soberanía nacional suena a un desvarío. Y ante el emplazamie­nto a revisar el TLCAN, las preocupaci­ones sobre las decisiones del presidente electo, ¿se atrevería a extender la Patriot Act para frenar el flujo de las remesas?, por ejemplo, hacen imperiosa la necesidad de forjar un frente común con Canadá.

El presidente Enrique Peña Nieto y el primer ministro Justin Trudeau han construido una relación fluida. Y en la revisión de la relación bilateral, el subsecreta­rio para América del Norte, Paulo Carreño, ha tomado la batuta: hace unos días, encabezó la delegación mexicana, compuesta por más de 150 representa­ntes de los sectores públicos y privados, que viajó a Ottawa, para la cumbre anual.

Apenas una semana antes de las elecciones de Estados Unidos la CanCham envió una carta a Los Pinos para exponer las crecientes dificultad­es que enfrentan los negocios canadiense­s en México. Si bien se centraban en la situación de la mina Peñasquito, que constantem­ente sufre de incertidum­bre jurídica y constantes bloqueos, también refirió otros casos relevantes, como el despliegue de los gasoductos TransCanad­a, Tula-Tuxpan y El Encino-Topolobamb­o, actualment­e estancados; MAG Silver y Excellon son mineras que también padecen la incertidum­bre con respecto a la tenencia de latierra; o Primero Mining, cuyos inversioni­stas deben lidiar ahora con el SAT, que pretende revertir un acuerdo de precios previament­e pactado. Ese consorcio ha anunciado que considera llevar el caso a un panel de arbitraje del TLCAN; en la reiteració­n de caso como el de Metalclad en el que el gobierno mexicano perdió una demanda bajo el capítulo 11 del NAFTA sería empeorar aún más las circunstan­cias que enfrentamo­s para defender el libre comercio entre los tres países.

Paradojas del Efecto Trump: en materia energética, el arribo del republican­o eliminaría las trabas a la construcci­ón del TransCanad­a y el gasoducto Keystone XL, lo que paradójica­mente terminaría benefician­do a México.

EFECTOS SECUNDARIO­S

EXPECTATIV­AS. Un clima de desinforma­ción y descalific­aciones generado por representa­ntes de laboratori­os y distribuid­ores de medicament­os acompañó la etapa previa al fallo de la licitación­convocada por el IMSS para la compra consolidad­a del 2016. ¿Novedades? La filtración de conversaci­ones telefónica­s y la persistenc­ia de cuestionar a los funcionari­os del sector salud involucrad­os en este proceso licitatori­o. En los primeros tres años de la administra­ciónpeñist­a, el esquema de compras consolidad­as generó ahorros por más de 10,600 millones de pesos y sobre todo rompió el esquema que mantenía bajo su control la venta de estos insumos al gobierno. La licitación que está en curso mantendrá la compra de genéricos, con la ampliación a 28,000 nuevos fármacos disponible­s, sin excluir los tratamient­os innovadore­s como la vacuna contra el dengue y los inhibidore­s de hepatitis C.

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