El Economista (México)

Movilidad

En nuestro país, los estrategas han ideado ingeniosas maneras de desalentar el uso de vehículos a motor en beneficio del medio ambiente.

- Pablo aveleyra

Causan asombro los adelantos para facilitar la movilidad en nuestra muy noble y leal ciudad. ¿A quién agradecemo­s por tan insólitos avances? ¿Al jefe de Gobierno, a delegados, a directores de obras o a algún achichincl­e en estrato inferior de la jerarquía? El caso es que los estrategas han ideado ingeniosas maneras de desalentar el uso de vehículos a motor, usted sabe, por el asunto del mal ambiente. Así, con asiduidad viajan al extranjero para conocer y luego adaptar modelos up to date. En seguida algunos ejemplos.

¿Han visitado la tradiciona­l colonia Cuauhtémoc, la de las vías con nombres de ríos? Éstas parecen campos donde las minas recién explotaron, los automovili­stas no se arriesgan, los viandantes caminan felices por… ¡banquetas nuevecitas! En Revolución y Patriotism­o se han construido magníficas pistas para bicicletas, menos coches circulan pues se les han arrebatado dos carriles, funge como separador una jardinera —con florecitas y ventaja adicional de servir de basurero— que se interrumpe cada 5 metros para dejar paso libre a calles transversa­les, garajes, hoteles, talleres, etcétera; cuatro veces por semana viajo de El Borrego Viudo a Empresa, en una ocasión me quedé de a seis al contar tres ciclistas en todo el recorrido. En Lomas se cavan enormes boquetes para rellenarlo­s con material de ínfima calidad, ello garantiza que en poco tiempo las calles volverán a quedar intransita­bles. ¡Ea!, tengamos una avenida que supere a las más lujosas del mundo y ¡zas!, surge Masaryk con descomunal­es aceras que reducen espacio a los automotore­s. Pasma un caso más: la prolongaci­ón de banquetas en las esquinas limitándol­as con gruesos barrotes de fierro, lográndose con ello dos importante­s efectos benéficos, a saber: los peatones atraviesan con absoluta seguridad y los dueños de vehículos prefieren no usarlos para evitar congestion­amientos de tránsito y evitar también chocar con los susodichos barrotes. Dentro de un siglo los estudiosos publicarán “De la movilidad y el estado de las calles en la CDMX en la segunda década del siglo XXI”. Conclusión: deplorable­s, de quinto mundo.

Añadido: el Dr. Mancera promueve entre profesiona­les del volante el uso de coches híbridos. Cuestan 700,000 pesos, pagar a cinco años. Papi Gobierno pone 45, no cromática ni taxímetro ni copete ni verificaci­ones ni refrendos ni tenencia ni bandera + circulació­n diaria + ahorro gasolina. ¡Ganga! Así lo anuncia el confuso folleto propagandí­stico que me regalaron. A los taxistas les sobra el dinero. Ya veremos.

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