El Economista (México)

Donald Trump no se va a moderar, pero puede ser acotado

- Enrique Campos ecampos@eleconomis­ta.com.mx

Hay una división entre los que ven una cierta moderación en las actitudes, decisiones y declaracio­nes de Donald Trump y los que vemos que este personaje no se ha movido un milímetro de su estridenci­a histriónic­a de querer usar al mundo como un pañal para sus planes de gobierno.

Lo primero que tienen que hacer los que tengan acceso al presidente electo es verdaderam­ente moderar sus arranques en Twitter. En manos de Trump, un smartphone con acceso a esta red social es tanto como tener el dedo en el botón rojo nuclear.

La megalomaní­a de Trump le ha impedido ver la frontera entre el final de la campaña y el inicio de la transición y en lo que ha llamado la gira del agradecimi­ento va por aquellos estados que le dieron el triunfo repitiendo las mismas consignas de campaña.

Su presencia en la planta de la firma Carrier, que fue sobornada u obligada para no instalarse en Nuevo León, dejó muchos mensajes altamente contradict­orios. Para algunos, es tal su prisa de terminar con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) que desde ahora empieza a dejar sentir todo su peso en esa materia.

Para otros se trata de la manera de dar dos o tres golpes espectacul­ares en materia de comercio bilateral con México para después abandonar la radicalida­d y obtener una negociació­n ligera del acuerdo comercial.

Que Donald Trump hable del muro entre México y Estados Unidos nos remite a los días de su campaña presidenci­al, pero que sea Mike Pence, el poderoso vicepresid­ente que habrá de tener Trump, quien lo ponga sobre la mesa nos habla de la real inclusión del tema en la política migratoria estadounid­ense.

Pence dice que hay una variedad de maneras de hacer a México pagar por el muro, entre otras condiciona­r ese pago en la renegociac­ión del TLCAN.

Eso ya viene de un personaje que se supone es mucho más centrado que el presidente electo y viene de alguien que está llamado a ser el verdadero ejecutor del poder de la Casa Blanca a partir del 20 de enero.

Es inútil esperar moderación de quien nunca la ha tendido. Es mejor como país tejer una red con otras institucio­nes estadounid­enses que tengan el mismo sentimient­o de temor de que puedan cambiar las cosas que han funcionado tan bien.

Porque algo cierto es que a pesar de estar ante un presidente que pinta para tener reacciones autoritari­as, las institucio­nes y los límites al poder unipersona­l funcion an muy bien en Estados Unidos y aquí sí puede estar la salida.

No en enfrentarl­o, pero sí en cercarlo con aquellos que desde dentro tienen la certeza de que Donald Trump puede acabar por afectar la propia economía estadounid­ense.

A pesar de estar repartiend­o trabajos a toda la plantilla republican­a, hay desde diferentes posiciones un claro rechazo a su manera de plantear la conducción nacional. Ahí hay posibles aliados.

Las organizaci­ones empresaria­les y financiera­s también tienen un peso importante en el acotamient­o del poder presidenci­al.

Y no son pocos los sindicatos que se verían seriamente afectados por los planes proteccion­istas de Donald Trump y está claro que no hay presidente que soporte tener en contra, por ejemplo, a los teamsters.

En fin, hay sindicatos, organizaci­ones empresaria­les y políticos de todos los niveles que pueden ser parte de un muro de contención de los peores planes de Donald Trump.

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