Donald Trump no se va a moderar, pero puede ser acotado
Hay una división entre los que ven una cierta moderación en las actitudes, decisiones y declaraciones de Donald Trump y los que vemos que este personaje no se ha movido un milímetro de su estridencia histriónica de querer usar al mundo como un pañal para sus planes de gobierno.
Lo primero que tienen que hacer los que tengan acceso al presidente electo es verdaderamente moderar sus arranques en Twitter. En manos de Trump, un smartphone con acceso a esta red social es tanto como tener el dedo en el botón rojo nuclear.
La megalomanía de Trump le ha impedido ver la frontera entre el final de la campaña y el inicio de la transición y en lo que ha llamado la gira del agradecimiento va por aquellos estados que le dieron el triunfo repitiendo las mismas consignas de campaña.
Su presencia en la planta de la firma Carrier, que fue sobornada u obligada para no instalarse en Nuevo León, dejó muchos mensajes altamente contradictorios. Para algunos, es tal su prisa de terminar con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) que desde ahora empieza a dejar sentir todo su peso en esa materia.
Para otros se trata de la manera de dar dos o tres golpes espectaculares en materia de comercio bilateral con México para después abandonar la radicalidad y obtener una negociación ligera del acuerdo comercial.
Que Donald Trump hable del muro entre México y Estados Unidos nos remite a los días de su campaña presidencial, pero que sea Mike Pence, el poderoso vicepresidente que habrá de tener Trump, quien lo ponga sobre la mesa nos habla de la real inclusión del tema en la política migratoria estadounidense.
Pence dice que hay una variedad de maneras de hacer a México pagar por el muro, entre otras condicionar ese pago en la renegociación del TLCAN.
Eso ya viene de un personaje que se supone es mucho más centrado que el presidente electo y viene de alguien que está llamado a ser el verdadero ejecutor del poder de la Casa Blanca a partir del 20 de enero.
Es inútil esperar moderación de quien nunca la ha tendido. Es mejor como país tejer una red con otras instituciones estadounidenses que tengan el mismo sentimiento de temor de que puedan cambiar las cosas que han funcionado tan bien.
Porque algo cierto es que a pesar de estar ante un presidente que pinta para tener reacciones autoritarias, las instituciones y los límites al poder unipersonal funcion an muy bien en Estados Unidos y aquí sí puede estar la salida.
No en enfrentarlo, pero sí en cercarlo con aquellos que desde dentro tienen la certeza de que Donald Trump puede acabar por afectar la propia economía estadounidense.
A pesar de estar repartiendo trabajos a toda la plantilla republicana, hay desde diferentes posiciones un claro rechazo a su manera de plantear la conducción nacional. Ahí hay posibles aliados.
Las organizaciones empresariales y financieras también tienen un peso importante en el acotamiento del poder presidencial.
Y no son pocos los sindicatos que se verían seriamente afectados por los planes proteccionistas de Donald Trump y está claro que no hay presidente que soporte tener en contra, por ejemplo, a los teamsters.
En fin, hay sindicatos, organizaciones empresariales y políticos de todos los niveles que pueden ser parte de un muro de contención de los peores planes de Donald Trump.