La banca italiana se la juega en el referéndum
El principal problema de los bancos son los más de 360,000 millones de euros de exposiciones deterioradas
La comunidad internacional, y en especial Europa, siguió de cerca el referéndum realizado en Italia el pasado 4 de diciembre. La ratificación de la reforma constitucional, buscaba, entre otros, reducir los poderes del Senado, y resultaba clave para no abrir un nuevo periodo de inestabilidad política y financiera en el país transalpino. Ganó el “no” y el primer ministro, Matteo Renzi, anunció su renuncia, avivando el aumento de la volatilidad en los mercados financieros. La interinidad política acrecentaría las dudas sobre las políticas a implementar para solventar los problemas del sistema bancario italiano.
Por una parte, el financiamiento público y privado tenderá a encarecerse debido a las mayores presiones sobre la rentabilidad de la deuda pública italiana. Pero también incidió negativamente en la probabilidad de éxito de las ampliaciones de capital anunciadas por entidades italianas relevantes —Monte dei Paschi, y posiblemente, UniCredit— así como en la situación de otras entidades de tamaño mediano y pequeño que ya fueron ayudadas tiempo atrás por las autoridades.
Además de existir margen para un ajuste de capacidad más intenso, optimizar la eficiencia y, ante todo, una mayor consolidación en un sistema con 635 entidades a mediados de este año, el principal problema de los bancos italianos son los más de 360,000 millones de euros de exposiciones deterioradas que mantienen en sus balances, esto es 18% del total de créditos. A diferencia del caso español, estas exposiciones no pertenecen en su mayor parte al sector constructor y promotor inmobiliario, lo que dificulta la solución del problema al no poder focalizar las medidas en una sola cartera. Pero las pérdidas, tarde o temprano, se tienen que reconocer.
Aunque tanto las iniciativas privadas como las reformas institucionales promovidas en el ámbito bancario en los últimos años están yendo en la buena dirección, van con retraso si se comparan con las actuaciones acometidas en otros países con problemas similares. Entre otros, se ha alineado el concepto de exposición deteriorada con los estándares internacionales, se ha mejorado la gobernanza de la banche popolari y de la banche di credito cooperativo, se han reformado las fundaciones bancarias buscando diversificar riesgos, y se han introducido medidas que agilizan la recuperación de deudas por parte de las entidades. Además, tratando de fomentar la transferencia de activos deteriorados de la banca a vehículos externos se ha aprobado el GACS o garantía del Tesoro sobre la parte sénior de los activos deteriorados titulizados (siempre que tengan la calificación de grado de inversión, al menos, por una de las principales agencias de rating). Y también se ha constituido el Fondo Atlante, que ya ha empleado 2,500 millones de euros para las ampliaciones de capital de dos entidades en dificultades, y que se ha comprometido a ayudar a reducir las elevadas exposiciones deterioradas de Monte dei Paschi. Aun así, la capacidad operativa de este fondo es reducida para un problema de tal dimensión.
En el caso de Monte dei Paschi, la implementación completa del nuevo plan de negocios presentado a finales de octubre suponía un importante alivio para su situación. Para ello deberían culminarse con éxito tanto la ampliación de capital de 5,000 millones de euros como la venta de una cartera de más de 27,000 millones de euros de activos deteriorados (los de peor calidad crediticia, sofferenze). No obstante, la operación presentaba riesgos de ejecución, y la ampliación se complicó con el triunfo del “no” en el referéndum. Ante el fracaso del plan, existen distintas alternativas para recapitalizarlo, contempladas en el nuevo marco regulatorio europeo (BRRD), y que podrían impactar negativamente incluso en los inversionistas minoristas, aunque éstos fuesen compensados posteriormente mediante algún mecanismo. El éxito de Monte dei Paschi es esencial para la creación de un mercado dinámico de exposiciones deterioradas en Italia, y sería un ejemplo a imitar por otras entidades.
En última instancia, las reformas del sistema bancario italiano sólo tendrán éxito si las importantes exposiciones deterioradas de los balances se reducen. Para ello, son necesarios dos elementos: su complementariedad con otras reformas estructurales que contribuyan a impulsar el bajo crecimiento de la tercera economía de la zona euro, y estabilidad financiera. Y ésta última que, en buena parte, es la que “se jugó” en el referéndum.