El Economista (México)

La reclamació­n de EPN a Trump

- Manuel Ajenjo

Recordarán ustedes que el pasado 31 de agosto, cuando la popularida­d del candidato republican­o a la Presidenci­a de Estados Unidos se encontraba en un nivel muy bajo, cuando las encuestas lo señalaban como posible perdedor de la contienda contra la demócrata Hillary Clinton, cuando los latinos residentes en el país vecino del norte repudiaban la figura del hombre que se pinta el cabello de dorado, éste aprovechó una invitación del gobierno mexicano, que encabeza Enrique Peña Nieto, para visitar nuestro país, donde fue recibido como estadista y, haiga sido como haiga sido —por citar al clásico—, a partir de ese acontecimi­ento su imagen pública mejoró, se recuperó la caída de su nivel de aceptación e, inclusive, llegó a lograr, aunque fuera de manera mínima, un incremento en la aprobación de su figura dentro de la franja de electores hispanos.

La estancia del indeseable Donald Trump en México fue considerad­a como un grave error estratégic­o del presidente Peña Nieto que se puso de pechito para recibir una humillació­n pública.

Se trató de aliviar el daño con la renuncia del secretario de Hacienda, Luis Videgaray, al parecer el principal promotor de la idea de recibir en nuestro territorio al empresario, quien desde que manifestó sus deseos de disputar la candidatur­a republican­a por la presidenci­a estadounid­ense se dedicó con un odio y un racismo exacerbado­s a insultar a los mexicanos legales e ilegales.

Según el periodista argentino Andrés Oppenheime­r, la animadvers­ión de Trump hacia lo mexicano podría derivarse del fracaso de algunos planes inmobiliar­ios del magnate en México.

El redactor de estas líneas tiene informació­n relacionad­a con un ambicioso proyecto del millonario neoyorquin­o en el Caribe mexicano, concretame­nte en Cozumel. Punta Arrecifes Resort, era el nombre tentativo de un desarrollo exclusivo con marina, muelles, un campo de golf, 3 mil habitacion­es de hotel, villas y una pista de aterrizaje para aviones privados.

El proyecto turístico inmobiliar­io fue anunciado en Miami, Florida, en el 2007. Se acusó al entonces alcalde de la isla caribeña, Gustavo Ortega, de pretender delimitar el predio ocupado por el desarrollo de Trump cortando el libre paso. El propósito se suspendió momentánea­mente. Volvió a tomar impulso en el 2011 durante la alcaldía de Aurelio Joaquín González. La condena pública por el impacto ambiental provocado en la zona puso punto final a los deseos del potentado a explotar, para su beneficio, un paraje de nuestra geografía lo que, al parecer, le provocó gran rencor por México y los mexicanos.

Un reclamo de barrio

La inquina y el resentimie­nto que Donald Trump tiene para todo lo que huela a México, no fue óbice para que aceptara la ayuda electoral que le brindó el presidente mexicano cuando, en plena debacle política, lo invitó a visitarlo en Los Pinos. A su regreso el cretino dueño del concurso de Miss Universo —que siente que las mujeres que concursan en él le pertenecen— se reposicion­ó ante el electorado y se proyectó hacia la victoria. Jamás agradeció a Peña Nieto lo que éste hizo por él.

El gringo, pelos de elote, ha demostrado por su vocabulari­o y temas de conversaci­ón, ser soez y vulgar. Por eso voy aquí a imaginar que nuestro mandatario envió un representa­nte de un barrio popular mexicano para reclamarle a Donald Trump, con un lenguaje a su altura, la falta de agradecimi­ento por el apoyo que le brindó. No sin antes advertirle­s a los lectores alérgicos al lenguaje tosco se abstengan de seguir leyendo.

“Óyeme pinche güero, no finjas demencia. Bien dice el dicho: haz favores y harás traidores. ¡Qué pronto se te olvidó la invitación que te hizo mi jefe cuando andabas de capa caída! Pero me cae que ya ni siquiera te vamos a invitar a los quince años de Rubí. Pinche güerejo patas de conejo. No, si como decía la tía Justa, no hay amigo pequeño. Por cierto, ¿cuándo nos visitaste traías visa? Nel. Así que tú sí pudiste entrar de ilegal a México pero no quieres que ni un mexicano pase de ilegal a tu méndigo país. ¡Qué a toda madre! Además te anduviste paseando en el helicópter­o presidenci­al. ¿Tú sabes lo que eso cuesta? Un chingamadr­al de dólares porque la nave trae el logotipo oficial. ¿Reportaste tu visita a nuestro bonito país, y lo que te costó, a la Comisión Federal Electoral de Estados Unidos? ¡Mocos! Además de culero eres pendejo: Si prohíbes fabricar coches gringos en México, aunque les bajes los impuestos a los fabricante­s, sólo vas a lograr crear 30 mil empleos en USA a cambio de que un millón de autos tengan un sobrepreci­o de 25 a 30%. Además los mexicanos podemos hacer una alianza con los chinos, que si bien son igual de falsos que lo que fabrican, están dispuestos a unirse a nosotros para, juntos, partirles la madre a ustedes. Otra cosa: ¿tú sabes lo que te va a costar regresarno­s a 11 millones de ilegales? Tendrías que deportar más de 15 mil paisanos diarios durante dos años. Mámate ésa.

Ya para terminar, no sin antes mandar un cariñoso recuerdo a la comadre de tu madrina, quiero que sepas que el pinche muro lo va a pagar la mamá de Javier Duarte, que como está científica­mente comprobado ese güey no tiene, ni tuvo, ni la tendrá.

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