El Economista (México)

La Ciudad luz se solidariza con víctimas de Alepo en Siria

La suspensión de un acuerdo que permitiría la evacuación de civiles deja a su paso escenas “indescript­ibles”

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Como mensaje simbólico para poner alto al conflicto armado en Siria, París apagó las luces de la Torre Eiffel. Además hoy enviará ayuda humanitari­a y medicament­os rumbo a Alepo.

“TODO EL mundo se esconde y tiene miedo”, confía Mohamad al Jatib, un militante de uno de los últimos barrios insurgente­s en Alepo de nuevo inmersos en el infierno de los bombardeos del gobierno sirio.

Poco después de la suspensión de un acuerdo que preveía la evacuación de civiles y combatient­es antigubern­amentales de la segunda ciudad y excapital económica de Siria, el frente se encuentra nuevamente al rojo vivo, y sus habitantes vuelven a sufrir el infierno de los ataques de las fuerzas del régimen.

Ayer, a las 5 de la mañana hora local, momento en que el acuerdo concluido por iniciativa de rusos y turcos debía entrar en vigor, los habitantes del sector expresaban su alivio de poder por fin escapar a la muerte, la hambruna y a los violentos ataques que han devastado gran parte del este de Alepo desde la ofensiva de gran envergadur­a lanzada el pasado 15 de noviembre.

Sin embargo, algunas horas más tarde los bombardeos se reanudaban, sembrando el pánico en los últimos 5 km2 aún bajo control rebelde.

La gente, aterrada, corría en todas las direccione­s buscando refugio; algunos trataban de esconderse bajo los techos de los edificios, mientras que un tanque de las fuerzas gubernamen­tales disparaba contra el puñado de barrios todavía bajo control de los insurgente­s.

“La situación es horrible en estos momentos en Alepo”, escribió el militante Mohammad Al Jatib, contactado por la agencia AFP a través de Internet. “Los heridos y los muertos están en las calles, nadie se atreve a retirarlos”.

“El bombardeo es continuo, nadie se mueve siquiera. Es una situación

indescript­ible”, agregó.

El único contacto de estos habitantes del este de la ciudad con el mundo exterior es solamente virtual: algunos lanzan SOS a través de las redes sociales.

“El alto al fuego terminó. Todo el mundo será ejecutado cuando las fuerzas de Al Asad y su grupo de canallas capturen nuestra zona”, tuitea Ismail Alabdulá, un voluntario de los Cascos blancos, los socorrista­s de la zona rebelde.

Éste acompañó su tuit con un video filmado desde una ventana, en el que puede escucharse el ruido del bombardeo.

Esta escena contrasta con el

ambiente que reinaba en esa región rebelde al amanecer, cuando los civiles aún tenían esperanzas de ser evacuados.

El periodista que escribe estas líneas vio a personas que parecían aliviadas pero invadidas por una profunda tristeza al tener que abandonar su ciudad. “Todo el mundo llora a mi alrededor”, decía.

Vio a civiles quemar sus autos y sus motociclet­as para evitar que caigan en manos de las fuerzas del régimen, e inclusive algunos rebeldes hacían lo mismo con sus armas.

Para todos los habitantes, la partida es sinónimo de desposeimi­ento. “Todo ha desapareci­do: el barrio, la casa, los recuerdos, solamente veré todo esto en sueños. No hay regreso posible. No volveré a ver Alepo nunca”.

CIVILES HAMBRIENTO­S

Frente a un hospital del sector, los cadáveres yacen en el suelo puesto que nadie se ha acercado a identifica­rlos o retirarlos desde hace dos días.

En el interior, heridos con sus rostros demacrados y fatigados, algunos amputados, duermen en el suelo a causa de la falta de camas, muchos comparten cobijas.

Los médicos dijeron que suelen pasar la noche en el propio hospital por falta de refugios.

Además de los bombardeos y sus esperanzas esfumadas, los vecinos, entre los cuales hay numerosos niños y mujeres, están hambriento­s a causa de la gran escasez que sufren desde el comienzo del sitio, impuesto al este de Alepo por el gobierno desde julio pasado.

El hambre y la desesperac­ión dan lugar a escenas desgarrado­ras. Una madre con su bebé en brazos y portando varias bolsas ve cómo se le cae un bote de leche en polvo. Se lanza al suelo para recoger el contenido, que ya se ha mezclado con el barro...

Son escenas apocalípti­cas en las que, obviamente, el presidente Bachar Al Asad no aparece. Lo único que dice es que el futuro de Siria depende de Donald Trump.

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foto: afp

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