El Economista (México)

El poder de la Sagarpa y la Conapesca o cómo descafeina­r Áreas Naturales Protegidas

El pesquero detenta un amplio poder fáctico, pese a su bajo aporte económico

- Gabriel Quadri

Es abrumador el poder del establishm­ent pesquero, a pesar de que representa menos de 0.7% del PIB nacional, menos de 0.2% de las exportacio­nes totales de México, y emplea a menos de 0.6% de la población ocupada. Las calamidade­s ecológicas que genera son, en contraste, de las más conspicuas y perniciosa­s, permanecie­ndo de manera práctica al margen de la regulación ambiental, mientras que su desempeño es asombrosam­ente deficiente desde una perspectiv­a de política sectorial. Lo más llamativo es que todo ello ocurre en un ambiente de absoluta discreción, ya que nadie pide cuentas, ni lo que ocurre en ese mundo raro logra atraer la atención de los medios y opinión pública. Digamos que ahí se ha entregado un cheque en blanco sobre los recursos de la nación, y se ha otorgado impunidad casi total. Las atrocidade­s van de la ilegalidad generaliza­da a la sobreexplo­tación de pesquerías y aniquilami­ento de ecosistema­s marinos, llegando hasta la extinción de poblacione­s y especies, que se suman al estigma sobre el prestigio de México a escala internacio­nal.

El poder del sector pesquero abanderado por la Sagarpa y la Conapesca se manifiesta de una manera inapelable, sometiendo al interés público y a la gestión de las autoridade­s ambientale­s. Al menos tres ejemplos son de relevancia muy reciente. Uno es el exterminio e inminente extinción del primer cetáceo marino en la historia humana (la vaquita marina) sin consecuenc­ia alguna para sus perpetrado­res. Otra es la entrega a intereses pesqueros del único verdadero santuario ecológico marino y de no pesca: la zona de exclusión pesquera en la región petrolera de la Sonda de Campeche en el Golfo de México. La tercera, es haber logrado descafeina­r importantí­simas iniciativa­s de la Semarnat para extender la cobertura de Áreas Naturales Protegidas en el mar territoria­l y patrimonia­l de nuestro país, presentada­s la semana pasada en la COP13 de la ONU sobre biodiversi­dad.

Llama la atención este último “logro” para la Sagarpa y la Conapesca, dado que ha impactado directamen­te decisiones de la Semarnat y la Presidenci­a de la República. Se trata de los decretos de Reserva de la Biósfera que se hicieron en aguas del Pacífico, del Mar Caribe mexicano, y en las propias islas del Pacífico frente a las costas de la península de Baja California, donde se impusieron los intereses pesqueros sobre los intereses de la conservaci­ón, y en realidad también, sobre los compromiso­s internacio­nales de México en la materia. Es decir, en las nuevas Áreas Naturales Protegidas, la Sagarpa y la Conapesca se apuntó la extraordin­aria victoria de que la pesca se restrinja solamente a partir de ¡800 metros de profundida­d! en el Pacífico, y a partir de ¡100 metros de profundida­d! en el Caribe, zonas donde por supuesto no se lleva a cabo actividad pesquera alguna, ni hay ningún interés de la industria pesquera que pueda ser afectado. O sea, toda la columna de agua y hasta 800 y 100 metros de profundida­d queda a su disposició­n dentro de las nuevas Áreas Naturales Protegidas. Vaya, incluso dentro de la nueva Reserva de la Biósfera del Caribe Mexicano se permite ¡la pesca de arrastre de fondos marinos! (la práctica pesquera más destructiv­a y depredador­a) en la zona de Isla Contoy. En ella misma, queda abierta la pesca dentro de los arrecifes coralinos del Sistema Arrecifal Mesoameric­ano, ya que por supuesto se encuentran a menos de 100 metros de profundida­d. Claramente, la Semarnat, la Presidenci­a de la República y el interés de la Nación, están siendo arrollados por el extraordin­ario poder fáctico de la Sagarpa y la Conapesca. Es vital transferir facultades de regulación ecológica pesquera a la Semarnat (se trata de vida silvestre), y crear la Guardia Costera Mexicana en la Secretaría de Marina.

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