El Economista (México)

La tentación política le pesa a las finanzas públicas

- Enrique Campos

Hay una obra de infraestru­ctura a la que el gobierno federal le está echando los kilos. Se le nota al tren México-Toluca, el cual tiene toda la presión política de quedar listo lo antes posible. Podrían ser dos opciones: que la administra­ción del presidente Peña Nieto tenga el más legítimo interés en que los ciudadanos puedan, rápidament­e, usar este medio de transporte, que tanta falta hace, o la segunda puede ser que pretendan tener lista la obra de relumbrón para las elecciones en el Estado de México. Usted elija la opción.

Debe ser enorme la presión política del actual gobierno que ve cómo baja su popularida­d entre los ciudadanos al tiempo que tiene la obligación de recortar los gastos, con elecciones tan importante­s a la vuelta de la esquina.

Esta es precisamen­te una de las preocupaci­ones que tienen no pocos analistas internacio­nales respecto al proceso de corrección presupuest­al que tiene que hacer el gobierno federal.

El sobreendeu­damiento de las finanzas públicas debería estar en un proceso correctivo que evite, entre otras cosas, que México pierda sus calificaci­ones crediticia­s actuales. Pero al mismo tiempo esto es un lastre para aquellos que saben que en el gasto público está su posibilida­d de mantenerse en el poder.

El desequilib­rio de las cuentas públicas en los niveles actuales ha sido responsabi­lidad del actual gobierno. No hay margen para culpar a los gobiernos anteriores ni para seguir con aquello de que todo tiene que ver con la crisis que llegó del exterior.

Hasta ahora lo que hay es un plan para iniciar la corrección de esos desequilib­rios. No endeudarse más, empezar a gastar con más apego a los ingresos y trazar en los años por venir un camino de regreso a la disciplina perdida. ¡Pero se atraviesan las elecciones!

La duda razonable y fundada de los expertos en los mercados es si la clase política será capaz de cumplir con lo que prometen o si sucumbirán ante la tentación de soltar la cartera para influir en las elecciones que vienen el resto del sexenio, incluidas la del Estado de México y las federales del 2018.

Da mucha confianza que en la Secretaría de Hacienda despachen funcionari­os responsabl­es, pero en la línea de mandotiene­n hacia arriba quien puede disponer de la chequera del gasto público.

Es un hecho que quien sea que encabece la próxima administra­ción tendrá que componer el desorden financiero actual, no hay duda de que serán varios años de austeridad presupuest­al.

Y más cuando en el mundo el panorama pinta tan complejo como lo que habrá de ocurrir exactament­e dentro deun mes: Donald Trump será presidente de Estados Unidos.

Lo que está en la balanza es el grado de responsabi­lidad de las autoridade­s actuales con la recomposic­ión de las finanzas públicas. Esa es la duda financiera que tiene el mundo respecto a México en los años por venir.

Por lo pronto, el hecho de que haya especial atención al manejo del gasto por parte de las firmas calificado­ras y los analistas nos anticipa que quizá nos podemos enterar de un gasto discrecion­al a través de una rebaja crediticia.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico