El Economista (México)

El 2016: un tsunami

Un año en el que la realidad nos abrió los ojos para ver lo que la razón y el propio ego muchas veces nos impiden ver y sentir.

- armando regil

En enero asistí a la reunión anual del World Economic Forum como uno de los 50 Global Shapers invitados a Davos. Al darnos la bienvenida, el profesor Klaus Schwab advirtió que el 2016 sería un punto de inflexión, pues las olas de transforma­ciones provocadas por la cuarta revolución industrial (digital) se potenciarí­an para formar un tsunami.

Cuanta razón tenía. El 2016 será recordado como el año en el que nos dimos cuenta que todo es posible (no puedo afirmar que hayamos aprendido del todo, pues eso se verá con el tiempo). Un año en el que la realidad nos abrió los ojos para ver lo que la razón y el propio ego muchas veces nos impiden ver y sentir.

Una foto durante la reunión del G7 en Japón (mayo) retrata la avalancha de cambios políticos inesperado­s. Pocas semanas después, David Cameron perdería el referéndum que abrió el camino para que el Reino Unido abandone la Unión Europea (Brexit) y fue sustituido por Theresa May.

Lo mismo ocurriría al primer ministro de Italia, Matteo Renzi, quien, meses más tarde se vio obligado a dimitir tras perder el referéndum que impulsó. Sin duda, la mayor sorpresa para el mundo fue la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos y la reconfigur­ación global que se acelerará a partir de su toma de posesión el 20 de enero.

En el 2017, el presidente Hollande de Francia será remplazado y Angela Merkel aún no sabe si se reelegirá. Pero más allá del plano político, también fuimos testigos de múltiples ataques terrorista­s en Bruselas, Niza, Berlín y Estambul (por mencionar algunos); un tiroteo masivo en Orlando y el asesinato de policías en Dallas.

Despedimos a Juan Gabriel, Prince, Bowie, George Michael, Cohen, Muhammad Ali, Arnold Palmer y Gene Wilder. Murieron también Nancy Reagan y Fidel Castro. Todo esto sin mencionar los miles de muertos y millones de refugiados que huyeron de la guerra en Siria. Por supuesto, México no se quedó atrás, pues ni violencia ni corrupción cesan lo más mínimo.

Importante para México fue la visita del papa Francisco en febrero y la reconfigur­ación del mapa político después de las elecciones en 12 estados (en ocho entidades, el gobierno cambió de partido).

La lista de acontecimi­entos es muy larga. Lo importante será terminar el año entendiend­o que si el sistema del ego está colapsando, son entonces la humildad (para aprender) y la creativida­d (para resolver) nuestras herramient­as más poderosas para iniciar un 2017 en el que necesitare­mos aprender a ser mucho más empáticos y resiliente­s.

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