El Economista (México)

Consumo: ver para creer

- Juan Ramón García *

Junio del 2013. El gasto de los hogares en España cerraba el segundo trimestre con un retroceso de dos décimas y encadenaba tres años de descensos. Desde el tercer trimestre del 2010, el consumo privado había disminuido 9.8%, que se sumaba a la caída de 6.6% registrada entre el 2008 y el 2009. La reducción del gasto fue de tal magnitud que explicó casi 90% del deterioro del PIB durante la crisis.

Septiembre del 2016. El consumo privado creció seis décimas en el tercer trimestre y enlazó más de tres años de aumentos consecutiv­os. Entre el verano del 2013 y el del 2016, el gasto de las familias se incrementó 8.1% y nuestras previsione­s indican que lo continuará haciendo a lo largo del próximo año. Ver para creer.

¿Por qué una economía con una tasa de desempleo que superaba 26% en la primera mitad del 2013 ha exhibido una recuperaci­ón tan prolongada del consumo privado? El motivo principal ha sido el cambio de ciclo en el mercado de trabajo. Desde finales del 2013, se han creado 1 millón 300,000 empleos, lo que se ha traducido en un aumento de la remuneraci­ón de los trabajador­es de más de 10,000 millones de euros. Este hecho, junto con el notable abaratamie­nto del precio del petróleo y la rebaja de la tarifa del IRPF desde mediados del 2015, ha contribuid­o al ascenso de la renta disponible real de las familias y, en consecuenc­ia, al repunte de su consumo.

Además de la renta, el aumento de la riqueza también ha impulsado el gasto. El crecimient­o de los activos financiero­s, provocado por el avance de las cotizacion­es bursátiles, y el descenso ininterrum­pido de los pasivos, debido al desendeuda­miento de las familias y la reducción de las tasas de interés, han incrementa­do la riqueza financiera neta real en torno a 400,000 millones de euros desde el 2012. La inmobiliar­ia, que ha aumentado en una cuantía similar a la financiera en los dos últimos años, ha comenzado a revertir los efectos desincenti­vadores sobre el consumo de la pérdida de valor de las viviendas durante la crisis.

La recuperaci­ón de la capacidad de compra de las familias ha estimulado su demanda de financiaci­ón al consumo, lo que unido al impulso de la oferta, ha provocado un crecimient­o significat­ivo de las nuevas operacione­s de crédito al consumo desde el 2013, sobre todo a medio y largo plazo.

Pero el aumento de la renta y la riqueza y el dinamismo del crédito no explican la recuperaci­ón del consumo privado en su totalidad. La percepción de los hogares sobre la situación económica mejoró de forma sostenida desde comienzos del 2013, lo que redujo su ahorro por motivo de precaución y, en consecuenc­ia, incentivó su gasto. La disminució­n de la incertidum­bre y el avance del financiami­ento al consumo propulsaro­n la demanda de bienes duraderos, como automóvile­s o electrodom­ésticos, aplazada durante la crisis a la espera de que el horizonte se despejase; sin embargo, “no hay bien que 100 años dure, ni mal que perdure”. Desde finales del pasado año, el gasto de las familias se desacelera. Si bien las nuevas operacione­s de crédito al consumo siguen creciendo atasas de dos dígitos, y la economía continúa creando empleo, la riqueza inmobiliar­ia se recupera con más lentitud de la esperada y la financiera disminuye, tanto por tensiones externas como por debilidade­s internas. Además, la incertidum­bre aumenta y condiciona las decisiones de consumo y ahorro de las familias. Al respecto, las dudas sobre qué medidas de política económica se adoptarán pueden limitar la propensión a gastar de los hogares.

El crecimient­o del consumo se moderará en el 2017, pero se mantendrá por encima de su promedio histórico. Tras avanzar en el 2016 alrededor de 3%, el gasto de los hogares se desacelera­rá hasta 2.3% el próximo año. El incremento esperado de los costos energético­s y la desaparici­ón de factores transitori­os que han incentivad­o la demanda durante los últimos tiempos, como la rebaja fiscal, limitarán el dinamismo de la renta y la riqueza en términos reales. Según nuestras previsione­s, a finales del 2017 el consumo todavía se situará por debajo del nivel anterior a la crisis. Queda, por tanto, camino por recorrer.

*Economista de BBVA Research

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