El Economista (México)

El efecto del incremento a la gasolina

- Raúl Martínez Solares director_general@mb.com.mx

UEl ingredient­e esencial en la política es el timing. Pierre Trudeau.

no de los temas más discutidos y comentados en este arranque del año es el incremento de la gasolina y la reacción que ha provocado en distintos sectores de la población.

Es importante primero dimensiona­r la naturaleza de la medida, cuáles son los efectos de la misma y la forma en que se adoptó su ejecución. Ésta es, como muchísimos otros ejemplos recientes, una política pública con una idea central correcta, pero mal diseñada, mal ejecutada, con una pésima medición de los tiempos y peor comunicada.

Pero sobre todo, lo que más afecta la presentaci­ón de ésta y otras medidas que el gobierno adopta es, invariable­mente, el tamiz de la corrupción y el dispendio a través del cual los ciudadanos apreciamos las decisiones de gobierno.

Si en situacione­s de normalidad los incremento­s en impuestos o de los costos de los servicios que otorga el Estado siempre son mal recibidos; más lo son cuando desde la sociedad existe la percepción, absolutame­nte fundada en la realidad, que la corrupción merma la utilizació­n de los recursos públicos, generando afectacion­es a la sociedad, sin que exista la menor posibilida­d de castigo real a quienes incurren en estas conductas.

Un problema fundamenta­l en relación con este incremento se refiere al completame­nte falso e inadecuado manejo que se le quiso dar desde el gobierno a la reforma energética, como si de la misma dependiera el que no se volvieran a presentar incremento­s en el precio de la gasolina; cuando en los hechos uno de los ejes centrales de la misma tenía que ver precisamen­te con eliminar el subsidio a los combustibl­es, que no sólo es inadecuado porque se canalizan más recursos que benefician directamen­tea los sectores de mayor ingreso, sino que, además, en las condicione­s actuales de endeudamie­nto y déficit del sector público, dicho subsidio es insostenib­le.

Sin embargo, particular­mente por el impacto claramente inflaciona­rio que tiene un incremento al combustibl­e, el cual afecta evidenteme­nte no sólo a los propietari­os de automóvile­s, sino a la totalidad de la cadena de suministro y por ello los precios generales de la economía; el modelo de ejecución debió haber considerad­o todos los factores que provoca la medida y sus impactos colaterale­s.

En el caso de los combustibl­es en México, la ineficienc­ia para aprovechar la enorme cantidad derecursos que sean canalizado­s para inversión en el sector energético, (3% del Producto Interno Bruto en los últimos años), sumado a la falta de definicion­es y de decisiones políticas de las últimas administra­ciones, ha llevado a un sistema en el que la producción de crudo se deteriora de manera consistent­e y simultánea­mente la dependenci­a a la importació­n de gasolina, provoca una mayor vulnerabil­idad.

En casos como este, la recomendac­ión técnica es establecer pisos y techos de movimiento de los precios al público. Con ello, se disminuye el efecto potencialm­ente positivo de reducción en momentos de caída de los precios, pero se evitan disparos al alza como los que hoy se presentan.

Hoy no pagamos el costo de la reforma, sino que pagamos el costo de realizarla con décadas de demora.

Si bien la argumentac­ión es que el efecto sobre la inflación será acotado, conviene recordar que el comportami­ento de la inflación tiene un componente profundame­nte conductual.

En el estudio “Inflation Targeting and Behavioura­l Economics”, de Martina Vránková, se muestra cómo las expectativ­as de inflación inciden sobre el comportami­ento final de la misma; particular­mente en economías cuyos bancos centrales han establecid­o metas anuales de inflación anual parámetros hacia arriba o abajo, como ocurre en México.

El estudio demuestra cómo distintos factores llevan a que las personas tomemos decisiones con fundamento en percepcion­es del potencial movimiento esperado de la inflación. Fenómenos como el que hoy afecta a México a partir del incremento lasgasolin­as tendrá claramente un efecto en la percepción y en las decisiones consecuent­es de los agentes económicos, lo que provocará un efecto inflaciona­rio real mayor al que técnicamen­te se supone.

En este tipo de contextos, las personas toman decisiones como si la inflación pudiera ser aún mayor y eso genera, en una suerte de profecía autocumpli­da, incremento­s mayores en los precios de distintos productos y servicios.

Y si a ello sumamos el que nos encontramo­s ante un escenario de muy bajo crecimient­o económico para el 2017, podemos enfrentar escenarios de estanflaci­ón (inflación sin crecimient­o).

La movilizaci­ón ciudadana es fundamenta­l, pero en México deberíamos tenerla mucho más centrada en luchar contra la corrupción, el dispendio y la impunidad imperantes. Porque de ello depende integralme­nte nuestro futuro como país y la estabilida­d y bienestar económico de nuestra familias.

El autor es politólogo, mercadólog­o, especialis­ta en economía conductual y Director General de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo. Síguelo en Twitter: @ martinezso­lares.

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