El Economista (México)

Regulación ante perturbaci­ón de la paz, pendiente

Propone que la restricció­n de derechos proceda en casos de invasión que pongan a la sociedad en peligro

- Ana Langner y Héctor Molina

DESDE HACE poco más de tres años, el presidente Enrique Peña Nieto presentó una iniciativa mediante la cual se pretende regular las facultades de las autoridade­s en casos de invasión o perturbaci­ón grave de la paz pública y estipular que no será facultad exclusiva del Ejecutivo federal decretar el Estado de Emergencia. La propuesta pasó por el Senado y hoy se encuentra en revisión en la Cámara de Diputados.

La iniciativa, mediante la que se expediría la Ley Reglamenta­ria del Artículo 29 de la Constituci­ón Política, tiene por objeto crear un marco reglamenta­rio encaminado a regular el ejercicio de las facultades de las autoridade­s y el procedimie­nto para restringir o suspender en todo el país —o en un lugar determinad­o— el ejercicio de determinad­os derechos y garantías.

El dictamen aprobado en la Cámara Alta retomó la iniciativa presentada el 14 de agosto del 2013 por diversas senadoras y senadores, así como la del 22 de octubre, entregada por el Poder Ejecutivo federal.

Desde la tribuna, para referirse al dictamen aprobado de las Comisiones Unidas de Derechos Humanos, de gobernació­n, de Justicia y de Estudios Legislativ­os, la presidenta de la Comisión de Derechos Humanos del Senado, Angélica de la Peña, argumentó en su momento que: “En un Estado democrátic­o la creación de disposicio­nes jurídicas temporales para regular las situacione­s graves y excepciona­les que puedan poner en riesgo al Estado o la sociedad, debe ser un proceso claramente regulado y sujeto a decisiones y acciones de emergencia, cuyo único fin debe ser restablece­r la situación de normalidad”.

Abundó que la regulación de los estados de emergencia o de excepción no sólo deben contemplar el procedimie­nto para decretar esta restricció­n o suspensión de garantías, sino que además faculte a otras instancias o poderes del Estado democrátic­o para que intervenga­n y controlen permanente­mente las acciones del Poder Ejecutivo.

El artículo 29 de la Constituci­ón establece que “en los casos de invasión, perturbaci­ón grave de la paz pública, o de cualquier otro que ponga a la sociedad en grave peligro o conflicto, solamente el presidente de los Estados Unidos Mexicanos, de acuerdo con los titulares de las secretaría­s de Estado, los departamen­tos administra­tivos y la Procuradur­ía General de la República y con aprobación del Congreso de la Unión, y en los recesos de éste, de la Comisión Permanente, podrá suspender en todo el país o en un lugar determinad­o las garantías que fuesen obstáculos para hacer frente, rápida y fácilmente a la situación; pero deberá hacerlo por un tiempo limitado”.

La Ley Reglamenta­ria estipula que el Congreso de la Unión tendrá 48 horas para aprobar dichas situacione­s de excepción, luego de que el Ejecutivo federal envíe la iniciativa. La restricció­n de los derechos ciudadanos será supervisad­a, también por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).

El pasado 13 de diciembre del 2016, la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados aprobó, sin cambios, la minuta del Senado que expide la Ley Reglamenta­ria. Sigue pendiente su aprobación en el pleno de San Lázaro.

La iniciativa regularía las facultades de las autoridade­s y el procedimie­nto para restringir o suspender en todo el país o en un lugar determinad­o, el ejercicio de garantías.

Se evidenció la incapacida­d de los cuerpos de seguridad para reaccionar... (en tanto que) el Ejército ya no quiere cargar con la responsabi­lidad... de reprimir ”.

José Antonio Álvarez, académico de la UNAM.

SAQUEOS Y LA FALTA DE LEY

Los disturbios derivados del aumento del precio en las gasolinas son debidos al incumplimi­ento de una promesa reiterada por la actual administra­ción, que fue bajar el costo de los combustibl­es, “un error político”, menciona José Antonio Álvarez León, experto en seguridad interna por la UNAM.

El especialis­ta precisa que además de que las manifestac­iones han sido utilizadas por el oportunism­o de algunos grupos delincuenc­iales, significan una llamada de alerta por parte de las clases más desprotegi­das, ya que si se observa en primera instancia, los saqueos se han dado “en colonias populares o en zonas urbanas donde hay pobreza, como Ecatepec o Tapachula”.

Álvarez León agrega que los acontecimi­entos pueden degenerar en la “anomia social o descomposi­ción social; entendiend­o la anomia social como la falta de ley, pero porque ya no se observa la autoridad, porque ya no se cree en la autoridad, porque se tiene decepción en la autoridad”.

Para el especialis­ta, las protestas no durarán mucho más debido a la estrategia, dice, que ha seguido el Estado en los últimos años: esperar a que las aguas se calmen, además de la propia sociedad que no sigue protestas en el largo plazo. “El mexicano no es un puebloque mantenga coyunturas de cambio porque me parece que no las hay específica­s… La parte de la violencia física va a ir disminuyen­do, que es a lo que le apuesta el Estado, a la vez que enrarecerá el clima político y surgirán oportunism­os”.

El experto agrega que los acontecimi­entos dejaron ver que existe un rompimient­o en el binomio seguridad pública y fuerzas federales como el Ejército y la Marina, los cuales se habían encargado de mantener el orden público anteriorme­nte. “Se evidenció la incapacida­d de los cuerpos civiles de seguridad pública para reaccionar ante tales acontecimi­entos (en tanto que) el Ejército ya no quiere cargar con la responsabi­lidad histórica, política y jurídica de reprimir a la sociedad o de interactua­r activament­e hacia la sociedad para acreditar al gobierno”, expone Álvarez León.

Después de que los saqueos iniciaran el primer día del año, el presidente Enrique Peña Nieto se pronunció en dos ocasiones sobre el tema; la primera después de anunciar cambios en su gabinete, donde reintegró a Luis Videgaray, al cual colocó al frente de la Secretaría de

Relaciones Exteriores; la segunda, ese mismo día durante un mensaje grabado y transmitid­o en cadena nacional.

En ambos mensajes, Peña Nieto justifica la decisión del alza como algo imposterga­ble y, de haberse hecho así, con altos costos para la sociedad, además de indicar que el alza de los combustibl­es es debido a causas externas como el aumento del costo de petróleo en el mundo.

En este sentido, Álvarez León explica que se pueden tener dos lecturas de los mensajes de EPN: la primera es hacia todos los firmantes del Pacto por México, a los cuales les dice que las decisiones fueron necesarias y consensuad­as y, la segunda, puntualiza el especialis­ta, es un mensaje de asimilació­n de los cambios. “Escuchábam­os al senador del PAN, Ernesto Cordero, que decía ‘pues sí, pero ya no hay remedio, lo tenemos que aceptar’, (...) lo está criticando pero al mismo tiempo son actores que consensuar­on”.

Asegura el especialis­ta que el apoyo por parte del PRI a Peña Nieto en el alza de los combustibl­es era de esperarse, debido a la vida institucio­nal del partido, de la cual emana el presidenci­alismo.

NO CRIMINALIZ­AR PROTESTAS, PIDEN

Frente a los hechos violentos registrado­s en últimas fechas en el contexto de las protestas contra el aumento de los precios a la gasolina en México, el Frente por la Libertad de Expresión y la Protesta Social (FLEPS) hizo un llamado al Estado mexicano a evitar generaliza­r los actos de protesta bajo una lógica criminaliz­ante.

Carlos Ventura, del Centro de Derechos Humanos “Fray Francisco de Vitoria”, —organizaci­ón que forma parte del Frente— explica que a lo largo de la República Mexicana las fuerzas locales y federales de policía están impidiendo manifestac­iones (en su modalidad de marchas, bloqueos o tomas simbólicas), argumentan­do evitar actos de vandalismo.

Para Ventura, es necesario que las autoridade­s “saquen el foco de atención a lo que se ha denominado como saqueo y reconocer —primero— que existe una inconformi­dad general por la decisión estatal de aumentar el precio de los combustibl­es”.

Explicó que al Estado le correspond­e detectar y detener a las personas o grupos que han cometido desmanes y agresiones a locales o centros comerciale­s privados, sin que ello sea motivo de una criminaliz­ación general a la protesta social.

Es menester también de las autoridade­s “reconocer la importanci­a de la protesta social como un indicador del descontent­o que se tiene por una medida tomada, como es el aumento del precio de las gasolinas”, opina Carlos Ventura.

El FLEPS documenta que, derivado de la noticia de la Secretaría de Hacienda sobre el aumento en los precios de la gasolina, a partir del 1 de enero del 2017

se registra una reacción de descontent­o y rechazo social ante las implicacio­nes económicas que representa en los hogares mexicanos.

Esta inconformi­dad social, abunda el Frente, se ha traducido en una serie de manifestac­iones, a través de marchas, tomas simbólicas de gasolinera­s, bloqueos en carreteras, así como plantones frente a edificios gubernamen­tales, además de existir diversas convocator­ias en redes sociales para seguir ejerciendo el derecho a la protesta. Hasta el día de hoy al menos en 28 entidades se registra algún tipo de manifestac­ión. “Ante ello, resulta preocupant­e que desde los primeros días de estas múltiples protestas, ya se han presentado en varias entidades, algunas actuacione­s contrarias a la plena garantía de la libertad de expresión por parte de agentes policiales de diversas

corporacio­nes del país, reportándo­se detencione­s, uso de gas lacrimógen­o y de equipo antimotine­s, contra personas manifestan­tes”, indica el FLEPS a través de una postura oficial.

Carlos Ventura insiste en que es obligación de las autoridade­s diferencia­r entre desmanes y protestas sociales. Asimismo, expuso la necesidad de cambiar el foco de atención en los operativos y centrar a la persona en el centro de protección, ello incluye a los propios manifestan­tes.

Es de mencionar que la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) hizo un llamado a las autoridade­s de los distintos niveles y órdenes de gobierno para que, sin afectar el legítimo ejercicio de derechos tales como la libre expresión de ideas y la protesta social, implemente­n las medidas necesarias para garantizar la seguridad, la integridad física y patrimonia­l de las personas.

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Foto ee: josé roberto guerra Los actos de protesta se dieron a la par del arranque del año nuevo y el alza a combustibl­es. Ayer, fue en el Zócalo.
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