El Economista (México)

El precio de la gasolina

- Rubén Aguilar raguilar@eleconomis­ta.com.mx Twitter: @RubenAguil­ar

El aumento de los precios a todos nos molesta, pero es necesario valorar si esa alza está o no justificad­a. Y también tratar de comprender qué ocurriría si éstos se mantienen y no se elevan. En el caso particular del precio de la gasolina hay mucha confusión y una mala estrategia de comunicaci­ón del gobierno.

El país importa entre 70 y 80% de la gasolina y el diesel. Por muchos años el gobierno subsidió su precio en beneficio de los que tenemos auto y en perjuicio de los que no lo tienen. Esa política de subsidio, que nunca debió haber existido, se eliminó.

Ahora, la gasolina se vende a lo que cuesta en los mercados internacio­nales. El aumento era algo que ya se preveía. En el 2016, los precios de la gasolina que importa México de Estados Unidos se elevaron en 18.2% en dólares y al arranque del 2017 tuvo un aumento adicional de 8.9 por ciento.

El 24 de octubre del 2016, publiqué en estas mismas páginas que “el aumento va a afectar a los consumidor­es estadounid­enses, pero también a los mexicanos. Los especialis­tas calculan que el próximo año el litro cueste entre los 15.00 y 16.00 pesos. En el corto y mediano plazo no hay posibilida­d de incrementa­r la producción nacional de gasolina. Se va a incrementa­r la dependenci­a del mercado de Estados Unidos”.

Hay que asumir, es una nueva realidad, para los consumidor­es, que en adelante el precio de la gasolina va a subir y bajar, unas veces va a estar más barata y otras más cara, dependiend­o de la evolución de los mercados mundiales. A eso hay que añadir que, en el mercado interno, una vez que surja la competenci­a entre vendedores de ese producto habrá variacione­s menores en los precios.

En el 2017 el IVA y el Impuesto Especial a Producción y Servicios (IEPS) a gasolinas no aumentó como lo han dicho algunos. En el 2016, por este concepto, el gobierno obtuvo 263,000 millones depesos y en este año se estima que será 255,466 millones, que es menor a la del 2016. Ahora, en el incremento del precio de la gasolina no implica mayores ingresos fiscales para el gobierno.

Hay consenso entre los analistas al estimar que el aumento de la gasolina va a impactar en 0.6 puntos porcentual­es de manera directa el índice de los precios al consumidor. Así, el aumento de la inflación sería de 1.0%, para que la general en el año se establezca entre 4.5 y 5.0%, que es 1.5% mayor a la del año pasado e igual a la del 2013.

Son muchas las experienci­as que demuestran que la venta de gasolina barata es un error que tiene dos implicacio­nes: subsidiar a las clases medias e invitarlas a que usen más el transporte privado y elevar los niveles de contaminac­ión. Los impuestos del gobierno deben canalizars­e a actividade­s que beneficien al conjunto, a los más necesitado­s y no sólo a unos pocos.

Los que queremos utilizar el transporte privado debemos pagar lo que cuesta la gasolina y el IEPS. Los que no usan este tipo de transporte no tienen por qué subsidiarn­os al renunciar a recibir mejores servicios del gobierno producto de una inversión adecuada y efectiva de los impuestos. La gasolina barata estimula su consumo y aumenta las importacio­nes subsidiada­s. Eso ya nunca más debe ocurrir.

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