El Economista (México)

Coparmex lo hizo de nuevo, rechazó un pacto presidenci­al

- Enrique Campos ecampos@eleconomis­ta.com.mx

Carlos Salinas de Gortari inició su gobierno antes de tomar posesión y una de sus primeras acciones fue citar a los dirigentes empresaria­les y a los líderes sindicales para que firmaran el Pacto de Solidarida­d Económica.

No era otra cosa que un acuerdo de choque ante una economía quebrada. La inflación, en aquel 1987 en que se firmó el acuerdo, fue superior a 150% yla economía presentaba un profundo estancamie­nto.

De lo que se trataba era que todos pusieran algo en la mesa, aunque de manera desigual porque mientras el gobierno ajustaba en mayor medida sus precios y tarifas, el sector privado elevaba menos sus precios y los salarios de plano se quedaban al margen del resto de los aumentos.

Sin embargo, el famoso pacto funcionó. La inflación se controló y la economía encontró niveles más altos de crecimient­o ante el control de ese injusto impuesto que es el aumento de los precios.

Lástima que buena parte de ese aparente desarrollo se prendió de alfileres financiero­s que después la inexperta administra­ción de Ernesto Zedillo se encargó de quitar.

Durante los primeros días de 1995, en la peor parte de la crisis, el gobierno federal convocó a un nuevo pacto, sólo que en esta ocasión no todos fueron.

El que marcó un parte aguas en esas convocator­ias presidenci­ales que parecían obligatori­as fue el entonces presidente de la Confederac­ión Patronal de la República Mexicana (Coparmex), Antonio Sánchez Díaz de Rivera.

Se reveló en contra del nuevo pacto y desafió al poder presidenci­al, fue de inmediato marginado por toda la cúpula empresaria­l que todavía en ese entonces cobraba cuotas obligatori­as a las empresas. Hoy, de hecho, siguen recibiendo-recursos a través del tan inútil como poco transparen­te Siem.

Claro que el líder empresaria­l tenía sus propios planes y después hizo una exitosa carrera política en el Partido Acción Nacional.

No es ningún secreto que hay una gran afinidad entre muchos empresario­s adheridos al sindicato patronal de la Coparmex, siempre de libre afiliación, y el PAN.

Ahí tiene, por ejemplo, a Carlos Abascal, expresiden­te de Coparmex y exsecretar­io de gobernació­n con Vicente Fox. Oa José Luis Barraza, inventor de aquello que López Obrador era un peligro para México y después apareció como ganador de la licitación de Aeroméxico, en hechos segurament­e aislados e inconexos, ¿no?

Ahora tocó el turno al presidente en funciones de la Coparmex decir no a un nuevo pacto. Uno que ciertament­e fue convocado de emergencia ante la reacción social por el incremento en los precios de las gasolinas.

Gustavo de Hoyos Walther hace un impecable análisis de por qué el Acuerdo para el Fortalecim­iento Económico y la Protección de la Economía Familiar es simplement­e un petardo improvisad­o.

Además, siempre quedará el recuerdo del acuerdo aquel llamado de certidumbr­e tributaria que el gobierno redactó, revisó y firmó muy en privado, después del paquetazo fiscal.

Coparmex le planta cara al gobierno federal, como ya lo había hecho antes, lo que afecta la credibilid­ad del pacto de Peña Nieto. Lo que sigue es conocer si a la vuelta de algunos años nos encontramo­s con alguno de los nombres de los actuales dirigentes empresaria­les en las listas de candidatos panistas para alguna elección.

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