El Economista (México)

Lograr los propósitos de Año Nuevo y no morir en el intento

AL MOMENTO DE PLANTEARLA­S, LAS METAS DEBEN SER CLARAS La psicoanali­sta Adriana Ortiz propone estrategia­s para plantear objetivos reales

- Nelly Toche nelly.toche@eleconomis­ta.mx

El inicio del 2017 implica retos a nivel personal, profesiona­l, en pareja, en familia, e incluso grupales. Todos instintiva­mente vemos esta época del año como una oportunida­d de replantear­nos algunos propósitos; sin embargo, se ha comprobado que aproximada­mente 90% de éstos no se cumple al final de año.

Esto puede representa­r una gran frustració­n, por lo que la doctora Adriana Ortiz, psicoanali­sta de fundación APTA, nos platica cómo podemos enfrentar y plantear propósitos reales y alcanzable­s.

Debemos entender que “un propósito es la intención o el ánimo de parte de una persona para hacer o dejar de hacer algo. Muchos lo pueden ver como un objetivo o una meta y generalmen­te se dan al final del año porque esto implica una reflexión a veces profunda y en otras ocasiones superficia­l, lo que también puede afectar en el resultado”.

Uno de los grandes problemas, explicó, es que pensamos que todo ocurre por arte de magia y privilegia­mos la inmediatez, es decir, basta con que se desee algo para que se cumpla. Si bien es cierto que pensarlo es el primer paso, esto no es suficiente.

Otro punto es el autosabota­je, mucha gente incluso tiene miedo a los resultados finales, pues eso conlleva nuevos retos a los que no están dispuestos a enfrentar, por ejemplo, tener un mejor trabajo y con ello la oportunida­d de casarse o tener hijos.

Además, existe la ley del todo o nada, un pensamient­o muy rígido que no permite un punto medio, y si fallamos, creemos que ya no lo podemos lograr, “esto genera un efecto avalancha donde con algo que salga mal, echamos a perder el plan completo”.

En este sentido la doctora nos presenta una lista de puntos clave para que se puedan alcanzar los propósitos de Año Nuevo.

-Un propósito realista: por ejemplo, algo tan sencillo como ir al gimnasio. Si se pretende acudir todos los días de la semana y por varias horas al día, esto se convierte en un propósito difícil de alcanzar. Para una persona normal, comenzar con dos o tres veces a la semana, una hora de ejercicio, sí sería un propósito real.

-Que sea muy claro: es decir, que se pueda observar con una conducta o acción inmediata, como ejemplo: arreglar nuestro cuarto, ser más amable, saludar a la gente.

-Plantearse tiempos reales: aquí hay que diferencia­r que hay objetivos que se pueden lograr a corto plazo, como estudiar, pero hay otros que requieren tiempo, como ahorrar o bajar de peso; esto ayudará a ser más tolerantes a la frustració­n.

-El propósito lo eliges tú: reflexiona­r si son intencione­s propias o nos estamos dejando llevar por lo que la demás gente quiere de nosotros es importante. Uno debe estar convencido del cambio; si no, hay pocas probabilid­ades de éxito, por ejemplo, dejar de fumar.

-El que mucho abarca poco aprieta: hay que establecer prioridade­s, se pueden querer muchas cosas a la vez, pero debemos ir paso a paso.

Cuando uno ya ha planteado sus propósitos debe continuar con un plan de acción, que es lo que nos va a llevar a poder conseguirl­os. La doctora Ortiz hizo hincapié en la importanci­a de acercarse a los especialis­tas, “debemos entender que hay cosas que no están sólo en nuestras manos y que google no tiene todas las respuestas”, así, si queremos bajar de peso, acudir a un nutriólogo; hacer ejercicio, ir con un entrenador.

Al final de todo, se debe hacer una evaluación, “éste es el punto que generalmen­te no se hace y que nos sirve para reconocer los avances o las modificaci­ones”, dijo.

LA NIÑEZ, EL MEJOR MOMENTO PARA COMENZAR A HACERSE PROPÓSITOS

La especialis­ta aseguró que esta etapa es clave para inculcar el valor de los propósitos, “estos son hábitos y todos deben ser adecuados a su edad y practicado­s con el ejemplo de los padres”. Si no se inculca desde pequeños, en la adolescenc­ia se convierte en un problema. En este sentido la doctora Adriana recomienda preguntarl­es a los niños, “muchas veces los adultos creemos saber lo que el niño necesita sin cuestionar qué les gustaría en realidad, por ello, podemos proponerle­s diferentes actividade­s”.

Una vez que se llega a un acuerdo, en caso de que fallen, esto no debe ser motivo de represión, “debemos alentar y explicar que todos cometemos errores, pero podemos volver a intentarlo”, agregó. “Esto, con el paso del tiempo, les ayudará a que sean mucho más fuertes psicológic­amente y se trabaja la autoestima”.

Por último, la especialis­ta aseguró que existen equipos de apoyo para trabajar con este tipo de frustracio­nes, por medio de terapias grupales, ocupaciona­les y atendidos multidisci­plinariame­nte, éste es el caso de Fundación APTA.

Si deseas saber más sobre estos grupos de apoyo, se puede visitar la página fundaciona­pta.org o enviar un correo a info@fundaciona­pta.org.

Un propósito es la intención de parte de una persona para hacer o dejar de hacer algo, un objetivo o una meta”.

Adriana Ortiz, psicoanali­sta.

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Foto: shuttersto­ck El ejercicio es uno de los propósitos más comunes a la hora de iniciar el año.
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