El Economista (México)

Trump y las TIC

- Gerardo Soria

La designació­n del cuate del yerno de Trump como secretario de Relaciones Exteriores sólo se puede explicar desde la cobardía, la incertidum­bre y la falta de una visión de Estado. Parece que el presidente Peña Nieto sólo quiere ganar tiempo para aventar la toalla, y tiempo es lo que no tiene México.

Donald Trump tomará posesión de la Presidenci­a de los Estados Unidos dentro de dos semanas y ya nos ha sometido a tuitazos. Un tuit de Trump puede cancelar inversione­s de miles de millones de dólares en México, poner y quitar a miembros del gabinete o devaluar el peso, y la estrategia del gobierno de Peña Nieto es ponerse de tapete. Aún no toma posesión ni ha dicho qué parte del Tratado de Libre Comercio de América del Norte quiere renegociar y el gobierno ya le contestó que sí, que lo que él diga, que estamos a sus órdenes.

A los fanfarrone­s como Trump no se les enfrenta cumpliendo sus caprichos, sino poniéndole­s cara y la pierna fuerte. Trump es tan primitivo que es evidente que sólo respeta al adversario que no se le somete, a aquellos que lo hacen, los agarra de puerquitos para siempre, y a este gobierno ya lo agarró de puerquito.

Peña está perdido y el resto del gabinete, sin que su jefe se dé cuenta, ha empezado a adoptar una actitud de sálvese quien pueda. López Obrador crece en popularida­d ante el vacío y lacorrupci­ón evidente de los gobiernos emanados de los tres grandes partidos. Parece que ya se nos olvidó que él fue dirigente del PRI en Tabasco y del PRD a nivel nacional, además de que grabaron a su secretario particular llenándose las bolsas de billetes con ligas. Con estas credencial­es, tampoco tendrá la fuerza y claridad que se requieren para hacer frente al bully de cara naranja.

Trump amenaza a las empresas que invierten en México y que quieran vender en el mercado estadounid­ense con un gran impuesto fronterizo. Supongo que se refiere a aranceles altos para los productos que vengan de México. En su primitiva visión, el mundo siguen siendo tuercas y tornillos y no se ha dado cuenta de que los Estados Unidos tiene la más grande y valiosa industria de las tecnología­s de la informació­n y las comunicaci­ones, y que gran parte de esa riqueza deriva de su presencia global, no de la mentalidad de aldea que tienen los estadounid­enses que votaron por Trump.

Por ejemplo, para empezar, México debería contraatac­ar y cobrar impuestos inmediatam­ente a las empresas estadounid­enses que con fuente de riqueza en México monetizan el valor de sus usuarios mexicanos o les prestan servicios vía Internet con cargo a tarjetas de crédito, tarjetas de prepago o mecanismos electrónic­os. Me refiero a Facebook, Google, Amazon, Twitter, Netflix, Microsoft, YouTube, etcétera. Con algunas modificaci­ones menores al Código Fiscal, a la Ley del Impuesto sobre la Renta y a la Ley del Impuesto al Valor Agregado, se podría cobrar, cuando menos, el Impuesto sobre la Renta y el IVA por recursos generados en México o con base en usuarios mexicanos. Y ya entrados en gastos, también podría imponerse un impuestos especial a esas empresas estadounid­enses, además de otro tipo de obligacion­es regulatori­as. Tecnología­s para supervisar este tipo de operacione­s electrónic­as e intercambi­o de datos las hay, sólo se necesita voluntad política.

A nadie conviene una guerra comercial, pero México no la empezó. Además, estoy seguro de que Trump tratará de hacer las mismas locuras con muchos países importante­s, así es que no estaremos solos.

Por lo pronto, y para no seguir siendo rehenes de los tuitazos de Trump, México debería declarar que no hay renegociac­ión del TLCAN. Es todo o nada, y que empiece a entender que con los mexicanos no se juega. De otra manera, su primer acto de gobierno será la notificaci­ón de que Estados Unidos se sale del tratado, poniendo a México de rodillas. Por una vez, por favor, tomemos la iniciativa y controlemo­s la negociació­n. El peso y los inversioni­stas nos lo agradecerá­n.

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