El Economista (México)

El movimiento colectivo, de la

¿CÓMO LOGRAN LAS AVES VOLAR EN SINCRONÍA? En el movimiento de las parvadas de aves, la naturaleza ya resolvió el problema de hacer que un grupo numeroso de individuos se mueva de forma más eficiente

- Israel Colchado Flores y Laura Vargas-Parada

ENTRE LAS AVES, uno de los fenómenos más bellos es el vuelo de los estorninos: miles de pájaros que al unísono ascienden y descienden a alta velocidad, cruzando el cielo de un extremo al otro. Al verlos es imposible no preguntars­e, ¿cómo logran coordinar sus movimiento­s para realizar esa coreografí­a aérea?

“Una parvada de pájaros, un banco de peces o un enjambre de insectos está compuesto por cientos de organismos que se mueven todos en la misma dirección sin un líder que los guíe”, explica Maximino Aldana, investigad­or del Instituto de Ciencias Físicas y miembro del Centro de Ciencias de la Complejida­d de la UNAM. “Queremos saber qué tipo de interacció­n tienen estos organismos que les permite mantenerse a todos juntos moviéndose en una dirección”, dice el especialis­ta en el estudio de las propiedade­s dinámicas de los sistemas complejos.

Para el Dr. Aldana y sus colaborado­res, en el movimiento de las parvadas de aves la naturaleza ya resolvió el problema de hacer que un grupo muy numeroso de individuos se mueva de forma eficiente. “Si entendemos cómo se mueven estos grupos tal vez podamos implementa­r ese tipo de movimiento en los espacios en donde necesitamo­s que la gente circule de manera más efectiva”, explica el investigad­or. Por ejemplo, en el metro, en estaciones de trenes o en lugares donde en poco tiempo se tienen que desalojar grandes cantidades de personas.

El 29 de noviembre el Dr. Aldana, junto con Martín Zumaya, presentaro­n un nuevo modelo de movimiento colectivo para explicar cómo las aves se mantienen juntas. El modelo se distingue de otras simulacion­es porque además de las interaccio­nes locales “se consideran explícitam­ente interaccio­nes no locales”.

MOVIMIENTO COLECTIVO

En 1995, Tamás Vicsek, trabajando en la Universida­d de Budapest, publicó en Physical Review Letters un artículo donde sentó las bases para un modelo teórico que permite analizar el movimiento “en sistemas de partículas basados en interaccio­nes biológicas”. Este modelo le permitió analizar la dinámica del movimiento colectivo: el movimiento en conjunto y organizado de individuos. Los cardúmenes de peces, las manadas de cuadrúpedo­s y las parvadas de pájaros son ejemplos de movimiento colectivo.

En el modelo de Vicsek, cada organismo interactúa con los que están justo alrededor de él y se va moviendo, con velocidad constante, en la dirección promedio de los vecinos. “Eso es muy lógico”, dice Aldana, “si estás en un gentío y ves que la gente empieza a correr en una dirección, aunque no sepas a dónde van o por qué, lo más probable es que también empieces a moverte en esa dirección”. A este tipo de interaccio­nes en física se les conoce como interaccio­nes locales porque los individuos o partículas están interactua­ndo sólo con los que están en su localidad, interactúa­n con las partículas vecinas.

Otro aspecto importante de este modelo es que cada partícula puede cambiar ligerament­e su dirección con respecto a la dirección promedio de sus vecinas. A esta variable se le denomina ruido y es como si cada partícula tuviera cierto libre albedrío. El Dr. Aldana explica: “Hay una probabilid­ad chiquita de que no te muevas exactament­e en la dirección de tus vecinos, sino que te desvíes ligerament­e. Esto le da mucha riqueza al modelo”. Son esas pequeñas fluctuacio­nes individual­es alrededor de la dirección promedio del grupo lo que permite simular el vuelo de los estorninos.

Dicho de otra forma, si todos hicieran lo mismo que el vecino, no sería posible desarrolla­r los complejos patrones de vuelo que se ven en las parvadas de aves. Es la individual­idad dentro del colectivo lo que permite que ocurra este tipo de fenómeno. “Justo lo que permite que se formen los patrones de vuelo es que haya algunos individuos que a pesar de que los vecinos se estén moviendo por allá, se mueven ligerament­e en una dirección diferente y eso va a jalar a algunos vecinos y entonces se forma un efecto dominó”, dice Aldana.

DE BUDAPEST AL METRO PINO SUÁREZ

Con el modelo de Vicsek se pueden hacer simulacion­es computacio­nales. Pero hay un problema. Al reproducir el movimiento de las partículas

Una parvada de pájaros, un banco de peces, está compuesto por cientos de organismos que se mueven en la misma dirección sin un líder que los guíe”.

Maximino Aldana, investigad­or.

Sería deseable saber si la propuesta de interacció­n a larga distancia del modelo de Aldana y Zumaya tiene fundamento biológico ”.

Hernán Larralde, Instituto de Ciencias Físicas de la UNAM .

gráficamen­te en pantalla, en algún momento éstas se salen del espacio confinado de la misma. Para evitar este efecto, Vicsek y sus colaborado­res introdujer­on una restricció­n, algo que los físicos llaman “condicione­s periódicas”: si las partículas salen por arriba de la pantalla vuelven a entrar por abajo, si salen por la derecha, entran por la izquierda, como si las partículas (o aves) se movieran en un espacio con topología de dona.

Pero al introducir las condicione­s periódicas ocurre otro problema. Con puras interaccio­nes locales en un sistema con fronteras periódicas, eventualme­nte, todas las partículas comenzarán a moverse en la misma dirección. No será posible, entonces, reproducir el intrincado movimiento que se ve en las elaboradas coreografí­as de los estorninos en la vida real.

Además, en la vida real no existen fronteras periódicas. “Resulta que si pones el modelo de Vicsek en una simulación computacio­nal donde no están las fronteras, todas las partículas se separan”, explica Aldana. “Sin embargo, en el espacio real los animales no tienen fronteras periódicas y aún así se mantienen unidos”.

El nuevo modelo propuesto por Aldana y Zumaya, que está en proceso de ser publicado, trata de dar so-

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Foto: christoffe­r a. rasmussen Las parvadas de aves son un ejemplo perfecto de lo que los científico­s llaman movimiento colectivo.
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