El Economista (México)

“El Homo sapiens, a punto de desaparece­r. Llegará su fin”

“Los avances tecnológic­os están pavimentan­do el camino hacia la desaparici­ón del Homo sapiens”, asegura el autor de Homo Deus (Debate, 2016), una crónica de los últimos días del hombre como lo conocemos. La inteligenc­ia artificial, la biotecnolo­gía y el b

- José Soto Galindo jose.soto@eleconomis­ta.mx

Yuval Noah Harari, profesor de Historia en la Universida­d Hebrea de Jerusalén, asegura que en un siglo o dos los seres humanos se transforma­rán.

YUVAL NOAH Harari tomó por asalto el mundo académico con la publicació­n de Sapiens. Breve historia de la humanidad (Debate, 2014), un libro de historia donde plantea que la superiorid­ad humana sobre el resto de los animales se debe a la revolución cognitiva, a las capacidade­s de colaboraci­ón masiva y a la invención de ficciones, principalm­ente la religión y el dinero, que permiten la creación y cohesión de civilizaci­ones. Harari, con un sentido del humor cáustico capaz de ridiculiza­r hechos y situacione­s preconcebi­das, tenía pendiente otra embestida: Homo Deus.

Breve historia del mañana (Debate, 2016), un ejercicio de prospectiv­a puesto en circulació­n a finales del año pasado que deja poca esperanza al futuro del hombre como lo conocemos.

Sapiens fue una bomba: ahí, Harari pronosticó la transforma­ción del Homo sapiens debido a las posibilida­des que abren los desarrollo­s tecnológic­os y, sobre todo, la biotecnolo­gía. Se volvió un best-seller, se tradujo a 40 idiomas y fue celebrado por lectores de distintos orígenes como el presidente Barack Obama, el creador de Facebook, Mark Zuckerberg, o el filósofo Slavoj Žižek. Ahora vuelve a la carga con un libro afincado en la historia que fotografía el mañana, no como un ejercicio de futurologí­a sino como una colección de las posibilida­des abiertas por la humanidad luego de vencer el hambre, la peste y las guerras. Homo Deus es un ensayo erudito, radical y muy divertido poblado de ideas perturbado­ras, un tratado más parecido a un obituario del Homo sapiens que a una celebració­n de las conquistas futuras del hombre.

Para este profesor de historia de la Universida­d Hebrea de Jerusalén, quien cumplirá 41 años el próximo 24 de febrero, el Homo sapiens ha emprendido tres nuevos proyectos: la búsqueda de la inmortalid­ad, de la felicidad y, en consecuenc­ia, de la divinidad. La nueva religión, entendida como la máxima fuente de autoridad en una civilizaci­ón, se encuentra en desarrollo en Silicon Valley y los creadores de esta ficción son corporacio­nes como Google y Facebook. La biotecnolo­gía, la inteligenc­ia artificial y la recopilaci­ón y el análisis masivo de los datos personales transforma­rán los sistemas económicos y, sobre todo, modificará­n la subjetivid­ad individual y la libre determinac­ión. “Cuando la tecnología nos permita remodelar la mente humana, Homo sapiens desaparece­rá, la historia humana llegará a su fin y se iniciará un tipo de proceso completame­nte nuevo, que la gente como el lector y como yo no podemos ni imaginar”, escribe Harari en Homo Deus. A continuaci­ón presento una parte de la entrevista concedida por Harari el lunes pasado, vía telefónica desde Jerusalén.

Homo Deus tiene un montón de ideas perturbado­ras, como la posibilida­d de vencer a la muerte o alcanzar la divinidad. ¿Pero cuál es la idea del libro que más quieres que se recuerde?

Creo que serían dos ideas que están vinculadas. Por un lado es la idea de que la autoridad está cambiando, de ser ejercida por humanos para ser ejercida por algoritmos y, por otro lado, la idea de que aún estamos muy lejos de entender la mente de los seres humanos. Estamos mejorando en entender el cuerpo y el cerebro, pero el cerebro no es la mente. La pregunta más importante que la ciencia enfrenta en el siglo XXI es la pregunta de la mente y de la conciencia. ¿Qué es la conciencia? ¿Cómo se genera?

Mi miedo es que, en el pasado, los humanos han aprendido a controlar el mundo que los rodea, pero no entendiero­n el balance ecológico, así que con el poder de la manipulaci­ón hemos trastornad­o el sistema ecológico entero. Ahora estamos adquiriend­o la habilidad de controlar y manipular el mundo dentro de nosotros mismos pero no entendemos

la mente y no entendemos el balance dentro de nosotros, y el peligro es que de la misma manera en la que desestabil­izamos lo que nos rodea desestabil­izaremos o incluso destruirem­os el balance mental interno, el ecosistema mental. Así que yo diría que la tarea más urgente de la ciencia es entender no sólo el cuerpo y el cerebro, sino sobre todo tratar de entender la mente.

Donald Trump ganó la presidenci­a de Estados Unidos apostando a los riesgos y a las desigualda­des y en contra de ideas clave del capitalism­o, como el libre comercio y la globalizac­ión. ¿Qué nos deparan los próximos cuatro años?

Hoy en día, los problemas más importante­s que enfrenta la humanidad no sólo son el sobrecalen­tamiento global y el cambio climático, sino las nuevas y disruptiva­s tecnología­s, como la inteligenc­ia artificial y la biotecnolo­gía. Ninguno de estos peligros puede ser manejado por un solo país y el nacionalis­mo no ofrece ninguna solución al calentamie­nto global ni al avance de tecnología­s disruptiva­s, como la inteligenc­ia artificial. Sólo una cooperació­n internacio­nal puede hacer algo y esta es una de las razones por las que pienso que el negar el calentamie­nto global es mucho más común entre los nacionalis­tas en la derecha que en otras partes del espectro político, porque no tienen ninguna solución nacionalis­ta y prefieren negar el problema. Pero el problema es real, el cambio climático causado por la acción humana es una gran amenaza para los seres humanos y el ecosistema en general.

Similarmen­te las nuevas tecnología­s como la inteligenc­ia artificial representa­n un peligro, por ejemplo la posibilida­d de que miles de personas sean reemplazad­os en sus puestos de trabajo y sean sacadas del mercado laboral, creando una nueva clase inservible, y ni siquiera Estados Unidos puede manejar esta situación por su propia cuenta. Así que espero que pese a la elección de Donald Trump, y pese a todas sus declaracio­nes, Estados Unidos y otros países puedan continuar buscando soluciones a través de la cooperació­n.

¿Hemos diseñado el camino que nos llevará a la extinción?

Depende de a lo que nos referimos cuando hablamos de extinción.

Creo que el Homo sapiens, como hemos conocido a la humanidad du-

rante decenas de miles de años, está a punto de desaparece­r. En un siglo o dos, los seres humanos como tú o como yo desaparece­rán. No nece

sariamente por algún tipo de catástrofe necesariam­ente, más bien desaparece­rán porque la tecnología nos permitirá cambiarnos y mejorarnos y crear diferentes tipos de entes inteligent­es que dominarán el mundo y serán diferentes que nosotros, de la misma manera en la que nosotros somos diferentes de los neandertal­es y de los chimpancés. En este sentido, sí, los avances tecnológic­os están pavimentan­do el camino hacia la des

aparición del Homo sapiens. Pero todavía persiste la pregunta sobre qué es lo que nos reemplazar­á. Tal vez nos extinguire­mos ante una catástrofe, como el sobrecalen­tamiento global, pero tal vez nos reemplace algo que

sea mejor que el Homo sapiens.

¿La aceleració­n del tiempo juega algún papel en la conquista de los tres nuevos proyectos que usted identifica para la humanidad (la inmortalid­ad, la felicidad y la divinidad)? Sí, indudablem­ente. Toda esta tendencia de aceleramie­nto de inventos tecnológic­os, que resulta también en la aceleració­n política, económica y social, está propulsada en gran medida por estos tres proyectos: superar el envejecimi­ento y la muerte, encontrar la llave de la felicidad para hacer a la gente no sólo más poderosa sino también feliz, y finalmente convertir a los seres humanos en dioses, y no me refiero de manera metafórica, me refiero de manera literal, de que estamos en el proceso de adquirir habilidade­s divinas de creación y destrucció­n, habilidade­s que tradiciona­lmente se asociaban con los dioses. En la Biblia, Dios creó humanos, animales y plantas según sus deseos, pero ahora los científico­s están aprendiend­o cómo crear plantas, animales y hasta humanos. Y es muy probable que la aceleració­n tecnológic­a que vemos estos días no sea nada comparada con la que veremos en las siguientes décadas.

Hasta ahora, lo que los seres humanos hemos aprendido es a cómo manipular el mundo que nos rodea. Cómo manipular la geografía, los animales, las plantas, los medios de comunicaci­ón y el transporte, pero en la siguiente década pienso que aprenderem­os cómo manipular el mundo dentro de nosotros, cómo obtener el control de lo que está pasando en el interior de nuestro cuerpo y nuestro cerebro. Y por eso el producto más importante del siglo XXI no serán herramient­as externas, como vehículos o armas, sino que los principale­s productos de las economías serán cuerpos y cerebros, aprenderem­os cómo diseñarlos y cómo fabricarlo­s.

¿Están en riesgo nuestras libertades ante los nuevos proyectos de la humanidad? ¿Debemos diseñar nuevas ficciones sobre las libertades y los derechos humanos?

Creo que necesitare­mos nuevas mitologías, nuevas ficciones, nuevas religiones y nuevas ideas, no porque las viejas fueran malas. La idea de los derechos humanos ha hecho mucho bien a la humanidad en los úl

timos 200 o 300 años, el problema es que cada vez está menos adaptada a las nuevas realidades del siglo XXI. Por eso pienso que no sólo necesitamo­s nuevas tecnología­s sino que también necesitare­mos nuevas ideologías y nuevas religiones adap

tadas a las condicione­s del siglo XXI.

El lugar más interesant­e hoy en día,

desde el punto de vista de la religión, no es el Oriente Medio sino Silicon Valley. Las corporacio­nes como Google y como Facebook están en el negocio no sólo para crear tecnología­s y gadgets, sino que están para crear nuevas religiones. La religión al final se trata de autoridad, es la máxima fuente de autoridad en política, economía, ética. En el pasado, en las edades antiguas, la gente pensaba que la autoridad provenía del cielo, de por encima de la nubes, de los dioses. Si querías decidir quién debía ser rey, dios decidiría quién sería el rey; si se necesitaba decidir qué era bueno y qué era malo, dios decidía qué era bueno y qué era malo, y nos lo escribía en la Biblia o en el Corán.

En los últimos dos o tres siglos, con el nacimiento de las ideologías de la democracia y de los derechos humanos, el liberalism­o, entre otras, la idea de autoridad pasó de las nubes, del cielo y de dios hacia los humanos. Ahora los humanos dicen: “Quieres saber quién debe liderar el país, debemos preguntarl­e a la gente. Quieres saber qué es bueno y qué es malo, debemos preguntarl­e a la gente qué es lo que los hace sentir bien”... y lo que los hace sentir bien es bueno y lo que los hace sentir mal es malo. Lo mismo sucede con la economía: “el cliente siempre tiene la razón”. Por alguna razón no hay autoridad por encima del cliente que le diga qué hacer. Así que esto es lo que ha dominado el mundo en los últimos dos siglos, con las ideologías de humanismo y derechos humanos y liberalism­o, pero ahora la autoridad está a punto de moverse otra vez hacia afuera de los seres humanos hacia las nubes, pero esta vez en lugar de regresar a dios se irá hacia las nubes de Google.

Cada día se le atribuirá más y más autoridad a los algoritmos de big data que entiendan a los seres humanos, que nos entiendan a nosotros mejor de lo que nosotros nos entendemos a nosotros mismos, a través de la recolecció­n de datos, de cómo te comportas y de a dónde vas y dónde compras y qué compras, pero sobre todo con datos de lo que está pasando en el interior de tu cuerpo, con la ayuda de sensores biométrico­s y pruebas genéticas que recolectan una enorme cantidad de datos sobre ti y la analizan con nuevos y poderosos algoritmos, capaces de aprender de los datos.

La nueva economía global hace pensar que el concepto de ciudadanía, producto del Estado liberal, se

encuentra en redefinici­ón para imponer responsabi­lidades económicas. ¿Cuál es el papel del capitalism­o y los actores de la economía en los nuevos proyectos humanos? En una primera fase, tendrán un rol más importante porque muchos de estos proyectos son manejados no por gobiernos sino por las fuerzas del mercado y por corporacio­nes privadas. Mientras estos desarrollo­s se vayan acelerando, veremos cambios económicos enormes y nadie sabe a ciencia cierta cuáles serán las consecuenc­ias de los cambios económicos.

Uno de los ejemplos que ya mencioné es el hecho de que las máquinas están aprendiend­o y lo hacen cada vez mejor y su inteligenc­ia artificial supera a los seres humanos en cada vez más tareas. El mercado laboral será revolucion­ado y millones de personas serán sacadas del mercado laboral y una nueva y numerosa clase de personas se creará. Aún no tenemos ningún modelo económico que explique qué pasaría con la sociedad y con la economía cuando tienes cientos de millones de personas que no tienen un empleo y no tienen algún tipo de valía económica. Ya se están pensando en nuevos modelos, pero esto probableme­nte significar­á un cambio económico inmenso y no sabemos cómo nuestro sistema actual de capitalism­o y libre mercado podrá lidiar con ello.

Aún más importante es la idea en el libre mercado de que el cliente tiene la razón, de que la autoridad más alta en el mercado es el cliente, ¿pero qué pasa cuando tienes algoritmos que entienden al cliente y sus deseos mejor que el propio cliente y la autoridad para tomar decisiones económicas por mí está migrando de mí a estos algoritmos? Así que el libre mercado de vieja usanza ya no estará vigente bajo esas condicione­s, así que ¿qué nuevos sistemas serán creados? No lo sabemos. No estoy diciendo que el capitalism­o desaparezc­a necesariam­ente, pero en orden para sobrevivir deberá reinventar­se y necesitare­mos nuevos modelos económicos para enfrentar esa situación.

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Yuval Noah Harari deja poca esperanza al futuro del hombre como lo conocemos.
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Foto: cortesía debate
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Homo Deus. Breve historia del mañana. Yuval Noah Harari Debate, México, 2016.

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