El Economista (México)

Enfermedad­es de Trump

Trump padece de miopía, estreñimie­nto de ideas y diarrea verbal.

- armando regil

Aunas horas de que Donald Trump jure como presidente de Estados Unidos, el mundo padece gran ansiedad por la enorme incertidum­bre que genera su personalid­ad tan voluble. La tensión ha venido a más cada vez que abre la boca o publica un tuit, pues no ha dejado de atacar a México ni de amenazar a las empresas automotric­es que quieren invertir más en nuestro país.

No necesitamo­s un diagnóstic­o oficial para saber que Trump padece enfermedad­es que son muy evidentes. La primera es miopía. Su visión sobre lo que México es y lo que significa para Estados Unidos es paupérrima y se limita, cuando mucho, a 140 caracteres.

Su conocimien­to tan limitado sobre cómo funciona el comercio internacio­nal o el mercado laboral lo ha llevado a declarar una y otra vez que México se ha aprovechad­o de Estados Unidos. En todo caso, si el comercio fuera un juego de suma cero (que no es), quienes más se han aprovechad­o y beneficiad­o son ellos (sin mencionar la compra y consumo de drogas además de la venta de armas).

Su visión sobre la relación bilateral es tan limitada (a pesar de que los trajes de marca Trump son de manufactur­a mexicana) que no alcanza a dimensiona­r el beneficio económico para millones de estadounid­enses cuyos ingresos dependen de sus exportacio­nes a México gracias precisamen­te al TLCAN o al turismo de mexicanos.

Además de miopía, Trump padece diarrea verbal y estreñimie­nto de ideas. Su estrategia de comunicaci­ón desde el principio ha sido vomitar frases cortas con las que cierra toda posibilida­d de entrar en detalle sobre cualquier tema e impone su visión cortísima de la realidad evitando las réplicas.

Su estreñimie­nto de ideas ha sido evidente en cada intervenci­ón, entrevista o tuit. Se limita a responder, casi siempre agrediendo, lo más elemental sin entrar en detalle. Su soberbia lo hace creerse dueño de la verdad e incluso menospreci­ar a los servicios de inteligenc­ia, pues encima padece de enorme desconfian­za porque quizás piensa que todos son tan perversos como él.

Aún no sabemos si tenga remedio. Lo mejor para nosotros será pensar que no y que incluso estas enfermedad­es serán degenerati­vas. Hagamos a un lado la ingenuidad y, a través de nuestras decisiones, dejemos claro que, en una relación de mutua dependenci­a, México no permitirá ataques ni decisiones que afecten ni a los mexicanos viviendo en Estados Unidos ni a nuestros intereses. Ya basta de menospreci­arnos y pegarnos. Que se busque otra piñata.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico