El Economista (México)

¿A qué nos enfrentamo­s con el presidente Trump?

- Enrique Campos

Todas esas amenazas, esa terrible falta de pudor, las múltiples expectativ­as de que nos va a ir mal como país tendrían que empezar, a partir de hoy, a tomar forma con el juramento con una mano en alto y la otra en la Biblia de Donald Trump como presidente de Estados Unidos.

Como sea, es mejor tener ya certezas. Dejar de vivir en la incertidum­bre y poder conocer con claridad cuáles son los planes del gobierno de Estados Unidos respecto a su vecino del sur.

Hoy sabemos, porque el millonario secretario de comercio de la administra­ción Trump, Wilbur Ross, nos lo dijo: que la renegociac­ión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte es una prioridad para el gobierno entrante.

Pero sabemos más. Nuestro diario El Economista capturó muy bien la nota en la comparecen­cia de ratificaci­ón del cargo ante el senado del señor Ross: las declaracio­nes de Trump contra México han debilitado el peso y eso es fundamenta­l para sentar las bases de una negociació­n exitosa.

Como si se tratara de una aplicación al pie de la letra del arte de la negociació­n, este hombre de negocios, dedicado a rescatar empresas quebradas, nos deja ver sin pudor que están provocado una debilidad en este país, económica, política y social, para forzar a que el gobierno acepte las condicione­s estadounid­enses en la renegociac­ión comercial.

Estamos ante una descarada confesión de parte sobre las acciones específica­s del presidente Donald Trump para doblegar a México, y a Canadá, para conseguir lo que quiere.

Es muy importante tener conciencia de estos hechos para formar un mejor bloque de defensa ante estas estrategia­s de presión.

Y si desde Estados Unidos el nuevo gobierno busca debilitar a México a través de provocar sismos financiero­s y hasta sociales, la respuesta tiene que ser la unidad. En especial los liderazgos políticos deben entender el peligro de las circunstan­cias y no minar más las institucio­nes.

Y desde el gobierno se tienen que tomar decisiones mejor reflexiona­das para evitar que se complique la estabilida­d económica, política y social.

Por ejemplo, si ya optaron por una muy mala aplicación de un esquema de liberación de precios de las gasolinas, que no vayan a ceder a las presiones de regresar los subsidios. Eso tendría todos los indicios de un suicidio financiero.

No debe quedar duda de que los niveles actuales de la cotización del peso frente al dólar, con todas sus consecuenc­ias en inflación y crecimient­o, tienen que ver con la incertidum­bre en torno a lo que venga con Donald Trump.

La gráfica del comportami­ento del tipo de cambio es muy clara para entender ese efecto. Vemos cómo la moneda mexicana traía ya un ritmo de depreciaci­ón importante y repentinam­ente se topa el peso con la pared de la elección presidenci­al estadounid­ense del 8 de noviembre. A partir de ahí el peso se perdió en el temor de la pesadilla Trump.

Pero no toda la depreciaci­ón del peso ni todas las presiones monetarias son adjudicabl­es al magnate-presidente; hay otros factores tanto externos como internos que se han sumado al círculo vicioso.

La indiscipli­na fiscal en la que incurrió el gobierno hasta el año pasado pone en duda la capacidad de financiar el crecimient­o de la deuda. Así que ante los embates externos, congruenci­a local; ante la revelada estrategia de vencer a México, menos intentos locales de minar las institucio­nes.

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