Las tres versiones de Videgaray
No es optativo. Desde la cancillería tendrá que ser el contrapeso de Trump y revitalizar al gobierno
Hoy comienza la tercera versión de Luis Videgaray. El entrono le presenta un conjunto de decisiones que ya no son optativas para él.
Lejanos y nostálgicos, los tiempos en los que Pedro Aspe y José Antonio Serro charlaban sobre los perfiles más brillantes de sus estudiantes de Economía del ITAM. “De 10”, comentó Serro a Aspe, sobre las calificaciones de Videgaray. A Aspe le gustaba recibir comentarios sobre estudiantes con perfiles del Massachusetts Institute of Technology (MIT). Los motivaba para que estudiaran la maestría, y algunos de ellos regresaron a trabajar con él.
Lejanos los días en los que Videgaray acudía a comer hamburguesas a un restaurante de avenida Universidad en la ciudad de México, o los que pasaba un momento recreativo en un local de la calle Milán en la colonia Juárez. Nostálgicos los días de conjura cuando preparaba su presidencia del Consejo de Alumnos del ITAM en la primavera de los 90.
En 1989, cuando Luis Videgaray entraba al cubículo estudiantil que estaba ubicado junto a la librería, quienes se encontraban en él sabían que estaban por escuchar ideas y decisiones lúcidas. Su dedo se movía al ritmo de sus ideas; señalaba, apuntaba y decidía. José Antonio Meade, Jaime Gutiérrez, Francisco González, Jorge Alum y Abraham Zamora, entre otros, lo escuchaban con atención. “Él es un hombre de ajedrez, de estrategia”, comentó uno de ellos.
La segunda versión de Videgaray terminó con su salida de la secretaría de Hacienda. A Palacio Nacional llegó bajo la estela que dejaron Paco Gil, Agustín Carstens, Ernesto Cordero y José Antonio Meade, los itamita boys.
Los momentos del Mexican Moment (Memo) se diluyeron y Donald Trump dejó de ser una anécdota para convertirse en pesadilla para México… y para Videgaray. Para el caso del hoy canciller, sólo a corto plazo. La sorpresiva victoria del republicano lo regresó al gabinete.
Tal vez porque Videgaray sea un “hombre de ajedrez, de estrategia”, no le gustaba salir frente a los medios de comunicación para dar una noticia negativa sobre el estado de la economía del país. Si Paco Gil utilizaba el sarcasmo para revelar públicamente el nivel técnico de los periodistas, Luis Videgaray los sorteaba. Fueron pocos los elegidos.
En su tercera versión Videgaray tendrá que cambiar. Es el hombre fuerte de un presidente débil, por lo que ya no podrá delegar en sus subsecretarios la tarea de informar. Entre sus múltiples actividades tendrá que convertirse en portavoz del gobierno.
La comunicación presidencial es muy débil, está lastimada; en redes sociales, lo mismo. Perdieron la batalla, y faltan más de 15 meses para que concluya la administración.
No es optativo. La tercera versión de Videgaray inicia con la revitalización del gobierno, hace escala diplomática para buscar equilibrios con Trump y concluirá con la sucesión presidencial.