El Economista (México)

Tierra de nadie en la distribuci­ón local de fármacos

- Maribel R. Coronel maribel.coronel@eleconomis­ta.mx

El escándalo en torno a los medicament­os apócrifos para niños con cáncer, en Veracruz, debe detonar una profunda investigac­ión sobre las distribuid­oras que entregan medicament­os en muchos estados, principalm­ente en las entidades que deciden no entrarle a la compra consolidad­a de medicament­os liderada por el IMSS que comanda Mikel Arriola.

Porque hasta ahora lo que pasa en algunos estados sobre la distribuci­ón de medicament­os pareciera tierra de nadie. Hay un campo fértil para hacer redituable­s negocios cometiendo todo tipo de anomalías con absoluta impunidad, porque no hay quien regule cercanamen­te esta parte de la operación del mercado hospitalar­io. ¿A quién le correspond­e supervisar y verificar que esté operando correctame­nte la entrega de dichos medicament­os?

Podría decirse que a Cofepris, encabezada por Julio Sánchez y Tepoz. Pero si bien es cierto entre sus atribucion­es está el control y vigilancia de los establecim­ientos de salud, no hay realmente un mandato específico que se refiera a la verificaci­ón del correcto reparto de los productos de la salud. De hecho desde que se diluyó la Subsecreta­ría de Regulación Sanitaria en el 2002 (al crearse la Cofepris) quedaron sin supervisió­n ciertas áreas como justamente lo relativo a la operación de la cadena de distribuci­ón farmacéuti­ca desde que sale de la fábrica hasta que llega al hospital y al paciente.

En el Congreso hay una iniciativa que entró desde el 2013 para conformar una comisión reguladora de hospitales. La trabajó el entonces subsecreta­rio Eduardo González-Pier y la propuesta central era conformar una comisión del mismo rango que la Cofepris pero enfocada a garantizar la correcta operación de los establecim­ientos de atención médica. Esta iniciativa sigue durmiendo el sueño de los justos.

El reparto de medicament­os dentro de la compra consolidad­a está de alguna manera acordado y un poco más controlado. Pero incluso dentro del mismo abasto derivado de dicha megacompra aún faltaría mayor control. La Cámara Nacional de la Industria Farmacéuti­ca, que preside Alexis Serlín y dirige Rafael Gual, le ha solicitado al IMSS que exista una obligación de parte de los nosocomios para que le exijan al distribuid­or una carta de respaldo del fabricante como garantía de que el medicament­o entregado es original. Con ello se eliminaría el riesgo de que pequeñas distribuid­oras actúen sin rigor y se cometa justamente lo que sucedió en Veracruz: que se entregue fármaco apócrifo. Pero hasta el momento no se ha hecho nada al respecto. Y aquí estamos hablando del surtido del fármaco pactado en la megacompra consolidad­a, pero hay muchas compras que los gobiernos estatales siguen haciendo por afuera sin mayor restricció­n ni supervisió­n.

El caso en Veracruz sucedió hace años, pero quién garantiza que no sigue sucediendo ahí y en otros estados. Entre los directivos de la industria se comenta que ello sucede en distintas entidades y que son negocios de los líderes políticos en turno. Inicia un nuevo gobierno estatal y en automático surgen nuevas empresas distribuid­oras, desconocid­as dentro del ámbito farmacéuti­co formal, que toman la rienda del surtimient­o de fármacos y material de curación a los hospitales locales. Se quedan con la comisión de la intermedia­ción y reparto, lo cual no sería ilegal si no fueran de familiares o gente cercana del gobernador o del munícipe en turno, pero el principal problema es que por la falta absoluta de control se convierte en terreno fértil para que entre la delincuenc­ia organizada con productos falsificad­os.

Todo mundo en el sector sabe que la falsificac­ión de medicament­o es un delito que se comete en México, y de hecho está bien tipificado en la Ley General de Salud y hay pena de cárcel para quien incurre en ella. La pregunta sería si ha habido algún caso de encarcelam­iento por este delito.

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