El Economista (México)

Con el gobierno de Donald Trump no se puede

- Enrique Campos

Cuando el gobierno mexicano renegoció el pago de la deuda externa allá por los años 80, los representa­ntes del gobierno federal fueron maltratado­s en sus encuentros con los acreedores. Pero entonces, el equipo negociador mexicano le dijo a aquellos a los que les debía que había dos sopas: o negociaban y acordaban las nuevas condicione­s ante la quiebra en que se encontraba México y así obtendrían sus recursos en plazos diferentes, o bien lo que les quedaba era que todos se levantaban de la mesa, México declaraba la moratoria y todos perdían. La negociació­n prosperó.

Cuando Estados Unidos tuvo la iniciativa para negociar un acuerdo de libre comercio con México y Canadá, otra vez muchos políticos y representa­ntes de sectores productivo­s estadounid­enses se pusieron rudos con los mexicanos.

Esto curtió a los negociador­es mexicanos que lograron un acuerdo que ya vimos, que resultó por demás convenient­e para nuestro país.

En la renegociac­ión de la deuda externa y del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) había algo que hoy está totalmente ausente y eso es la cordura y el sentido común. Hoy estamos en los tiempos de los hechos alternativ­os de un gobierno que nos eligió como el chivo expiatorio.

Si Donald Trump es tan intransige­nte como para no aceptar nada más que su voluntad, lo sensato de quien no tiene un desequilib­rio emocional como el de aquél es simplement­e cancelar cualquier tipo de negociació­n con su gobierno.

Debo decir que tras el discurso de Donald Trump donde anunció su política migratoria y tuvo algunos guiños hacia México, soy de los que pensó que se abría una posibilida­d de encontrar una vía negociada para atender la agenda retórica del presidente de Estados Unidos, pero sin perder la cordura de la relación comercial con este país.

No, con Trump no hay camino, no se puede, se acabó. Lo que sigue es entonces usar toda esa fuerza negociador­a que tiene México para acercarse a todos los demás. Desde los gobiernos estatales en Estados Unidos, las organizaci­ones empresaria­les que habrán de perder si se rompe el TLCAN, con todos aquellos que están convencido­s del peligro que representa el presidente estadounid­ense.

Hay que negociar con el mundo. Hay que palpar el apetito que tengan los chinos, el resto de los asiáticos, los europeos por ocupar espacios que Estados Unidos dejará libres.

Pero más importante, hay que negociar hacia dentro del país para que en todo aquello donde las opiniones negativas son certeras, como los altos niveles de corrupción, de impunidad, de falta de Estado de Derecho se puedan cambiar.

Hoy no sabemos si Donald Trump se fortalecer­á hasta niveles de dictador o si todas sus locuras lo habrán de debilitar políticame­nte en su país para anularlo en unos cuantos meses. Ya no es posible apostar a alguna señal de sensatez del gobierno de Washington.

Tenemos que buscar alianzas internas, dentro de Estados Unidos y con el resto del mundo. Trump quiere aislar a México, ¡qué mejor señal de buscar alianzas con todos los demás!

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