El Economista (México)

Reflexione­s financiera­s para el inicio de año

- Víctor Daniel Rodríguez Sánchez client_servicing_am.mx@bbva.com

Aprincipio­s del año pasado, en este mismo espacio, compartimo­s algunas ideas de inversión para el 2016, así como las cosas que, en nuestra opinión, debían evitarse (http://eleconomis­ta.com.mx/finanzas-personales/2016/02/11/que-puedo-invertir-que-debo-evitar-2016). A manera de recordator­io, nos referimos a tres puntos importante­s. En primer lugar, al alza previsible en las tasas de interés en el mercado local, así como su impacto en el costo del crédito.

En segundo, al deterioro de las finanzas públicas y a la forma en la que el gobierno puede financiar un déficit público a través de un incremento en la deuda pública, o bien, mediante el alza de impuestos.

En tercero, a la volatilida­d en el tipo de cambio del peso frente al dólar estadounid­ense, haciendo un llamado a no adquirirlo­s sólo porque han subido de precio en términos de pesos mexicanos, y a sustituir el consumo de bienes importados por bienes de origen nacional.

A un año de distancia, uno a uno de los puntos que se trataron en esa ocasión fueron materializ­ándose. Desde enero del 2016 a la fecha, el Banco de México (Banxico) ha elevado la tasa de interés objetivo desde 3.25 hasta 5.75%, es decir, un incremento de 250 puntos base.

Asimismo, a inicios de este año el gobierno federal instrument­ó la modificaci­ón al esquema de determinac­ión del precio de la gasolina, pasando de un esquema de precio único a uno de precio máximo en función de los costos de logística de Pemex. En términos prácticos, esto se tradujo en un incremento en el precio de las gasolinas, denominado en la jerga común como gasolinazo.

Por último, el tipo de cambio interbanca­rio pasó de 17.3310 pesos por dólar en su cotización a la venta a inicios de enero del 2016 a 21.4410 pesos por dólar al 23 de enero del 2017, con una volatilida­d de 15.79 por ciento. Consideran­do la evolución reciente de estos indicadore­s económicos y financiero­s, las preguntas que quizás nos debamos hacer es: ¿y ahora qué? ¿Qué nos deparará el 2017? ¿Y de cara al 2018 y años subsecuent­es?

Con el propósito de responder estas preguntas, conviene aclarar que no se trata de predecir el futuro. El economista Xavier Sala-i-Martín escribió en su libro Economía liberal para no economista­s y no liberales que “hay dos tipos de economista­s: los que no saben hacer profecías y los que no saben que no saben hacer profecías”. De lo que se trata es de hacer lo que Peter F. Drucker escribió en su libro The Age of Discontinu­ity, es decir: “Identifica­r el futuro que ya ha sucedido”. A lo que se refería Drucker es que lo relevante no es predecir lo que va a pasar (que puede o no suceder), sino identifica­r los cambios que ya se presentaro­n en la sociedad, en la demografía, en la ciencia y en la tecnología y que representa­n oportunida­des para crear el futuro.

Conviene ser mucho más cautos en las decisiones de consumo e inversión. Si se tiene planificad­a la compra de bienes duraderos durante este año, quizá será mejor adelantar dicha decisión de compra antes de que suban de precio. Si se debe financiar dicha compra con crédito será mejor que sea a tasa fija, o bien, a meses sin intereses. El resto del ingreso podrá canalizars­e a la inversión a través del ahorro. En la parte de las inversione­s que estén constituid­as a través de un portafolio o un fondo de inversión, se tendrán mejores perspectiv­as si se distribuye una mayor proporción de los recursos hacia instrument­os de renta fija (dadas las mayores tasas de interés), pero sin deshacer la totalidad de las posiciones en instrument­os de renta variable (para protegerse de la inflación esperada).

El autor es economista - Project Manager LatAm, Asset Management de BBVA Bancomer.

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