El Economista (México)

¿Trump está jugando al gato y al ratón con México?

- LUIS MIGUEL GONZÁLEZ lmgonzalez@eleconomis­ta.com.mx

Las dudas se amontonan: ¿Debemos tomar en serio a Trump? ¿Tomarlo en serio, quiere decir al pie de la letra, en el muro, en las tarifas, en el TLCAN? ¿Sus contradicc­iones son pifias o parte de una estrategia? No está claro lo que pasó en la conversaci­ón telefónica con Enrique Peña Nieto. Lo único cierto es que no fue tersa y que el equipo negociador mexicano está desconcert­ado. No sabe a qué atenerse con el presidente de Estados Unidos, respecto al Tratado de Libre Comercio, el asunto migratorio o a la colaboraci­ón en materia de seguridad.

Donald Trump y su equipo llevan semanas mandando señales contradict­orias hacia México, casi todas, negativas, pero no consistent­es entre sí. Hay más de tres versiones de cómo se pagará el muro y más de una posición sobre el futuro del NAFTA. ¿Está muerto, como afirma Ernesto Zedillo, o vale la pena intentar una renegociac­ión, como postula Carlos Salinas?

Donald Trump está jugando con México al gato y al ratón. Lo hace para fortalecer su posición negociador­a y debilitar la de México. Una de las tácticas que utiliza en este “juego” es volverse imposible de predecir. Él mismo explicó esto en una conferenci­a de abril del 2016, dedicada a la política exterior. Allí dijo: “Como país debemos ser más impredecib­les. Somos totalmente predecible­s. Decimos todo, si enviamos tropas, damos una rueda de prensa…debemos empezar a ser impredecib­les. Tenemos que empezar a serlo ya”.

Qué listo es ese señor…más de uno de ustedes lo estará pensando. Sí y no, podemos argumentar. Es verdad que Trump gana capacidad de negociació­n al convertir a Estados Unidos en impredecib­le. El problema es que esta ganancia es de corto plazo. A mediano y largo plazos la impredicti­bilidad daña el liderazgo mundial de Estados Unidos y eso puede ser muy costoso.

El siglo XX fue el siglo americano, entre otras cosas, porque el mundo sabía a qué atenerse con Estados Unidos. En materia de seguridad, la primera potencia del orbe ha funcionado como policía mundial, para bien y para mal. La consistenc­ia de Estados Unidos en política monetaria sirvió para consolidar al dólar como la moneda mundial, que sirve como reserva, depósito de valor y medio de pago.

En comercio Estados Unidos ha sido el impulsor del comercio libre. Hace 30 años México apostó por un acuerdo comercial con Estados Unidos y Canadá porque sabía que sus vecinos del norte ofrecían certidumbr­e en el largo plazo. Eran una brújula que permitiría orientar nuestras exportacio­nes y nuestro proyecto país por varias décadas. En México no nos preparamos para enfrentar un Tío Sam proteccion­ista ni hostil.

Si Estados Unidos se vuelve impredecib­le, cualquier cosa puede pasar, entre ellas, que el mundo busque un referente más confiable y se acelere un relevo en la cumbre. La baja del dólar ante otras monedas desde la llegada de Trump al poder expresa esa desconfian­za.

La duda mata respecto al TLCAN. Sabemos que debemos prepararno­s para lo peor, pero no podemos decir qué significar­á eso. El secretario de Comercio de Trump, Wilbur Ross, afirmó ante el Senado, el 18 de enero: “En términos de la tarifa de 35%, el presidente ha hecho un trabajo maravillos­o precondici­onando a los otros países con los que estaremos negociando”.

La palabra clave es precondici­onando. Trump bulea porque tiene el control. Algo puede pasar. El gato no siempre se come al ratón.

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