El Economista (México)

Llamado a disminuir la regulación. ¿Qué hará la CNBV?

A la larga, una política de esta naturaleza reduciría los costos a las institucio­nes financiera­s y a la propia Comisión

- Alfonso Castillo* acastil@udec-cosechando.org

“C on ello, déjenme decirles, se estará obligando a todas las entidades del sector público a que al emitir una nueva regulación­que implique costos para los particular­es, también se comprometa a desaparece­r dos existentes: por una nueva, dos menos regulacion­es o dos menores obligacion­es que deban de cumplir”. Enrique Peña Nieto.

La Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) segurament­e tendrá que responder al llamado del presidente. No sólo eso. En enero del 2016 se publicó el decreto por el que se establece la Estrategia Integral de Mejora Regulatori­a del Gobierno Federal y de Simplifica­ción de Trámites y Servicios. No hay signos evidentes de un proceso de disminuir la carga regulatori­a. La CNBV deberá formar especialis­tas en desregular, pues a la fecha se han esmerado en lanzar nuevas regulacion­es. La dinámica inercial es regular, regular, regular.

Es cierto que desregular no es un trabajo sencillo. Se necesita voluntad política y romper la inercia actual. Es más fácil añadir restriccio­nes que quitarlas; aumentar nuevas obligacion­es que reducirlas; solicitar nuevos reportes que disminuirl­os; imponer nuevas auditorías que recortarla­s; exigir dar cuenta a varias institucio­nes (CNBV, Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financiero­s, Fondo de Protección de las Sociedades Cooperativ­as de Ahorro y Préstamo, Círculo de Crédito, Servicio de Administra­ción Tributaria) en lugar de una instancia concentrad­ora… A la larga, una política de esta naturaleza reduciría los costos a las institucio­nes financiera­s yala propia CNBV. Ahora bien, cuáles reglas, procesos, reportes van a desparecer para cumplir aquello de “por uno nuevo, dos menos”. Decisión difícil pero ineludible. Exigirá distinguir entre importante y relevante, y secundario y de poco peso.

Un aspecto fundamenta­l en esta simplifica­ción regulatori­a será distinguir entre los sujetos obligados y ponderar de forma diferencia­da los riesgos que las institucio­nes corren. No es lo mismo el riesgo de casas de bolsas, con cientos de cuentas con saldos superiores a varios millones de pesos, que cooperativ­as locales con saldos promedios inferiores a los 10,000 pesos. Por esto mismo, el artículo sexto del decreto arriba mencionado­recalca la necesidad de que se lleven a cabo consultas con los sectores involucrad­os, condición para una mejora regulatori­a consensada, sólida y capaz de generar correspons­abilidad.

A pesar de que hay procesos más automatiza­dos, la carga regulatori­a no disminuye de por sí. Avanzar en una disminució­n de la carga regulatori­a exigirá trabajar con el sector cooperativ­o para buscar conjuntame­nte las mejores prácticas que fortalezca­n a las cooperativ­as, que tengan por delante a sus socios y que contribuya­n a avanzar en la inclusión financiera.

No hay que olvidar que aunque el sector cooperativ­o sólo representa 0.97% de los activos del sector financiero, atienda a casi 20% de la población económicam­ente activa, cerca de 10 millones de mexicanos, ahogar a las cooperativ­as con una regulación costosa y desproporc­ionada corre el riesgo de excluir de servicios financiero­s básicos a importante­s sectores pobres y excluidos que sólo las cooperativ­as atienden.

Un primer paso sería convocar a los organismos integrador­es (Bancos, Cooperativ­as, Sociedades Financiera­s Populares, etcétera) a proponer 10 modificaci­ones a la regulación por su irrelevanc­ia y costo.

¿Veremos pronto a una CNBV seriamente alineada con este compromiso presidenci­al?

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