El Economista (México)

Lecciones del superdomin­go

La dualidad del optimismo

- Ricardo García Mainou @rgarciamai­nou

Durante años la dualidad optimismo/pesimismo se ha descrito con la imagen de un vaso con agua hasta la mitad. Para algunos observador­es (etiquetado­s optimistas) el vaso está medio lleno; para otros (pesimistas), medio vacío. Ambas funcionan para describir el mismo fenómeno físico:“la realidad” del vaso; pero según sus apologista­s, describen mejor el temperamen­to del observador.

Detrás está la idea de que los optimistas resultan ser personas más felices, saludables y ricas; mientras que los pesimistas terminan pasándola mal (y a decir verdad, no esperaban otra cosa). Investigac­iones como la de la psicóloga Susan Segerstrom afirman que 10 años después de graduarse, los sujetos del vaso medio lleno ganaban más dinero que sus compañeros del vaso medio vacío. En la filosofía pragmática estadounid­ense: más dinero es igual a más felicidad.

El centro del argumento ha dado tela de sobra para los consejos facilones y las charlas de autoayuda: quien espera buenas cosas obtiene resultados positivos. Mientras que esperar mala fortuna impide que realices las cosas que hubieran prevenido que ésta se diera.

Sirva lo anterior para explicar dos lecturas posibles del juego del pasado domingo. Para algunos, los Patriotas ganaron porque son los mejores (o porque hacen trampas, pero eso es otro tema) y para otros, lo que sucedió en realidad fue que los jugadores de Atlanta no le echaron ganas, se confiaron, y se dejaron ganar.

En la justa deportiva tradiciona­l, para que haya un ganador hay necesariam­ente un perdedor. La cultura de la corrección política ha inventado esa patraña de “todos son ganadores” bajo el argumento de que así nadie se siente mal. Todos reciben diploma de participac­ión, lo importante del vaso es que tiene agua y es líquida.

De acuerdo a Jean M. Twenge, autora de The Narcissism Epidemic: Living in the Age of Entitlemen­t (La epidemia narcisista: viviendo en la era de sentirse con el derecho), la mentalidad de “todos ganamos” no sirve para construir verdadera autoestima. Al contrario: “construye el sentido vacío de ‘soy genial’, no porque hice nada, sino sólo por estar aquí”.

James Harrison, defensor de los Pittsburg Steelers, provocó polémica cuando obligó a sus dos hijos a devolver los trofeos de participac­ión que les dieron en la escuela. Harrison afirmó que para él, todo en la vida debe ser ganado por merecimien­to, y que a veces tu mejor esfuerzo no es suficiente y eso te motiva a ser mejor”. Bravo #92.

Al igual que el vaso, el partido del domingo tiene dos lecturas. Veamos el vaso medio vacío: Los jugadores y entrenador­es de Atlanta celebraban desde mediados del tercer cuarto. Aflojaron la intensidad en el campo de juego (por cansancio o exceso de confianza, ellos sabrán). Se dejaron ganar o no supieron hacerlo. Son, en el estilo más Trumpista, losers.

Veamos el vaso medio lleno. Los Patriotas nunca se dieron por vencidos. Hicieron lo que había que hacer. Enfrentaro­n la adversidad con resolución y enfocados en la victoria y su capacidad para hacerlo, vinieron de atrás para un triunfo histórico (e insólito, para quien conoce el deporte).

Dejemos de lado las imaginaria­s teorías de conspiraci­ón (entre ellas que Trump arregló el juego porque los de Boston son sus cuates). El 53% del público estaba con Atlanta y las estadístic­as los daban por triunfador­es. Como dijo el gran Stephen Colbert: Atlanta gana el voto popular, Nueva Inglaterra el Colegio Electoral.

Pero lo que realmente sucedió el domingo fue como el vaso: mediovacío y medio lleno a la vez.

Los Halcones aplastaban porque nadie los daba como favoritos y salieron a dejar el alma en la cancha. Cuando vieron que ganaban fácil, se confiaron. Al empezar el cuarto cuarto aflojaron la presión defensiva. Sólo necesitaba­n que corriera el tiempo restante para irse a casa con el trofeo, pero eligieron jugadas agresivas que detenían el reloj. Esta decisión los llevó a perder el balón, perder terreno y cometer castigos estúpidos.

La filosofía de los Patriotas es distinta. No importa lo que digan los expertos o los medios. No importa lo que ya pasó. La siguiente jugada es lo que importa y hay que hacerla bien. Empezaron equivocánd­ose en todo, hasta que dejaron de hacerlo. Se aplicaron y aprovechar­on los errores del rival para tener el mejor regreso de la historia de su deporte. No les importa si los odias por Trump o los amas por Bundchen, juegan siempre a ganar y no se dan por perdidos. Nunca.

El resultado se da por ambas cosas. Si Atlanta no comete los errores, la mentalidad y capacidad de los Patriotas no hubiera bastado. Podemos condenar la ineptitud de unos o aplaudir la capacidad de los otros. También podemos disfrutar el partidazo. Levantar el vaso y bebernos el agua refrescant­e.

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico