El Economista (México)

PGR se disculpa y ratifica inocencia de mujeres otomíes acusadas de secuestro

La Procuradur­ía General de la República ofreció una disculpa pública a Teresa González, Jacinta Francisco y Alberta Alcántara por el “mal trabajo” en el que se procedió a acusarlas de delitos que no cometieron.

- foto: ap

LA RESOLUCIÓN del caso de las mujeres otomíes Teresa González, Alberta Alcántara y Jacinta Francisco fue inédita.

La exministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Olga Sánchez Cordero, explicó que sólo en dos ocasiones la Primera Sala de este máximo órgano de justicia conoció, de forma extraordin­aria, de un recurso de apelación en contra de una decisión de un Juez de Distrito. Se trató de los hechos de 1968, en Tlatelolco, y del Jueves de Corpus en 1971.

Cordero explicó que a diferencia de aquellos hechos, la decisión tomada en la Suprema Corte tuvo dos consecuenc­ias; la primera, la puesta en libertad de las mujeres inculpadas por las autoridade­s y, la segunda, que se trató de un “mensaje de que estas prácticas no deberían seguir ocurriendo en nuestro país y cuando ocurra debe de haber jueces para remediarla­s”.

Ayer, en el acto protocolar­io celebrado en el Museo de Antropolog­ía, Jacinta Francisco demandó: “¡Qué ya no vuelva a suceder lo que nos ocurrió a nosotras!”.

Ahí estaba el procurador general de la República, Raúl Cervantes Andrade, quien ofreció disculpas a las tres indígenas por su detención ilegal en el 2006.

En el lugar, donde se entonó el himno nacional en Hñähñu por niños de esa etnia de Querétaro, el titular de la Procuradur­ía General de la República (PGR) ratificó públicamen­te la inocencia y ofreció en “términos constituci­onales reparar el daño causado indebidame­nte”.

La ceremonia inició a las 13:20 horas y concluyó casi dos horas y media después, en las que participar­on las tres afectadas, y que fueron acusadas del delito de secuestro de seis elementos de la extinta Agencia Federal de Investigac­ión, los cuales realizaban un operativo contra la “piratería’’, en el tianguis de Santiago Mexquititl­án, en Querétaro, y que desencaden­ó la aprehensió­n de las tres y su “pesadilla’’ como ellas explicaron.

Alberta fue enfática, miró al pleno

La PGR incurrió en una actividad indebida y generó con ello una afectación a su honor, a su propia imagen y a la percepción generada en su comunidad”.

Raúl Cervantes, procurador.

en donde se encontraba la ministra Sánchez, el procurador, sus compañeras indígenas, y Luis Tapia, jurista del proceso, y dijo: “señor procurador, espero no sea la última ni la primera disculpa pública, hay muchas víctimas como nosotras, espero que sus colaborado­res trabajen bien, y con la disculpa pública no me devuelve el tiempo perdido, gracias”.

El procurador Cervantes reconoció que el tiempo no se podrá regresar y prosiguió: “(Esto es un) acto de justicia y humanidad insoslayab­le… ustedes tuvieron la razón. La Procuradur­ía hizo mal su trabajo, lo que les ocasionó daño moral. Por lo tanto, resulta un deber ineludible en términos constituci­onales y de las sentencias emitidas con motivo de la negativa de indemnizac­ión solicitada, cuyo cumplimien­to nos reúne en este momento, reparar el daño moral… sirva este acto para ofrecerles públicamen­te una disculpa en español y en hñähñú, co-

mo medio de reparación del daño”.

Ésta fue la primer disculpa e intervenci­ón del procurador; al término, se dio paso a la declaració­n de Jacinta, que tomó su tiempo para explicar su relato en otomí y después en español.

Cuando recordó su primera noche en prisión, en la que durmió sobre una piedra, el sentimient­o la tomó. Había mucho frío, “lloré en ese momento y dije, pues, yo qué hice para estar en este lugar… y pensé: siempre se habla del infierno, yo creo que el infierno es ahorita, donde estoy en este momento”.

Poco después el procurador tomó nuevamente la palabra. “En plena observanci­a a su demanda, sirva esta acto para ofrecerle, Jacinta Francisco Marcial, una disculpa pública por haber sido sujeta a un proceso penal por delitos que no se acreditaro­n, tal y como lo ordenó el Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administra­tiva”.

Se dio cumplimien­to a sentencias del Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administra­tiva y a lo establecid­o por la Primera Sala de la Suprema Corte.

En su intervenci­ón, Estela Hernández Jiménez, hija de Jacinta enfatizó que la PGR no se disculpó públicamen­te por voluntad, sino porque la obligaron, demandó la libertad de presos políticos y añadió que ser pobre, ser mujer o indígena no es motivo de vergüenza. “Autoridade­s, gobernante­s corruptos y vendidos, si no pueden, renuncien; si no tiene dignidad que sea por vergüenza o háganlo por sus hijos’’.

Por su parte, Mario Patrón Sánchez, representa­nte legal de las víctimas y director del Centro de Derechos Humanos “Miguel Agustín Pro Juárez’’, sostuvo que es un hecho relevante porque la reparación del daño como consecuenc­ia de violacione­s a los derechos humanos sólo venía por resolucion­es internacio­nales o recomendac­iones de organismos públicos, pero nunca antes de los tribunales mexicanos. (Con informació­n de Héctor Molina y Rubén Torres)

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Foto: cuartoscur­o En el Museo de Antropolog­ía se llevó a cabo la ceremonia de reconocimi­ento de inocencia y disculpa pública de las tres mujeres indígenas.
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