El 2018, ¿el fin del mito de Andrés Manuel López Obrador?
Amenazas externas y debilidades internas han colocado la elección presidencial del 2018 a la vuelta de la esquina. La combinación tóxica Trump-Peña define la coyuntura electoral mexicana; mientras Trump arremete con gran activismo contra México y el mundo, la pasividad y crisis de popularidad de Peña abre espacios a los aspirantes presidenciales.
Ante la novel coyuntura, un cúmulo de viejos buitres de la política revolotean a la presa moribunda que significa la Presidencia de la República.
Viejos políticos tienen en campaña años, lustros y hasta décadas, Andrés Manuel, Margarita Zavala, Moreno Valle, Osorio Chong, todos con más de una década de mamar de la teta de la madre República.
Erráticas e inconsistentes, las encuestas propias y ajenas favorecen a AMLO, quien funge como el catalizador de la crisis de los partidos, aunque ha sido candidato de media docena de esos mismos partidos.
Dieciocho años de campaña rinden frutos para el virrey de Macuspana, argumentos y contrargumentos dan viabilidad o inhabilitan su triunfo en el 2018, el chiste es que está en el ojo del huracán, cuyos aires ni siquiera le despeinan suemblemático gallito.
Sin lugar a dudas, AMLO es el líder opositor más importante de la historia de nuestro país, es un candidato que sabe leer la política mexicana, generar agenda pública, hasta se da el lujo de escoger a sus adversarios. Aunque perdiera en el 2018 ese lugar lo tiene asegurado en los libros de la historia mexicana.
El verdadero problema de AMLO consiste en ganar la elección del 2018, resultar un petardo como presidente de la República terminará con el mito del líder opositor para convertirse en uno más de los pésimos presidentes que hemos padecido en la historia de México.
El espejo de Trump es una lección, aunque incipiente su gestión, no le es fácil luchar contra el establishment —aclaro que rechazo totalmente su forma de hacer política—, le bastó un mes para ser protagonista de innumerables memes y sentir el rechazo de los ciudadanos americanos.
Ni Trump es AMLO, ni México es Estados Unidos, ambos sistemas están atrofiados y requieren de outsiders para tener un poco de aire.
El 2018 podría ser el fin del líder opositor mexicano, el inicio de una pésima gestión o de la refundación de la República. Por ahora todas son meras suposiciones, usted ciudadano tiene y tendrá la palabra.