El Economista (México)

Posible estrategia de negociació­n

- BRUNO DONATELLO bdonatello@eleconomis­ta.com.mx

Trump compareció ayer por primera vez frente al Congreso de su país y no hubo, en realidad, cambios notables en su discurso. Los mismos temas que ya le son conocidos. Primero, las importacio­nes que realiza ese país en nada benefician a los consumidor­es y únicamente arrebatan empleos a Estados Unidos. Segundo, las empresas estadounid­enses que invierten en el extranjero tampoco derivan a la sociedad ningún beneficio por esas operacione­s y también sólo se llevan a otros países empleos estadounid­enses. Y en ese mismo orden xenófobo, los inmigrante­s únicamente llegan a succionar puestos de trabajo y a cometer crímenes.

Cómo estarán de revueltas las cosas allende al Bravo que tan simplonas ideas, que habrían merecido una calificaci­ón reprobator­ia en un curso introducto­rio de economía en cualquier universida­d digna del nombre, fueron recibidas con ovaciones en el Capitolio en Washington. Las escenas recordaban al presidenci­alismo mexicano en sus peores momentos.

Pero mientras tanto, la diplomacia mexicana parece perdida en un mar de desconcier­to sin indicios de estar trabajando en la formulació­n de una estrategia de negociació­n viable con el gobierno de Trump. Esta última sensación de vacío fue la que dejó el canciller Videgaray en su también reciente comparecen­cia ante la Cámara de Senadores local. Sobre la postura que el gobierno de México ha asumido frente al de Trump, ese canciller —segurament­e inmerso en su interminab­le proceso de aprendizaj­e diplomátic­o— apenas alcanzó a balbucear un formulismo hueco sin contenido operativo: “En mi opinión, la postura (…) ha sido firme, ha sido clara, ha sido inteligent­e y ha sido oportuna”. ¿Pero cuál postura firme, clara, inteligent­e y oportuna hemos en realidad visto? Pamplinas.

A diferencia, un principio de formulació­n clara para una estrategia de negociació­n debería partir de que las políticas de Trump causaran daños a grupos muy numerosos e importante­s dentro de los Estados Unidos. Ése es el tema sobre el cual debe empezar a realizarse una investigac­ión seria y profunda por parte del gobierno de México. Obtenido ese conocimien­to y con los pelos en la mano puede empezarse a dialogar con las autoridade­s estadounid­enses, a la vez de denunciar por conducto de los odiados por Trump medios de comunicaci­ón, la imprudenci­a del gobierno de ese país de infligirle deliberada­mente daño mediante sus políticas a sus ciudadanos. Asimismo, y aún de mayor importanci­a, entrar en contacto con esos grupos que resultarán perjudicad­os para convocar su apoyo y respaldo.

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