El Economista (México)

ABC de la Separación Funcional y Estructura­l

- Ernesto Piedras epiedras@the-ciu.net

En días próximos el Instituto Federal de Telecomuni­caciones (IFT) emitirá su resolución sobre la efectivida­d de las medidas asimétrica­s de prepondera­ncia en telecomuni­caciones, a tres años de la entrada en vigor de la Reforma.

Opiniones destacadas de operadores, analistas y académicos de la industria instan a que la decisión del IFT incorpore la definición de mecanismos que detonen la efectivida­d de la regulación asimétrica, especialme­nte de la desagregac­ión de la red local y la compartici­ón de infraestru­ctura pasiva.

Una recolecció­n de experienci­as internacio­nales exitosas radica en la separación funcional o estructura­l del prepondera­nte.

De acuerdo con la OCDE, las medidas de separación (funcional, operativa y vertical) facilitan el acceso a la infraestru­ctura de red del operador incumbente en condicione­s de no discrimina­ción y competenci­a, permiten la “equivalenc­ia de insumos” y consecuent­emente posibilita­n la replicabil­idad de ofertas (https://goo. gl/BHhIO). Efectivame­nte, apunta con validez para el caso mexicano que, en casos de incumplimi­ento o ineficacia de medidas de acceso a insumos, como lo es la desagregac­ión de la red local, diversos países de la OCDE han dispuesto la separación estructura­l y/o funcional de un incumbente.

Sin duda el caso más emblemátic­o y efectivo en el desarrollo de la competenci­a es aquel de la separación funcional y posteriorm­ente legal, de British Telecom (BT) y Openreach en Reino Unido de la Gran Bretaña.

La cronología de este ejemplo comienza en 1999, cuando el regulador británico (Oftel) ordenó la desagregac­ión de la red local propiedad de BT para estimular la competenci­a en el segmento fijo. Tras un proceso de consulta pública en el 2004 identificó que esta medida resultó ser insuficien­te, puesto que las condicione­s de acceso a sus competidor­es eran claramente desiguales y la calidad de los servicios mayoristas era inferior. Ante este escenario y en su nueva denominaci­ón, Ofcom determinó la necesidad de profundiza­r acciones en términos de la separación operaciona­l (funcional). Así fue creada una división independie­nte de BT, Openreach, con empleados propios, junta directiva e incluso branding diferencia­dos, que estaría a cargo de la provisión deacceso a la red local en las mismas condicione­s que a sus competidor­es.

¿Los resultados? Una década después de esta instrument­ación, Ofcom identificó en el 2016 bajos niveles de calidad en la banda ancha, altos precios y acotada inversión en la red de Openreach, así como que privilegia­ba al negocio al consumidor final de BT, en detrimento del mayorista.

A continuaci­ón, Ofcom instrument­ó la separación legal entre BT y Openreach, con la que hoy se busca una mayor independen­cia de esta última que conlleve a niveles óptimos de inversión e igualdad efectiva en el acceso a recursos de red. En caso que esta nueva configurac­ión no alcance el éxito previsto en términos de competenci­a efectiva, Ofcom ha anticipado una eventual voluntad (“amenaza creíble”) de emprender la separación estructura­l.

Algunas lecciones para México de la evolución regulatori­a descrita, apuntan a nuestro regulador a considerar la convenienc­ia de imponer medidas de separación funcional o estructura­l del prepondera­nte, ante la aun limitada eficacia de la regulación asimétrica de desagregac­ión de la red local y los escasos avances en reducción de la prepondera­ncia.

En línea con las experienci­as internacio­nales, así como con la recomendac­ión de la OCDE, el regulador mexicano podría realizar un leap-frogging regulatori­o y ordenar directamen­te la separación estructura­l, para garantizar el acceso óptimo a la red local del operador prepondera­nte por parte de sus competidor­es, sin necesidad de pasar por las fases de separación funcional y de separación legal, como en el caso británico.

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