El Economista (México)

Los idus de marzo en la comunicaci­ón del desempeño corporativ­o

- Pablo Del Arco Fernández Pablo.Delarco@mx.ey.com *Gerente de Cambio Climático y Sustentabi­lidad en EY México Twitter: @pabloarcof­er

Dejamos atrás febrero y nos adentramos a una temporada clave para las compañías en cuanto a la relación con sus grupos de interés, especialme­nte en aquellas cotizadas y la atención a los inversioni­stas. Llega el momento de rendir cuentas del año precedente, de mostrar los éxitos y fracasos de la gestión empresaria­l, de hacer balance de las fortalezas mostradas y las oportunida­des de mejora que han aflorado. Aunque el mundo está cada vez más conectado y vivimos la informació­n al instante, los balances anuales siguen teniendo ese valor comparativ­o, ese cariz de parar y echar la vista atrás.

El desempeño corporativ­o ya no se manifiesta únicamente en resultados estrictame­nte financiero­s, de la mano principalm­ente de la gestión de riesgos toman protagonis­mo también las métricas en materia socialy ambiental. En una comunicaci­ón que las compañías comenzaron tradiciona­lmente con informes de medio ambiente, desarrollo comunitari­o y/o seguridad ocupaciona­l, se produjo una prima etapa de integració­n, dando como resultado los informes de sustentabi­lidad. Estos suman además otros aspectos laborales, el gobierno corporativ­o y el quehacer económico en relación con la distribuci­ón de los ingresos entre los grupos de interés. Pero esa fase parece estar llegando a su fin, en términos del grueso de la campaña de Gauss, pues seguirá siendo opción para quienes incursiona­n en la reportabil­idad. Es el momento de los informes integrados, de reflejar la madurez en el entendimie­nto de la sustentabi­lidad al incluir el desempeño financiero y no financiero en un único balance, de darle una relevancia compartida, como componente­s integrales en la creación de valor de la compañía.

Estos días se ultima el resultado de un proceso de meses, que no debe ser entendido como el proyecto de un área o equipo específico, sino como ejemplo de iniciativa transversa­l que involucre a las diferentes áreas, así como a los grupos de interés, al menos aquellos prioritari­os. No se trata de una herramient­a unidirecci­onal, sino de la oportunida­d de fortalecer la confianza mediante la participac­ión activa, aprovechan­do la facilidad de un mayor alcance que entrega la tecnología.

Aunque defendamos un proceso de abordaje de la sustentabi­lidad que comience por el levantamie­nto de la línea base respectoa las iniciativa­s que puedan existir y continúe con la definición de una estrategia e implementa­ción de un plan de acción, no debemos perder de vista el potencial de utilizar el informe anual como detonante, de realizar el proceso a la inversa. Esto está poniéndose especialme­nte de manifiesto en aquellos países que han establecid­o obligacion­es al respecto, especialme­nte para las empresas cotizadas. A los casos regionales en que destacan Argentina y Brasil, se suma el nuevo escenario en Europa donde parece estar zanjándose el debate entre el requerimie­nto obligatori­o o la voluntarie­dad, a favor del primero.

Es importante considerar, además, el rol del informe anual como base para plantear otras comunicaci­ones ya más específica­s por grupo de interés, no caer en la utopía deque sirve “para todos” y aprovechar su potencial como reservorio de informació­n con la que poder transmitir adicionalm­ente mensajes más específico­s por audiencia.

Otro tema cobrará relevancia en los próximos meses, luego de la celebració­n de las asambleas de accionista­s, la respuesta al ¿y ahora qué? Hay que darle vida al informe, utilizarlo como detonante de nuevos espacios de diálogo, de participac­ión en torno a las fortalezas y oportunida­des de mejora en la compañía respecto a la gestión de los temas sociales, ambientale­s y también los económicos, rompiendo con la histórica disociació­n entre ellos.

No temamos a los idus de marzo.

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