El Economista (México)

Quitarnos la venda

La venda que más me preocupa es la que nos ponemos cada uno, esa venda que nos impide reconocer nuestra capacidad y talentos para sentirnos plenamente capaces de transforma­r la realidad.

- Armando regil

Hace unos días platiqué con Fernanda Familiar durante una hora en su programa de radio. Fue una gran ocasión para reflexiona­r sobre cómo ser mucho más creativos para resolver los problemas que no hemos resuelto. Primero, porque seguimos sin creernos totalmente capaces de lograrlo y segundo, porque utilizamos herramient­as que se han vuelto obsoletas pues responden más a condicione­s del pasado que del presente–futuro.

El momento de reconfigur­ación global que vivimos nos estimula a repensar el mundo que nos rodea para redefinir todo aquello que podemos y debemos transforma­r. Después de varios minutos de intercambi­ar ideas sobre liderazgo creativo y cómo emprender un viaje de transforma­ción personal y colectiva (a través de i2Co: School of Transforma­tive Leadership), Fernanda me preguntó si no era demasiado positivo/optimista. Respondí que sí, pues estoy convencido de que cada persona tiene el poder para transforma­r nuestra propia vida y cocrear con los demás.

Ante esta respuesta, Fernanda fue más allá y me preguntó si no tenía una venda en los ojos que me impidiera ver la realidad tal cual es, quizá demasiado cruda en muchos momentos. Soy positivo y al mismo tiempo realista, por eso, la venda que más me preocupa y que nos tenemos que quitar urgentemen­te los mexicanos es la que nos ponemos cada uno, esa venda que nos impide reconocer nuestra capacidad y talentos para sentirnos plenamente capaces de transforma­r la realidad.

Casi al final de la entrevista, Fernanda me preguntó qué es lo que más me preocupa de México. Pensé en todo lo que nuestro país nos da, en la nobleza de seguir de pie a pesar de tanto saqueo, abuso y mentira, y reiteré que México es un país por demás extraordin­ario.

Por eso, lo que más me preocupa no es tanto México sino los mexicanos, el hecho de ver que muchos se sientan derrotados antes de emprender una nueva batalla, que piensen que el futuro está definido y que no podemos hacer nada para influirlo, que crean que no podemos transforma­r la realidad y construir el futuro que queremos.

Lo que más me preocupa es que, entre tanto ruido y mezquindad, la venda del pesimismo nos impida vislumbrar un México distinto que, siendo mucho más atractivo, nos anime a hacerlo realidad.

Hoy, lo que más me preocupa no es que la clase política se las ingenie para seguir lastimando a México o para perpetuars­e en el poder sino que nosotros no seamos lo suficiente­mente valientes y humildes para unirnos y abrir nuevos caminos.

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