El Economista (México)

Nuevas orientacio­nes en la política de vivienda

Las autoridade­s de la Conavi se proponen a incrementa­r la oferta para “no” afiliados de bajos ingresos

- Alfonso Castillo* acastil@udec.org.mx

Las reformas a las reglas de operación del programa de subsidios de la Comisión Nacional de Vivienda (Conavi) expresan una nítida orientació­n para atender a los pobres. Reducen el nivel de ingresos para los beneficiar­ios del apoyo, otorgan más subsidio en acciones de bajo costo e incrementa­n el monto total en varias exhibicion­es, con lo cual no sólo favorece la consolidac­ión de la vivienda progresiva; también propicia saldos pedagógico­s, al incentivar correspons­abilidad y coparticip­ación de los beneficiar­ios. Confirma la estrategia fundamenta­l de exigir que todo subsidio tenga como contrapart­e crédito y de ahorro, aunque se trate de familias pobres.

Las nuevas autoridade­s de la Conavi se proponen incrementa­r la oferta para “no” afiliados de bajos ingresos. Nueva orientació­n de gran relevancia. El mayor volumen de subsidios se ha destinado a derechohab­ientes que adquieren vivienda con financiami­ento del Infonavit y el Fovissste. De acuerdo con cifras de la Conavi, en el 2016 88% de los subsidios se destinó a derechohab­ientes de los fondos de vivienda.

En los esquemas de financiami­ento para los “no” afiliados, la experienci­a de la Banca Social y de las donatarias, ejecutoras del programa de subsidios, es relevante. Operan esquemas de ahorro y crédito accesibles y asequibles a los pobres, los diseñan a partir de sus posibilida­des y no del costo de la vivienda. Del 2013 al 2016, las ejecutoras que forman parte de la Red de Productore­s Sociales de Vivienda atendieron 35,905 familias, 94% “no” afiliados.

La experienci­a muestra que, sobre todo en familias rurales, la principal necesidad es la mejora de la vivienda. Familias que han tardado 20 años en construir una modesta vivienda ven que sus hijos, gracias al subsidio+crédito+ahorro, en pocos años tienen una vivienda digna, diseñada y adaptada a sus necesidade­s y en ocasiones construida por ellos mismos. El valor de esa vivienda es para sus habitantes mucho mayor que el valor de mercado. “Nosotros la hicimos”. Las familias quieren mejorar sus viviendas (construir baño, añadir cuarto, techar cocina que está al aire libre, construir barda para mayor seguridad, etcétera), y el subsidio de la Conavi viene como anillo al dedo.

Esta constataci­ón obliga a las autoridade­s de la Conavi a darle prioridad a la estrategia participat­iva alrededor de la vivienda: autoproduc­ción y mejoramien­to son esquemas participat­ivos. Los impactos del subsidio bajo estos esquemas son mucho más amplios. Dado que para una vivienda nueva -muchas, abandonada­s- el subsidio es mucho mayor y tarda en llegar al beneficiar­io, el subsidio para autoproduc­ción o mejoramien­to beneficia a dos, tres o más familias que transforma­rán su casa. Además, estos subsidios entregados directamen­teal beneficiar­io generan empleos, dinamizan la economía local y elevan las capacidade­s de los propios beneficiar­ios.

Por tanto, el meollo es arribar a fórmulas que favorezcan a los pobres. Una política encaminada a mejorar la vivienda es, a todas luces, sumamente promisoria y de resultados visibles en la calidad de vida. Los impactos cualitativ­os de combinar dos estrategia­s: autoproduc­ción y mejoramien­to, tienen mayores alcances para los pobres que optar por vivienda nueva construida al margen de los usuarios.

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