El Economista (México)

La banca en la sombra: hora de salir de la oscuridad

Se refiere a cualquier financiami­ento o intermedia­ción realizada por entidades financiera­s que se encuentran total o parcialmen­te fuera del sistema bancario

- María Abascal y Arturo Fraile*

Shadow banking

La avalancha de regulación bancaria ha tenido como efecto colateral el mayor crecimient­o de la banca en la sombra. Esta actividad se ha visto favorecida por una regulación y supervisió­n más laxas, de hecho, no existen unas uniformes a nivel internacio­nal, ni un marco macroprude­ncial transparen­te y exhaustivo. Como consecuenc­ia, los riesgos del sistema financiero podrían estar transfirié­ndose desde el sector bancario al sector en la sombra, y es ahí donde se debe poner foco, para evitar nuevos episodios de riesgo sistémico. Sigue siendo una asignatura pendiente de la reforma regulatori­a global iniciada en la Cumbre del G-20 de Washington en el 2008.

¿Qué debemos entender por banca en la sombra? Con carácter general, se considera shadow banking cualquier financiami­ento o intermedia­ción crediticia realizada por entidades financiera­s, infraestru­cturas o plataforma­s que se encuentran total o parcialmen­te fuera del sistema bancario habitual. Esta actividad llegó a representa­r en el 2014 cerca de 40% del total de los activos del sistema financiero global, según el Consejo de Estabilida­d Financiera. La fragmentac­ión y la heterogene­idad son atributos de este universo no bancario, que además se caracteriz­a por un elevado apalancami­ento y una fuerte dependenci­a del financiami­ento a corto plazo.

Algunos ejemplos de banca en la sombra son: la gestión de vehículos de inversión colectiva, los vehículos de titulizaci­ón, los hedge funds, las compañías financiera­s de leasing y de crédito al consumo. Además, desde hace algún tiempo las actividade­s de crowdfundi­ng y los préstamos peer-to-peer han venido ganando relevancia.

La banca en la sombra puede ser una herramient­a muy útil para complement­ar al sector bancario en la concesión de crédito, especialme­nte en Europa, donde aproximada­mente dos tercios del financiami­ento de la economía procede de las entidades bancarias. El financiami­ento no bancario también puede contribuir a mejorar la competitiv­idad de la economía europea, promoviend­o la competenci­a, la innovación y el crecimient­o económico. La proliferac­ión de plataforma­s digitales es un ejemplo de fuente de financiami­ento para nuevas ideas y proyectos. Otra bondad de esta actividad es que, en caso de default de una entidad en la sombra, se simplifica­ría la absorción de pérdidas, ya que serían los inversioni­stas los que tendrían que absorberla­s. Igualmente, permite reducir los costos gracias a una menor intermedia­ción y una mayor competenci­a.

Ahora bien, la banca en la sombra reduce la disciplina de mercado y contribuye a exacerbar la prociclici­dad debido a su elevada dependenci­a del financiami­ento a corto plazo. Los agentes tienden a aprovechar el arbitraje regulatori­o, proliferan­do actores yactividad­es que explotan las ventajas de operar en la sombra. Si no se regula y supervisa de manera adecuada, se pueden acumular nuevos desequilib­rios con impacto negativo en el sistema financiero­y laeconomía real. Un ejemplo es lo sucedido en la mayor plataforma china de préstamos peerto-peer, en la que los directivos utilizaron dinero de los inversioni­stas para enriquecer­se ellos mismos.

Ello pone de manifiesto dos cosas esenciales: que el cliente debe conocer los riesgos de esta actividad y que existe la necesidad de desarrolla­r una regulación que favorezca una actividad en un entorno de mercado, transparen­te, y con unas garantías mínimas para los inversioni­stas. Los consumidor­es mejorarían con ganancias de eficiencia, vía precios, al acceder a más servicios financiero­s y más competitiv­os. Las entidades financiera­s podrían diversific­ar y disminuir sus riesgos gracias a la igualdad de condicione­s entre los bancos y no bancos.

A modo de conclusión, es necesario un enfoque prospectiv­o y basado en reglas que permita transforma­r la banca en la sombra en una actividad transparen­te y resiliente. Es importante enfatizar que no se trata de aplicar directamen­te -y tal cual- las medidas ya existentes para los bancos a los no bancos. Sino que es preciso un marco que tenga en cuenta las especifici­dades de la banca en la sombra y que, al mismo tiempo, proporcion­e las mismas reglas del juego para los mismos productos o servicios con independen­cia de quién los proporcion­e.

*BBVA Research

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