Terroristas con disfraz matan a 38
Comando ingresa al hospital más grande en la capital de Afganistán
Kabul. CASI 40 personas murieron este miércoles en un ataque contra el principal hospital militar de Afganistán, en Kabul, asaltado por un comando de insurgentes islamistas disfrazados de médicos.
Las fuerzas especiales afganas necesitaron seis horas para poner fin a la pesadilla que vivían médicos y pacientes dentro del establecimiento.
Según el vocero del ministerio de Defensa, el general Daud Waziri, la mayoría de las víctimas, entre ellas 50 heridos, “eran pacientes, médicos y enfermeros”.
El general declaró que “al menos 30 personas murieron y unas 50 resultaron heridas” pero el hospital de la ONG italiana Emergency, especializado en cirugía de guerra y que no es el más cercano al lugar del ataque, habló de “38 muertos y 70 heridos”.
El grupo yihadista Estado Islámico (EI) reivindicó el ataque a través del servicio de mensajería encriptado, Telegram.
“Infiltrados del Estado Islámico atacaron el hospital militar de Kabul”, afirmó la agrupación mientras que los talibanes afganos desmentían enseguida toda implicación a través de Twitter.
Pero fuentes de los servicios de seguridad indicaron a AFP que se mostraban escépticos, tanto ante el desmentido como ante la reivindicación del EI.
El hospital, con capacidad para 400 pacientes, fue atacado por cuatro hombres armados vestidos de médicos, todos abatidos por las fuerzas de seguridad.
Hacia las 9 de la mañana se sintió la primera explosión, activada por un kamikaze en la entrada trasera del hospital, abriendo así las puertas al comando.
Las televisoras mostraron a ci- viles, algunos en batas blancas, refugiados en la azotea del edificio, mientras otros buscaban ponerse a salvo en los pasillos y en los rebordes de las ventanas.
“El hospital Sardar Daud Khan está siendo atacado. Sabemos que varios asaltantes vestidos con uniformes médicos entraron en él armados con (fusiles de asalto) AK-47 y con granadas”, había anunciado por la mañana el general Daud Waziri.
“SALTÉ POR LA VENTANA”
“Me encontraba en la tercera planta: los atacantes vestidos con batas blancas de médicos consiguieron abrirse camino por la puerta trasera. Cuando comenzaron los tiros corrí por los pasillos. Todo el personal y visitantes entraron en pánico. Vi caer a varios. Disparaban contra todo lo que se movía”, contó uno de los médicos, pidiendo el anonimato.
“Me refugié en reanimación y cuando vi que no había ninguna salida, salté por la ventana”, añadió, precisando que se rompió la pierna al caer.
Los disparos, las explosiones y las granadas, así como las sirenas de las ambulancias no pararon de sonar en toda la mañana. Al menos una deflagración provino de un coche bomba que explotó sin dejar víctimas en el estacionamiento del hospital, según el vocero de Defensa.
Un enfermero, Abdul Qadeer, confesó su miedo delante del hospital: “Estaba en el vestuario cuando vi a un hombre vestido de médico disparar con un AK-47 contra los guardias y los pacientes en la tercera planta. Conseguí escapar escalando la alambrada, pero mi amigo fue alcanzado”.
Este ataque se produce una semana después del doble atentado suicida del 1 de marzo, reivindicado por los talibanes, contra dos recintos de los servicios de seguridad en Kabul —el de la policía y el de Inteligencia—, que causó 16 muertos y más de 100 heridos.
El martes por la tarde, los insurgentes dispararon dos cohetes en la misma zona contra la embajada estadounidense en Kabul, según fuentes occidentales.