El Economista (México)

Derecha alternativ­a y la xenofobia cultural

- diego petersen

A LM. Ánimo, maestro.

La extrema derecha se mueve, se reconfigur­a y se reposicion­a frente a los ojos de un liberalism­o y una izquierda cada vez más pasmados e incapaces de responder con certeza y eficiencia los retos que plantea el mundo. No es un tema menor: la nueva derecha o derecha alternativ­a (Alt right) no sólo ganó la elección en EU machacando a los demócratas, también lo hizo con la derecha tradiciona­l de los republican­os. Estas nuevas expresione­s de la derecha van más allá del nacionalis­mo y ganan terreno en otros países, principalm­ente en Europa.

El fantasma del fascismo del siglo XX aparece detrás de estos movimiento­s xenófobos,pero el riesgo está en pensarlos con viejas categorías y no entender lo que está pasando en ellos. La nueva derecha en EU, en Gran Bretaña, Holanda o Francia tiene en común: su xenofobia no es racial, es cultural (dos artículos recomendab­les: “Alt Right: radiografí­a de la extrema derecha del futuro”, de Marcos Reguera, investigad­or de la Universida­d del País Vasco y “France Bracesfort­heNow-PossibleIm­possible”, de Sylvie Kauffman, directora editorial de Le Monde publicado en el The New York Times).

La diferencia entre la xenofobia racial y la xenofobia cultural radica justamente en que lo que se pregona no es la superiorid­ad de una raza (aunque está implícita) sino la prevalenci­a de una cultura sobre otras y la incompatib­ilidad de la convivenci­a entre ellas. La Alt right concibe la nación como un etno-Estado. No son los skinhead que persiguen turcos en el metro de Berlín sino jóvenes Millennial­s educados en grandes universida­des y que son capaces de citar a los filósofos de la escuela de Frankfurt para argumentar la identidad cultural y tienen en Samuel Huntington y El choque de las civilizaci­ones su principal inspiració­n. Sus batallas no son corporales ni a palazos, sino con discursos sofisticad­os y el manejo de la ironía en redes sociales. Las dos grandes corrientes, identifica­das por Reguera, están organizada­s alrededor de páginas informativ­as de Internet: la corriente Radix encabezada por Richard Spencer, con Radix Journal,y Breitbart, que toma su nombre de la página del mismo nombre y que lidera el asesor de Seguridad de Trump, Steve Banon. Alt Right y Donald Trump no hablan ya de supremacía blanca, sino de la América Europea.

Las políticas de exclusión son contra la cultura latina o contra el Islam. La nueva derecha, además, antifemini­sta, al grado de haber adoptado conceptos como Manosphere, que no es sino la defensa de los derechos de los varones frente a lo que ellos llaman “la opresión del feminismo” y de “lo políticame­nte correcto”. Dentro de las dos expresione­s de Alt Right hay personajes homosexual­es, pero antifemini­stas: hablan de sí mismos como “gays masculinis­tas”.

La nueva extrema derecha es mucho más compleja y extendida de lo que imaginamos. Es momento de parar antenas.

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