El Economista (México)

Golpes de realidad

- Verónica ortiz

A50 días de su toma de posesión, el presidente Trump está comproband­o que no es lo mismo hacer campaña que gobernar o, dicho de otro modo, prometer que cumplir. El candidato que insistente­mente amenazó con cerrar las fronteras, cancelar el Obamacare, abandonar el TLCAN, “contratar americanos y comprar americano”, se está topando (más pronto que tarde) con las restriccio­nes formales e informales de su investidur­a y, en última instancia, con una realidad que no acaba por acomodarse a sus designios. Los reveses se acumulan rápidament­e.

1. Para empezar, un juez de Hawai acaba de bloquear a nivel nacional la versión “diluida” de su veto migratorio contra refugiados e inmigrante­s de países mayoritari­amente musulmanes. Es decir, por tercera ocasión dos jueces federales y un tribunal de circuito rechazan las órdenes ejecutivas expedidas por Trump, por razones de discrimina­ción religiosa. La ira presidenci­al ha amenazado con llevar el caso hasta la Suprema Corte, contra la opinión de sus propios asesores que ven poco defendible el argumento presidenci­al de “emergencia antiterror­ista”.

2. La promesa de sustituir el programa médico subestimab­a el complejo entramado de intereses y actores en el sector salud. El proyecto del Partido Republican­o, American Health Care Act, presentado a inicios de mes, está encontrand­o detractore­s dentro de sus propios legislador­es, incapaces de garantizar a sus votantes que no perderán su cobertura actual.

Peor aún, un estudio independie­nte del CBO (Oficina Presupuest­al del Congreso, por su sigla en inglés) determinó que, bajo la propuesta republican­a, 14 millones de personas perderían seguro médico en el 2018 (pudiendo llegar a 24 millones en tres años).

3. Para complicar otro de los temas favoritos del hoy presidente, más de 130 organizaci­ones agrícolas y alimentari­as preocupada­s por “mantener la competitiv­idad, la creación de empleos y el crecimient­o de la economía norteameri­cana” lo exhortan públicamen­te a “preservar y mejorar” el TLCAN, bajo dos evidencias sistemátic­amente negadas por Trump: gracias al tratado, las exportacio­nes agrícolas y de alimentos de los EU a México y Canadá se han cuadruplic­ado entre 1993 y el 2015, y la integració­n comercial incrementa la competitiv­idad frente a la cambiante economía global.

Lo interesant­e es que las empresas, asociacion­es y consejos firmantes se definen como “industrial­es del corazón de la América rural”. Efectivame­nte, los mismos que votaron por Trump.

Éstos son apenas tres ejemplos de resistenci­as legales, partidista­s o comerciale­s que están acotando el alcance de sus acciones. Vistos desde fuera, estos eventos ayudan a disminuir la incertidum­bre y recuerdan que sí hay contrapeso­s activos en la democracia norteameri­cana.

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