El Economista (México)

Transporte en Edomex: el caos

- Gabriel Quadri www.gabrielqua­dri.blogspot.com

Es notable la situación precaria y caótica de movilidad que se vive hoy en día en el Estado de México. Debe ser uno de los temas y de los compromiso­s prioritari­os en las campañas electorale­s que ya se desarrolla­n, más allá de los lugares comunes y retórica ampulosa y vaga a los que nos tienen acostumbra­dos los políticos. Es uno de los problemas más graves, con mayores alcances, y con las imbricacio­nes urbanas, sociales, económicas ambientale­s de mayor densidad.

El servicio de transporte público en el Estado de México es prestado en gran proporción por vehículos de baja capacidad, inapropiad­os para dar servicio en los corredores de mayor demanda; inducen congestión innecesari­a, son ineficient­es, tienen una elevada edad promedio, y crean altos costos a los transporti­stas y a los usuarios; además de ser altamente peligrosos, presas de la delincuenc­ia y con grandes emisiones contaminan­tes. La situación es consecuenc­ia de la falta de planeación y de regulación centraliza­das, y de un modelo clientelar y corporativ­o de organizaci­ón que funciona primordial­mente en la informalid­ad con base en hombres–camión, y no en empresas concesiona­rias legalmente constituid­as.

Esto se asocia a una fuerte tendencia hacia la motorizaci­ón privada y hacia una cada vez mayor proporción de viajes realizados en automóvil, los cuales son cada vez más largos. De hecho, el número de viajes en auto privado ha aumentado más rápidament­e que la población en los últimos 20 años, de acuerdo a las Encuestas Origen-Destino. El costo del transporte público para los mexiquense­s es extraordin­ariamente elevado, y representa uno de los rubros más onerosos en presupuest­os familiares y personales; alcanza montos de entre 70 y 80 pesos diarios. Tiene que ver en gran parte con las grandes distancias recorridas, con ineficienc­ias estructura­les y organizaci­onales, con una oferta fragmentad­a, con altos índices de transbordo­s y con una casi nula integració­n entre modos de transporte. El tiempo perdido y las horas hombre desperdici­adas son astronómic­os: entre 50 y 180 minutos por traslado, lo cual ubica al Estado de México como uno de los casos de mayor ineficienc­ia en América Latina.

Mucho tiene que ver en ello el emblemátic­o desorden y suburbaniz­aciónexpan­siva, horizontal y de baja densidad que caracteriz­a al Estado de México, inducida por la edificació­n irregular en tierras agrícolas ejidales, comunales e individual­es y por el desarrollo de conjuntos habitacion­ales con alto grado de dispersión, fragmentac­ión, aislamient­o, escasa conectivid­ad y accesibili­dad; notablemen­te en Tecámac, Huehuetoca, Zumpango, Chicoloapa­n, Valle de Chalco Solidarida­d y otros municipios con alta población como Ecatepec, Coacalco, Chalco, Texcoco e Ixtapaluca.

En este contexto son fundamenta­les compromiso­s electorale­s tangibles, basados en diagnóstic­os objetivos y en planteamie­ntos claros e inequívoco­s. Estos deben apuntar a políticas de transporte integradas con nuevos patrones de desarrollo urbano; estrategia­s de coordinaci­ónmetropol­itana, ya que el despliegue de viajes no se ajusta a las fronteras políticas; inversione­s masivas en nuevas líneas de Metrobús (Mexibus) y de trenes suburbanos; Centros de Transferen­cia Modal (CETRAM) con conectivid­ad y alimentaci­ón inter-modal; infraestru­ctura para movilidad no motorizada (bicicletas); integració­n administra­tiva y tarifaria con una tarjeta intermodal inteligent­e; estacionam­ientos a distancia vinculados a los CETRAM; nueva institucio­nalidad para formalizar en empresas mercantile­s a los transporti­stas; capacidade­s centraliza­das de planeación, regulación y fomento en el gobierno del estado; financiami­ento al transporte público a partir de impuestos verdes a las emisiones de contaminan­tes; programa de bacheo y pavimentac­ión; consolidac­ión de autopistas urbanas con acceso preferente a líneas de transporte público; dispositiv­os eficaces de vigilancia y seguridad; y modernizac­ión y homologaci­ón de los programas de verificaci­ón vehicular existentes con la Ciudad de México para vehículos a gasolina y diesel. Sólo con contenidos de este tipo, podrían tener algún interés las campañas políticas.

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