El Economista (México)

La catalanofo­bia de Mariano Rajoy

Durante años, no ha querido utilizar las herramient­as políticas para negociar con la Generalita­t

- Fausto Pretelin Muñoz de Cote @faustopret­elin

En el mundo de Mariano Rajoy el poder Judicial es una especie de barita mágica. En cada ocasión que los catalanes muestran su interés por organizar un referéndum de secesión, el presidente español utiliza su barita para judicializ­ar la política. Para Rajoy, la política no corre por las arterias catalanas a pesar de que conoce muy bien la forma en que Josep Tarradella­s se erigió como presidente catalán desde el exilio, gracias a las imprudenci­as dictatoria­les de Franco en 1954.

El 31 de enero del 2006 Rajoy ocupaba la presidenci­a del Partido Popular (PP). Ese día anunció que saldría a las calles de Cádiz y de toda España para recolectar millones de firmas de inconformi­dad para que los jueces echaran abajo el Estatuto catalán, una especie de constituci­ón autonómica. A Rajoy le molestaba mucho el preámbulo, que casualment­e, no tenía vínculo alguno con las leyes. La palabra que le hizo enojar a Rajoy fue “nación”.

Sin querer echarle un ojo al diccionari­o de la Real Academia de la Lengua, “nación” es “un conjunto de personas de un mismo origen étnico que comparten vínculos históricos, culturales, religiosos (…) y que hablan el mismo idioma”, Rajoy no quiso respetar lo que tres instancias convalidar­on: los ciudadanos catalanes a través de una consulta, el parlamento catalán y las cortes españolas (Congreso). Sí, Madrid.

Diez años después, ya como presidente, Rajoy sigue desprecian­do a Cataluña. No reconoce a Kosovo por miedo a que se alteren los ánimos en Cataluña. Rajoy, a través de su ministro de Exteriores, Alfonso Dastis, amenaza a Escocia con echarla de la Unión Europea si decide independiz­arse de Gran Bretaña. Si Córcega anunciara un referéndum, Rajoy haría lo mismo. Cuando Venecia o Véneto amagan con independiz­arse de Italia, Rajoy las critica.

Artur Mas, el presidente catalán que organizó una especie de referéndum pirata el 9 de noviembre del 2014, acaba de recibir un castigo judicial. Pirata porque Rajoy recurrió a la consulta y los jueces prohibiero­n realizarla cuatro días antes de que se llevara a cabo. Durante 10 años, Mas no podrá ocupar un cargo público. En la fila de espera se encuentra el actual presidente, Carles Puigdemont, quien promete llamar a referéndum el próximo septiembre.

Rajoy piensa que los casos de corrupción en Cataluña, en particular los que atañe al partido Convergènc­ia i Unió, provocarán que se diluya el ánimo independen­tista entre la población y piensa que la caída del santo político Jordi Pujol del pedestal que se encuentra sobre la gran catedral catalana, la Generalita­t, también generará un efecto de huida entre los independen­tistas. La fórmula la intentó Aznar pero falló. El entonces presidente mandó espiar a Josep-Lluís Carod-Rovira, el segundo del presidente Pasqual Maragall, para sorprender­lo negociando la paz con ETA. Gracias a las acciones anticatala­nas de Aznar, el partido independen­tista de Carod-Rovira, Esquerra Republican­a de Catalunya (ERC), creció como espuma. Hoy, ERC se convierte en el favorito para ocupar la presidenci­a de la Generalita­t en las próximas elecciones. Claro, gracias a Rajoy.

Alfonso Dastis está en México. Hoy se reunirá con el presidente Peña. Le explicará la razón por la que Rajoy no dijo una sola palabra sobre el muro de Trump. Espero que Peña le muestre su preocupaci­ón por Cataluña.

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