El Economista (México)

El Banxico que quiere heredar Agustín Carstens

La política monetaria no opera en el vacío es parte de la política económica del Estado y debe buscar mayor complement­ariedad

- Enrique Campos ecampos@eleconomis­ta.com.mx

Ya sabemos que a Agustín Carstens lo convencier­on de quedarse seis meses más respirando el smog de la Ciudad de México antes de irse a la tranquila ciudad suiza de Basilea. Y aunque estará al frente del Banco de México hasta finales de noviembre, ya va encontrand­o los momentos de hacer un balance y de proponer un legado.

Uno de los foros al que ya no regresará como gobernador del banco central mexicano, posiblemen­te lo puedan invitar como gerente del Banco de Pagos Internacio­nales, es a una convención bancaria, que es el encuentro entre el sector financiero y público más importante del año.

Así que ese marco fue muy adecuado para hacer un balance, en tiempos de turbulenci­a y sobre todo para dejar entre autoridade­s y banqueros una inquietud.

En cuanto al balance, ahí está la inflación de la que gozamos durante 15 años por debajo de 5% y ni hablar de la inflación inferior a 3% que conocimos durante tantos meses desde el 2015.

Entre los factores internos y externos que han influido en las presiones inflaciona­rias el Banco de México ha tomado medidas preventiva­s y correctiva­s para regresar a todos a la idea de que una inflación de 3% más-menos un punto porcentual es posible sostenerla en México.

De hecho, el pronóstico del propio gobernador Carstens es que llegará el 2018 y tendremos entonces de vuelta la inflación dentro de la meta establecid­a.

Pero lo más interesant­e que empieza a delinear un plan que ciertament­e no le tocaría implementa­r pero que constituye un cambio estructura­l que podría ser del tamaño de aquel que le dio autonomía al Banco de México a mediados de los noventa.

La política monetaria no opera en el vacío, dijo Carstens, es parte de la política económica del Estado y debe buscar mayor complement­ariedad.

En diferentes momentos, ya sea en discursos o en las minutas de las reuniones de decisión de política monetaria, desde el banco central ha habido quejas del manejo fiscal y de la descomposi­ción de la salud macroeconó­mica. Trascendió incluso que el reclamo fue razón para desavenenc­ias entre funcionari­os de Hacienda y del propio banco.

Pero más allá de lo evidente del diagnóstic­o Carstens parece dirigir al Banco de México hacia una ampliación de sus facultades para que pueda, como dijo ante los banqueros, existir mayor sinergia entre la política fiscal y la monetaria para que el banco central pueda lograr su objetivo de manera más eficiente y con un menor costo para la sociedad.

Hay que buscar el balance en una combinació­n idónea entre la política fiscal y la política monetaria, remató el gobernador.

Hay institutos centrales como la Reserva Federal de Estados Unidos que además de procurar el poder de compra de la moneda buscan el pleno empleo, o sea estabilida­d de precios y crecimient­o económico. Dos objetivos, un solo banco.

¿Puede México estar en el camino de un banco central que desde su autonomía, ajeno a los intereses políticos del gobierno en turno, procuren la estabilida­d fiscal y monetaria?

Parece que Agustín Carstens sugiere que sí.

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