Los rivales del moreirato
Apunto de cumplir 60 años, Carlos Rojas Gutiérrez trataba de cumplir dignamente con el legado colosista, al frente del INAES. Tras una década de trabajos legislativos —fue senador y enseguida diputado federal— en el 2012 se sumó a la campaña peñista y con el PRI de regreso en Los Pinos fue encargado de mudar al vetusto FONAES, de la Sedesol a Economía.
La Cruzada Nacional contra el Hambre fue el modelo de combate a la pobreza que Rosario Robles vendió al presidente. Rojas Gutiérrez —uno de los arquitectos del mítico Pronasol— aceptó hacerse cargo de la reingeniería del Fondo, que en sus orígenes estuvo enfocado a dotar de capacidades productivas a comunidades campesinas y colonias populares.
En la primavera del 2014 terminó esa tarea con fruición, pero su preocupación con el rumbo del gobierno se había multiplicado. Y como nunca —a lo largo de 35 años de militancia priista— cargaba con contrariedad y desesperanza.
El inmovilismo también es un rasgo de la complicidad. Por eso, la decisión de Rojas Gutiérrez de alejarse de la función pública resultó pertinente. Y más, su determinación para radicar en Oaxaca, para ayudar a los jóvenes a mejorar sus habilidades y competencias.
Allá estaba cuando supo de la intención de Javier Guerrero de competir por la candidatura del PRI al gobierno de Coahuila. Un anhelo prácticamente imposible, porque Rubén Moreira ya había invertido demasiado en construir el proyecto de Miguel Ángel Riquelme.
Hace 25 años se conocieron en Sedesol. Desde entonces, comparten ideales y trabajo político. Pero Guerrero decidió renunciar al PRI hace cuatro meses y lanzarse a la aventura de recopilar apoyos para registrar su candidatura ciudadana.
“Lo mejor de tu carrera política está por venir”, dijo Rojas cuando Guerrero le comentó su decisión. Ambos colosistas comparten su oposición a la actual línea partidista, pero sobre todo, a la impunidad y las complicidades del moreirato, que pretende perpetuarse mediante la imposición de un incondicional al mandatario priista.
Pero coordinar la campaña del candidato independiente al gobierno de Coahuila podría terminar la militancia de Rojas Gutiérrez en el PRI, que data de 1979. Ni esa amenaza, ni siquiera una recomendación médica impedirán que Rojas Gutiérrez cumpla con esa encomienda. “No voy a dar un salto al vacío”, resume, “este es un proyecto que vale la pena. Javier es un político honesto, experimentado y con la capacidad de devolverle a los coahuilenses su estado”.
Guerrero decidió rebelarse contra la línea política de Rubén Moreira. Y con él va un sector del priismo fastidiada por la purulencia de ese linaje político, cuya hegemonía —efectivamente— está en riesgo, sobre todo por el pleito entre el actual gobernador y su hermano Humberto.
El Profe encabezará la lista de candidatos plurinominales al Congreso estatal del Partido Joven, después de una negociación con el gobierno federal que no habría concretado, a juzgar por las declaraciones del exdirigente priista contra el mandatario coahuilense, al que públicamente tildó de tirano.
Priistas versus priistas. Moreiristas versus moreiristas. ¿Y el PAN? Tras amortiguar la andanada estadística que trata de solidificar la percepción de que hay un “empate técnico” en la carrera por la gubernatura, en el cuartel del abanderado panista cunde la calma. Y es que saben —como en las otras entidades donde habrá comicios el próximo 4 de junio— que las claves del triunfo están en la organización del ejército de promotores y de la defensa jurídica del voto.
¿Y la irrupción de Javier Guerrero? “Para conquistar al voto útil seremos organizados y efectivos”, confían los estrategas de la campaña de Memo Anaya, “arrancaremos con fuerza y sin algo que nos duela”. La degradación del PRI —sostienen— es inevitable. Y de esa fuga todos habrán de abrevar, sobre todo Morena, cuyo abanderado —el empresario Armando Guadiana Tijerina— también debe contarse entre los rivales del moreirato.
EFECTOS SECUNDARIOS
SUSCEPTIBLES. El alto mando de Interjet —léase José Luis Garza— está molesto porque fue el DOT y no el AICM quien determinó qué aerolíneas se quedarían con los slots que dejaron Aeroméxico y Delta —como parte de los remedios impuestos para la aprobación de su alianza—, haciéndolos a un lado. Pero esta molestia tiene una razón de fondo. El flujo operativo de Interjet se redujo 18.2% en el cuarto trimestre del 2016. Los expertos en finanzas señalan que la depreciación del peso frente al dólar y el efecto negativo de la revisión de sus aviones rusos SuperJet 100 están detrás de esta sensible baja. Y en el mismo periodo se registró un aumento en los gastos de operación más que en las ventas totales de la compañía. Si bien los ingresos totales subieron 21.6% anual, en el cuarto trimestre del 2016, este incremento se vio disminuido por el efecto negativo a las ventas provocado por la cancelación de vuelos en plena temporada alta decembrina. Por otro lado, sus planes de ampliación de operaciones continúan con la incorporación de aviones, que a su vez genera mayores gastos de mantenimiento, servicios de tránsito, tráfico y comunicaciones, combustible, entre otros. Por eso no es sorpresa que la aerolínea se inconforme ante las decisiones del DOT. Dicha queja denota su necesidad de meter el acelerador para poder recuperarse de la pérdida financiera que viene arrastrando.