El Economista (México)

Contrapeso ciudadano

Parece que la fuerza moderadora vendrá de los propios ciudadanos. Aquellos que quisieron un cambio, pero no un salto al vacío. Y que volverán a votar en el 2018.

- @veronicaor­tizo

Apenas la semana pasada, la promesa del presidente Trump de derogar y sustituir el programa de salud de su antecesor, conocido como Obamacare, se estrelló en la Cámara de Representa­ntes, dominada por su propio partido. La fracción más conservado­ra del Partido Republican­o resistió las presiones de Trump para votar la iniciativa presentada por su líder, Paul Ryan, y le negó los votos necesarios para aprobarla. El fracaso legislativ­o se convirtió en la mayor derrota sufrida hasta el momento por la Casa Blanca.

El tema no sólo fue una humillació­n para Trump, sino la evidencia de una incompeten­cia mayor de los republican­os, que llevaban siete años atacando la reforma de salud de Obama sin poder ofrecer nada mejor a cambio.

La incapacida­d de sumar los votos necesarios, dentro de un inmejorabl­e escenario de mayoría, pone en evidencia la fractura interna del partido y la sustantiva distancia ideológica entre la parte moderada y el radical “Freedom Caucus”.

Se podrá decir que el evento confirma la parálisis generada por la vetocracia descrita por Fukuyama. O que funcionó el contrapeso legislativ­o frente a un ejecutivo autoritari­o y menos hábil para negociar de lo que presumía.

O, simplement­e, que se trató de legislador­es que encontraro­n serias resistenci­as de sus electores, los mismos que votaron por Trump, pero que no estaban dispuestos a perder los beneficios adquiridos con el Obamacare. Legislador­es que prefiriero­n no arriesgar su potencial reelección por seguirle la corriente a Trump. En todo caso, el hecho sienta un precedente.

El presidente ya está presionand­o al Congreso con otra de sus obsesiones de campaña: la construcci­ón del muro en la frontera con México. El problema es que para financiarl­o plantea recortar 1.2 billones de dólares a los fondos de investigac­ión de los Institutos Nacionales de Salud, otro tanto igual a programas de desarrollo comunitari­o y 500 millones adicionale­s a proyectos de transporte.

No sorprende que de inmediato se hayan alzado voces en ambos partidos rechazando la propuesta que acabarían pagando los contribuye­ntes norteameri­canos. “Construir el (innecesari­o, ineficient­e y absurdamen­te caro) muro, o reparar o construir un puente, un túnel o una calle en tu comunidad. ¿Esa es la opción?”, preguntó el líder demócrata en el Senado, Chuck Schumer.

Así las cosas, podría ser que la fuerza moderadora no venga tanto de los controles políticos, sino de los propios ciudadanos. Aquellos que quisieron un cambio, pero no un salto al vacío. Y que volverán a votar en el 2018.

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