Leer para creer
Burocracia obesa en país flacucho. Escribe Revel: “Para la burocracia, conservar su poder es prioridad de prioridades”.
Albricias! ¡Al fin soy capitalino que cuenta! Por primera vez desde que vivo aquí, 47 años, recibo un comunicado de la delegación Miguel Hidalgo pidiendo mi parecer. Nunca me lo habían solicitado sobre cualquier tema que interesa al residente: resguardo, agua, iluminación, baches, vialidad, parquímetros, etcétera. Muerto de curiosidad leo el texto de dos hojitas que dejaron en casa y que, se anuncia en una, recogerán después. Trabajo de distribuir y recoger morada por morada: el asunto debe valer la pena.
“Con objeto de conocer la opinión de los vecinos de la colonia Lomas de Chapultepec, en relación al oficio No. MH/DESU/ JDRL/0124/2017, signado por el C. David Rodríguez Lara, director ejecutivo de Servicios Urbanos, recibido el 2 de marzo del mismo año en esta Jefatura de Unidad Departamental de Consultas, mediante el cual sé (sic) solicita consultar a los vecinos sobre la viabilidad en relación a la solicitud de corrección de un error ortográfico en la nomenclatura de la calle Sierra Paracaima en la que debe decir ‘Sierra Pacaraima’. Con fundamento en los artículos, 4 Frac. IV, 47, 48, 49 y 50 de la Ley de Participación Ciudadana del Distrito Federal, por lo que se lleva a cabo la siguiente consulta de opinión entre los vecinos de la zona”. Firma Jonathan Contreras Morán, subdirector de Instrumentos de Participación Ciudadana.
Redacción impecable. Prueba de confusión mental e ignorancia, que son tan raras en el medio burocrático. Y prueba de devoción por lo vacuo.
El motivo es trascendente: Paca en vez de Para. Ciertamente lo apropiado es Paca, Pacaraima, montañas en Guyana, pero la costumbre desde que se bautizó la calle sanciona Para. Si los vecinos, atentos a buena ortografía, optan por Paca, imagínense: mandar hacer placas con nombre corregido para instalar en las esquinas, retirar las incorrectas y poner las buenas, actualizar archivos, cambiar la credencial del INE, etcétera. Todo implica empleos productivos para un número nada despreciable de gente.
La compleja tela de la araña oficinesca crece sin cesar y sin piedad por los ciudadanos, dependencias con nombres descomunales, directores ejecutivos, otros contemplativos, subdirectores con iguales cualidades, jefes y subjefes se multiplican hasta que la tropa desaparece, todos, funcionarios que giran oficios. Trama-obstáculo imposible de desenredar.
Burocracia obesa en país flacucho. Escribe Revel: “Para la burocracia, conservar su poder es prioridad de prioridades”.