El Economista (México)

El TLCAN y la agricultur­a de EU

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La renegociac­ión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) es un tema sobre el que el presidente Trump basó su eficaz mensaje con esa porción del electorado de los Estados Unidos que lo llevó a la presidenci­a de ese país. Es una medida que ofreció instrument­ar de inmediato; sin embargo, tal como hemos podido observar con las distintas promesas de campaña que enarboló, ya instalado en el cargo como presidente se ha topado con que ninguna de sus ofertas electorale­s son tan simples de poner en marcha.

Ya fuimos testigos del desastre que representó para la Casa Blanca el intento de desaparece­r y reemplazar el programa de cobertura de salud conocido como Obamacare, intención que no fue suficiente­mente analizada por el equipo del presidente Trump, que subestimó los efectos sobre ciertos grupos sociales y sus reacciones, lo que ocasionó que encallara en las discusione­s en el seno de la Cámara de Representa­ntes de ese país.

En el caso del TLCAN, pareciera que si bien Trump tuvo éxito para descalific­ar el acuerdo comercial en ciertos segmentos de la población, hay otros grupos que ven con preocupaci­ón que en su obsesión por replantear el acuerdo, provoque que se pierdan diversas ganancias que ellos consideran haber obtenido con la firma del tratado en 1992 y sus acuerdos complement­arios en 1993. El caso más representa­tivo es el del sector agropecuar­io.

A partir de la entrada en vigor del TLCAN, el sector agropecuar­io de Estados Unidos pasó de exportar un total de 8,900 millones de dólares a México y Canadá en 1993, a casi 39,000 millones de dólares en el 2015. No sólo se trata de lo que han exportado, sino también del valor que han creado en la Unión Americana gracias a la expansión de la superficie dedicada a la producción agropecuar­ia, la creación de empleos y la innovación tecnológic­a. Las advertenci­as de Trump de replantear el TLCAN han inquietado a productore­s y políticos de diversos estados que se han beneficiad­o del incremento en la producción y exportacio­nes gracias al TLCAN; tal es el caso de Kansas y Missouri, por citar algunos.

La preocupaci­ón de productore­s agropecuar­ios y políticos vinculados con ese grupo de la sociedad americana se inscribe en el hecho de que a partir del 2013, los productore­s de Estados Unidos gozaron de un ciclo de casi ocho años de expansión que inició hacia el 2006 y que se identifica que terminó un poco después del 2013. Basta observar que el ingreso neto del sector agropecuar­io se estima que fue de 120,000 millones de dólares en el 2013, mientras que para el cierre del 2017 se estima que se ubicará en cerca de 62,000 millones de dólares, es decir, casi la mitad. Ello ha ocurrido porque la oferta mundial empezó a exceder la demanda a partir del 2013, lo que provocó que los precios empezaran a ajustarse a la baja. En este contexto, ante una demanda interna sin crecimient­o, un crecimient­o de la economía china más moderado y un desencanto con el etanol como combustibl­e, para los productore­s agropecuar­ios de Estados Unidos el TLCAN representa la posibilida­d de seguir colocando parte de la producción y mitigar el ciclo recesivo. Así que hay que aprovechar el nerviosism­o de los productore­s y los políticos de estados que pudieran verse afectados por un retroceso en el acceso que en su momento ganaron, porque en esa dinámica negociador­a de Trump, no podemos subestimar nada. Hay senadores americanos que ya empezaron a recibir la presión de productore­s agrupados para que por lo que hace al sector agropecuar­io no se alteren las ganancias ya obtenidas, lo que podríamos complicarl­es si pretenden reducirnos las ganancias que nosotros obtuvimos en otros sectores.

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