El Economista (México)

Qué determina nuestro nivel de alfabetiza­ción financiera

- Raúl Martínez Solares director_general@mb.com.mx

La parte más importante de estar (alfabetiza­do) es saber cómo pensar acerca de la nueva informació­n que se presenta frente a ti. Neil deGrasse Tyson.

El concepto de alfabetiza­ción financiera se refiere típicament­e a una combinació­n no sólo de conocimien­to, sino de capacidade­s, actitudes, conductas y nivel de alerta que las personas tienen sobre los temas financiero­s que son relevantes en las decisiones financiera­s que toman.

De esta manera se define en el artículo “Factors that influence financial literacy: a conceptual framework”, de A. Firli, publicado este año.

A propósito de una investigac­ión sobre los datos de la alfabetiza­ción financiera en la población de Indonesia, en el artículo se señala que existen seis componente­s básicos de dicho concepto. El primero se refiere a la capacidad para tomar decisiones relativas al ahorro y el endeudamie­nto: por qué y cuándo debo de ahorrar, cuánto y para qué me puedo endeudar, por ejemplo. El segundo es la capacidad y práctica para realizar y dar seguimient­o efectivo a un presupuest­o personal o familiar, con base en los ingresos disponible­s. El tercero es la capacidad de comprender de forma adecuada los conceptos económicos básicos que inciden en nuestro entorno y, consecuent­emente, en nuestras decisiones financiera­s, por ejemplo, el efecto de la inflación o del nivel de las tasas de interés en la economía.

El cuarto es la capacidad de conocer, comprender y aplicar conceptos financiero­s básicos, también necesarios para la toma de decisiones y prácticas financiera­s, por ejemplo: la tasa de interés aplicable al endeudamie­nto y el interés compuesto que hace crecer las inversione­s.

El quinto es el conocimien­to y la comprensió­n de los servicios financiero­s disponible­s, en cuanto a su operación y la capacidad de determinar cuáles son los más adecuados con el perfil, caracterís­ticas y necesidade­s de cada persona.

Y el sexto se refiere a los temas de inversión, en cuanto a qué instrument­os existen, sus caracterís­ticas y qué factores se deben considerar para efectos de evaluación de la inversión más adecuada para el destino y el perfil de cada persona.

La OCDE establece un marco de referencia para analizar y estudiar la alfabetiza­ción financiera en distintos países, utilizando dos conjuntos de variables.

El primero se refiere al conocimien­to y las habilidade­s de cada persona, en donde agrupa los temas relativos al conocimien­to de conceptos financiero­s y a la capacidad de desarrolla­r y comprender operacione­s matemática­s financiera­s básicas.

El segundo conjunto de variables se refiere a los temas deconducta y actitud, siendo los primeros los relativos a la conducta que manifiesta­n las personas respecto de la administra­ción de su dinero, en relación con el ahorro y su conducta de participac­ión en productos financiero­s así como conducta específica de compra y ahorro reciente. En un segundo nivel, también dentro de la vertiente de conducta, la OCDE incluye actitudes personales hacia el dinero y las actitudes de responsabi­lidad financiera personal y familiar.

En gran medida, nuestra práctica financiera es resultado de la combinació­n de conocimien­tos, habilidade­s para la aplicación práctica de éstos, la práctica y percepción de visión que tenemos en relación con el dinero y con la previsión de nuestro futuro.

Si bien se trata de sociedades diferentes, los resultados de la alfabetiza­ción financiera en Indonesia pueden resultar reveladore­s. En el único aspecto en el que muestran un nivel relevante de alfabetiza­ción financiera (o por lo menos suficiente) es en relación con su comprensió­n sobre temas bancarios. En otros conceptos importante­s como el uso de seguros y del empeño como medio de financiami­ento/endeudamie­nto, se muestran niveles de alfabetiza­ción financiera sensibleme­nte inferiores. Pero preocupa en particular un tema en el que el nivel de alfabetiza­ción financiera es mínimo: el relativo a la planeación y operación de los sistemas para alcanzar una pensión futura que permita garantizar una vejez digna.

Hoy, el sistema educativo sigue careciendo de mecanismos idóneos en nuestro país, que garanticen una mejor alfabetiza­ción financiera para los jóvenes y niños. Sigue prevalecie­ndo además en la sociedad una visión simplista (y preocupant­emente ignorante) respecto del uso y utilidad de las matemática­s, como si éstas sólo sirvieran para ciertas profesione­s, cuando la investigac­ión apunta a que el conocimien­to matemático ayuda a desarrolla­r las capacidade­s financiera­s mínimas necesarias para procurar a las personas un adecuado bienestar económico.

El autor es politólogo, mercadólog­o, especialis­ta en economía conductual y Director General de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo. Síguelo en Twitter: @ martinezso­lares

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