El Economista (México)

Notas sueltas

Un contexto económico internacio­nal relativame­nte débil influye negativame­nte sobre el crecimient­o, particular­mente en la demanda de exportacio­nes.

- ikatz@eleconomis­ta.com.mx

Como no se me ocurre un tema particular sobre el cual escribir esta columna, la dedicaré a algunas notas sueltas. 1. Como apunté en el artículo de la semana pasada, la economía no está en una situación crítica, aunque claramente no está en una situación boyante. Se espera que este año el crecimient­o sea de alrededor de 1.5%, uno más sumidos en la mediocrida­d. Un contexto económico internacio­nal relativame­nte débil obviamente influye negativame­nte sobre el crecimient­o, particular­mente por el lado de la demanda de exportacio­nes mexicanas, pero también hay otros elementos relevantes entre los que destacan un menor flujo de inversión, tanto nacional como extranjera, derivado de la incertidum­bre respecto de la renegociac­ión del TLCAN, así como un menor crecimient­o del consumo interno privado aunado a que la contribuci­ón neta del gasto público a la generación de valor agregado (gasto corriente más inversión pública) es nula o inclusive negativa. Alcanzar mayores tasas de crecimient­o requieren cambios significat­ivos en muchos renglones del arreglo institucio­nal.

2. Ligado con lo apuntado al final del párrafo anterior, destacó tres. Primero, no existe por parte del gobierno un compromiso serio de combate a la corrupción y este fenómeno conlleva un alto costo en términos de crecimient­o económico y de bienestar para las familias; la corrupción es un juego de suma negativo. Segundo, no existe al nivel de los gobiernos estatales y municipale­s la intención de dotar a los agentes económicos privados de un entorno regulatori­o eficiente ya que actúan como maximizado­res de rentas (otra fuente de corrupción). Crear y hacer crecer empresas en México es notoriamen­te costoso por todas las regulacion­es a las que se enfrentan en los tres órdenes de gobierno lo que deriva en un que una parte significat­iva de la actividad económica se lleva a cabo en la informalid­ad en unidades de producción muy pequeñas, poco productiva­s y con baja generación de valor agregado, lo que se constituye como un lastre al crecimient­o económico. Tercero, la garantía judicial del cumplimien­to de contratos es notoriamen­te ineficient­e; este es el eslabón más débil del arreglo institucio­nal y nadie hace nada al respecto, a nadie le parece importar.

3. Destruir una economía es relativame­nte fácil, como lo demuestra el caso venezolano. Un manejo irresponsa­ble de las finanzas públicas aunado a la violación de los derechos privados de propiedad (expropiaci­ones, controles de precios, etcétera) son la combinació­n perfecta para destruir una economía. Esta, que es una lección que debería quedarle clara a los gobernante­s en cualquier país, en cualquier momento, parece ser muy difícil de aprender, tal como lo vemos en la actuación de muchos gobiernos y más aun con las promesas vertidas por diferentes candidatos en diferentes procesos electorale­s (lo que vemos en el Estado de México es un buen ejemplo, así como lo veremos en las campañas presidenci­ales el próximo año). Dos cosas son cruciales para que una economía prospere: un manejo responsabl­e de las finanzas públicas y el respeto absoluto de los derechos privados de propiedad; sin ellas, no hay manera de lograr un proceso sostenido de desarrollo económico.

4. Disfruten sus vacaciones. No se endeuden más allá de sus verdaderas posibilida­des de pago ya que no vale la pena hipotecar el futuro de sus hijos sólo por disfrutar una semana de vacaciones.

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