Corrupción, “una práctica persistente”
Expertos señalan que para combatir el flagelo no es suficiente perseguir y sancionar, sino también modificar normas y procesos institucionales
EN MÉXICO, donde la corrupción ha minado durante mucho tiempo el desarrollo del país, un sentimiento de frustración en contra de autoridades está latente y las acusaciones a exgobernadores por esta práctica muestran lo persistente y generalizada que es esta problemática en las administraciones estatales, exhiben organizaciones internacionales y nacionales de análisis político y social.
Mauricio Merino, doctor en Ciencia Política, expuso para el Instituto México del Centro Woodrow Wilson, en el reporte “México: la Batalla contra la corrupción”, que ni la impunidad, ni la corrupción son fenómenos nuevos en la República Mexicana. “Por el contrario, ambos sintetizan el mayor déficit de la transición a la democracia de los años 90 y, a la vez, una de las principales razones por las que fracasó el régimen anterior”.
A través de la encuesta “México: Confianza en instituciones 2016”, Consulta Mitofsky recoge que por séptimo año consecutivo la tendencia promedio de confianza en las instituciones mexicanas es a la baja, sufriendo el año pasado su mayor disminución”.
Los números arrojan que 16 de las 17 instituciones medidas bajan su confianza ante los ciudadanos, salvo el Instituto Nacional Electoral (INE), en un año electoral de alternancias estatales.
En tanto, de acuerdo con el Índice de Percepción de la Corrupción 2016, nuestro país pasó del lugar 95 en el 2015 al 123 en el 2016 y la calificación que obtuvo fue de 30 sobre 100 puntos en una escala donde 0 es una percepción de altos niveles y 100 son bajos niveles de percepción.
Para el politólogo y colaborador de la fundación InSightCrime, Luis Fernando Alonso, los casos que vinculan a políticos de alto nivel con presuntas prácticas corruptas, como es el caso de Javier Duarte de Ochoa (Veracruz),
La corrupción no es una causa sino una consecuencia de los defectos del diseño institucional mexicano”. Mauricio Merino, politólogo.